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La animación no es cosa de niños

Diana Miriam Alcántara Meléndez

Normalmente asociamos a las películas de animación con cuentos infantiles, relatos familiares y personajes, mensajes y moralejas para niños. La razón principal es que los colores y la técnica están relacionados con las caricaturas, entretenimiento fundamental en la vida infantil. De esta manera los cuentos e historias para los menores fueron adaptados a los largometrajes de animación, o por lo  menos así sucede la mayoría de las veces, pero para nada de forma exclusiva.

Por mucho tiempo la casa Disney fue la encargada de hacer realidad la asociación comics-niños, pero así como ahora otras productoras realizan películas animadas, existen otras películas de animación con la mira, enfoque y  tema que se abordan dirigidas a otros públicos. Películas como Vals con Bashir (Israel-Francia-Alemania-EUA-Finlandia-Suiza-Bélgica-Australia, 2006) o Persépolis (Francia-EUA, 2007), cuyo mensaje es serio e intenso, son dos ejemplos de cómo la animación es utilizada como una técnica y un recurso atractivo a todo tipo de personas.

Los dibujos animados y el anime son dos cosas diferentes; así, mientras muchos crecimos creyendo que toda  animación y caricaturas de fin de semana eran para los niños, lo cierto es que su intención inicial no siempre era esa. Sagas de anime e incluso comics han tocado temas con contenido más formal y serio en lugar de infantil.

Hace tiempo que las historias de animación llegaron, y no sólo eso, se realizaron, expandieron y funcionaron dentro de un contexto más hacia adolescentes y adultos, más allá de su contenido infantil y de formato Disney al que normalmente estamos acostumbrados.

Ejemplo de ello son Final Fantasy (EUA-Japón, 2001), Lady Death (EUA, 2004), Paprika (Japón, 2006) o Steamboy (Japón, 2004). Dichos títulos no sólo muestran la técnica del trabajo de animación, también demuestran que una historia, un guión, puede ser llevado a la pantalla en este formato y ser atractivo y exitoso para todos los públicos.

Como en todo, existen ventajas y desventajas, pero como lo demostrara Animatrix (EUA, 2003), esta técnica (la animación) es un recurso para contar una historia lo mejor posible. Es decir, en el caso de Animatrix, en lugar de contar con actores, dobles y demás encargados de secuencias de peleas y artes marciales, lo que se hace es un trabajo por computadora. Ello no significa que una sea mejor que otra, sino que la técnica es diferente, que el tratamiento y formato coinciden con el tipo de historia que se está contando.

Así pues, decir que la animación no es cosa de niños, significa que no todas las películas animadas deben ser relacionadas con cuentos infantiles. Vals con Bashir, por ejemplo, es un documental sobre la guerra, filmado con cámaras tradicionales, después convertido a animación en post producción, como un formato en el que se quiso contar la historia. Algo parecido hicieron los encargados de A Scanner Darkly - Una Mirada a la Oscuridad (EUA, 2006) quienes filmaron la película en formato tradicional para más tarde, en post producción, cubrir la imagen con un programa que emulara la animación, para reforzar la idea de realidades distorsionadas causado por el uso de drogas, tema de la película.

Los recursos del cine son infinitos, y la animación no es la excepción. Algunas películas son animadas al cien por ciento y realizadas por computadora en su totalidad, pero otras incorporan esta técnica dentro de la historia. Por ello es que se pueden encontrar créditos de películas realizadas a través de esta técnica. Otras veces se realizan como clips dentro de la historia. Por ejemplo, en la película Howl (EUA, 2010), que aborda el juicio contra el escritor Allen Ginsberg en relación a la publicación del poema del mismo nombre (Howl=Aullido), en donde cada vez que el escritor lee un fragmento de su poema, el texto es ejemplificado a través de cortos animados.

Aunque creo que todos debemos dejar salir nuestro niño interior, para darle luz verde a las películas animadas y familiares que nos hagan pasar un buen rato, creo igual, o más importante, darle la oportunidad a películas de animación en general, incluyendo  aquellas cuyo público meta, mensaje e historia sean un público de mayor edad y heterogéneo.

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