Apostar, siempre

El futbol mexicano está fuera de toda lógica. Aun en los partidos en que parece que el favorito es claro, al final, el resultado puede ser para cualquiera.

En una jornada, un equipo le gana a otro con claridad como visitante, luego regresa a casa para perder con otro en apariencia más débil. Y luego va a un estadio en el que hace 9 años no saca un triunfo para acariciar la victoria que significaría quitarle lo invicto al mejor conjunto del torneo. Y la historia es similar en la mayoría de los equipos de la Primera División.

=mas=

Así se han ido ya las primeras cinco fechas del Apertura 2011, aunque quedan algunos partidos pendientes. Esa irregularidad en nuestro futbol, que muchos expertos “confunden” con competitividad, repercute directamente con las apuestas (para bien y para mal).

Si fuera fácil atinarle a todos los marcadores por anticipado, yo ya sería millonario jugando pronósticos. Y cuántas personas más compartirían esa fortuna jugándole a lo mismo.

De igual forma creo que ahora podría tener un “guardadito” en el banco si en lugar de haber gastado 20 pesos por semana desde hace 15 años en los mentados pronósticos, los hubiera invertido en una cuenta de banco.

Pero esa irregularidad de nuestro balompié sirve para que, al calor de las copas, nos animemos a hacer apuestas absurdas, como que Santos le ganaría 2-0 a Pumas en CU luego de haber perdido 3-1 contra Tijuana en el Corona una semana antes.

Ese resultado que parecía imposible antes del partido, el domingo amenazó con hacerse realidad. Al final, Carlos Darwin Quintero le dio vida a Pumas con sus fallas y los aficionados apostadores salieron “tablas” y convivieron en santa paz.

Me despido, chao!

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