Con el relanzamiento de El Rey León (EUA, 1994), ahora en tercera dimensión, llega el reinvento y la nueva aproximación a jóvenes audiencias de este clásico de la casa Disney. Ésta, probablemente la mejor de las producciones de la compañía, es el ejemplo perfecto de cómo una película puede tenerlo todo. Desde conflictos shakesperianos hasta un soundtrack inigualable. La historia de un cachorro destinado a convertirse en el gobernante de la selva, tiene consigo un toque de diversión compartido con temáticas como libre albedrío, responsabilidad, crecimiento, madurez, pertenencia y compromiso ejemplificados en los personajes de la historia y sus aventuras a los largo de la película. Incluso sus símbolos capitalistas y socialistas (representados en el número musical del malvado Scar y sus hienas), conviven con los de libertad, frescura y ligereza de la sociedad ejemplificada por Timón y Pumba.
Pero ésta no es la única película Disney plagada de metáforas y moralejas. La mayoría de los clásicos de animación de esta productora provienen de cuentos plagados de tramas y reflexiones. Por ejemplo, para ahondar en el tema de pertenencia social se encuentra Dumbo (EUA, 1941); La Bella y la Bestia (EUA, 1991) profundiza el tema de la diferencia entre clases sociales, el orgullo y el prejuicio; o Enredados (EUA, 2010), que explora temas como la lucha por los ideales o la manipulación.
Con este último título, Disney celebró el lanzamiento de su película número cincuenta. La primera animación producida por Walt Disney Pictures se lanzó en 1937 y fue titulada Blanca Nieves y los Siete Enanos. Dentro de la línea de adaptación de cuentos fantásticos y con el fin de alcanzar audiencias infantiles, Disney realizó muchas reinvenciones de cuentos complejos, como el caso de Alicia en el país de las maravillas o Caperucita Roja y los procesó a modo que sus historias fueran un fantástico cuento de hadas para niños.
Es probablemente ese proceso de adaptación el que hiciera de las primeras películas animadas Disney un producto cargado de enseñanzas que en un principio pudieran pasar desapercibidas; producciones con simbolismos y mensajes, con más sentido que la mera premisa de princesas rescatadas de las maléficas brujas por príncipes valientes, como el caso de La Bella Durmiente o La Sirenita, ambos cuentos trágicos en donde las decisiones de sus protagonistas tienen consecuencias más trascendentes comparado con el alegre final feliz que se nos presenta en su versión adaptada.
Cualquier película animada producida por esta compañía merece una segunda vista, a realizar con ojo crítico. Extensas generaciones de niños han visto la influencia e impacto que los dibujos animados Disney han tenido en su vida. Desde el significado de la vida y la muerte aprendido junto a Bambi, hasta la forma de superar los miedos, el valor de la familia y la valentía con Mulan (EUA, 1998). La magia de este cine ha sido criticada e incluso los efectos especiales y las historias han sido incomprendidos, como el caso de Fantasía (EUA, 1940) que se lanzó como un experimento visionario pero que fuera rechazado en su época.
La filmografía Disney se llena de diversificación, contando películas que se han convertido en referencia de la cultura popular pasada, presente y futura, pero en especial, la marcada influencia de su creador, Walt Disney, su legado en la historia mundial y su huella en la industria del cine. En la actualidad ya no existe un monopolio de la animación, otras casas productoras se han aventurado al cine infantil animado dando una justa competencia y ofreciendo al espectador nuevas perspectivas. La trascendencia de los cuentos de hadas, las princesas y los aventureros son establecidos por las personas mismas y son los espectadores los que dan importancia y significado a sus lecciones.