Querido Harry:
Recuerdo bien el año en que comencé a leer sobre tus aventuras, cuando memoricé los hechizos básicos de los primeros años de escuela, cuando imaginé cómo sería tomar el tren camino a un nuevo año en Hogwarts, rodeada de desayunos con jugo de calabaza y visitas a Hogsmeade para degustar una cerveza de mantequilla. Pero en especial, recuerdo que tus años escolares fueron para mi veranos llenos de lectura y emoción, mi propia aventura que, gracias a la magia del cine, el Internet y la inventiva, continúa a más de diez años de haber tomado aquel primer libro en mis manos.
Poco a poco, junto a ti, fui conociendo acerca de los hechiceros y los muggles (personas sin magia), de la maldad de Lord Voldemort, (el que no debe ser nombrado), el hechicero más tenebroso, de tus compañeros de escuela y grandes amigos, Hermione y Ron, de la historia de la magia y el pasado, presente y futuro del mundo mágico en donde tú y quienes te rodean “existen”.
Como fiel fanática de la saga, objeté contra las omisiones de las películas sobre ciertos detalles y subtramas descritas en los libros, como la pelea de Hermione por liberar a los elfos de sus trabajos como esclavos. Pero agradecí el interés de los productores por ser lo más fieles posible a los escritos, y siempre consultar a su autora, J. K. Rowling, para aclaraciones y detalles.
Respecto tus elecciones, confieso que me parecieron inmaduras algunas de tus actitudes, pero soy consciente que son parte de tu paso por la adolescencia y desarrollo humano, aunque claro, no puedo terminar por comprender tu actitud negativa hacia el Profesor Snape, quien en mi opinión, es una de las personas más complejas a tu alrededor. Sus conocimientos y asertivos comentarios lo convierten en un gran ejemplo a seguir, ya que su temple, conocimiento y convicción lo vuelven un aliado o enemigo infalible.
A través de tus siete años en la escuela, los retos que tuviste que superar me mantuvieron dando vuelta a las páginas de los libros, de manera que terminar cada tomo me llenaba de felicidad por conocer más y más acerca de tu mundo mágico, al igual que me entristecía al saber del venidero final, el día que las últimas líneas fueran escritas y las últimas frases fueran dichas.
Me pongo en tu lugar y de tu lado en contra de los enemigos y aquellos de actitud interesada que se unen a lado de la oscuridad con el fin de terminar con los no magos. Sé que si me encontrara frente a un “dementor” (criaturas de capa negra que roban la felicidad de las personas), con dificultad sería la mitad de lo valiente que tú y tus amigos demostraron durante años; como muchos de los estudiantes tampoco soportaría a los maestros más estrictos ni a los integrantes del Ministerio de Magia que buscan ocultar la verdad en lo respecto a los acontecimientos relacionados con el regreso del mago más tenebroso.
Como espectadora y testigo de tus aventuras te confío que aunque la periodista Rita Skeeter es una manipuladora y metiche, pero para mí es un personaje divertido y revelador que extrapola la conducta de muchas personas de aquí en el mundo muggle. De igual manera te digo que aún a la fecha, a pesar de las grandes batallas que toman lugar en cada entrega, encuentro que tu segunda aventura titulada “Harry Potter y la Cámara de los Secretos”, es para mí la más oscura de todas. Tal vez sea por recordar más claramente su versión fílmica a la literaria, y en ese caso, puntualizaré que algunas de estas películas, como “La Orden de Fénix” o “El Príncipe Mestizo”, llegan a fallar como largometrajes unitarios, originando que aquellos no inmersos en el mundo mágico en que habitas, deban luchar y esforzarse por comprender muchas de las situaciones, comentarios y desenlaces.
A pesar de haber visto las películas innumerables veces, estoy segura que fue aquel primer libro el que finalmente captó mi atención, al punto de volverme una fiel seguidora. Aquel primer capítulo en donde no se hablaba más que de un bebé con una marca en forma de rayo que, pronto y aceleradamente, crecería para convertirse en un gran joven mago, que me haría crecer a mí y que llegaría a convertirse en gran parte de mi vida.
Me niego a creer que el fin se acerca, porque sé que no es así; tal vez no habrá nuevas historias que contar, pero el universo creado no irá a ninguna parte. Desde hechizos, personajes, cultura, términos mágicos, golosinas y bocadillos, juegos y entretenimiento, reglas e historia de la magia, pasados recordados y futuros creados, habrá Harry Potter por largo tiempo. Habrá Harry Potter para toda una vida y me alegra haber sido testigo del nacimiento de una leyenda y del gran triunfo de la magia y la fantasía extraordinaria que trae consigo tu nombre.
Espero en un futuro ver tu holograma en el paquete de una rana de chocolate y prometo que si me llego a encontrar en la estación de trenes de King’s Cross en Londres, correré con mi carrito entre las plataformas tres y cuatro, esperando no chocar contra la pared, sino encontrarme frente al Expreso de Hogwarts, en cuyo caso, probablemente desmaye de la impresión.
Gracias por todo y saludos,
Diana Miriam