La formación de las personas recae en cierta medida en lo que aprendemos en la escuela, las enseñanzas de los padres y el ejemplo de los modelos a seguir de nuestra infancia y adolescencia; yo crecí con el “girl power” de las Spice Girls, y, más allá del movimiento de mercadotecnia, el manejo de la imagen y las canciones pegadizas, lo que aprendí de ellas es que las mujeres debemos estar unidas, que la mujer debe ser respetada como una igual, que las mujeres pueden hacer mucho, de todo, pueden hacer lo que se propongan con las mismas posibilidades que cualquiera para triunfar en ello.
Mujeres en la música hay muchas, así como en las empresas, en el gobierno, en la industria, en la construcción o en el diseño, por mencionar algunas, pero ¿y en el cine? Este año se celebró la edición número ochenta y tres de la entrega del Oscar, apenas el año pasado se le dio el premio como mejor director a una mujer, más de ochenta años después de iniciada esta ceremonia. Unos días después me quedé leyendo con mucha atención, más de la normal, los créditos de las películas. No conté cuántos nombres de hombres y mujeres hay porque no se trata de competir, mi atención iba hacia los puestos dentro del equipo donde las mujeres participaban. Me pregunté si no sería obvio que dentro del departamento de maquillaje y vestuario sería más común encontrar mujeres que laboren en el área, si tramoyistas y operadores de cámaras fueran nombres de género masculino predominantemente, pero, en especial, me pregunté si ésto sería así desde los inicios del cine.
Los primeros cineastas y sus proyectos datan de antes de los 1900; en ese entonces el cine no sólo era un experimento al cual no todos se apuntaban, sino que la época no era equitativa en el trato entre hombres y mujeres. En tiempos en que la mujer aún era vista como inferior y poco o nada partícipe de las labores y costumbres sociales, su papel en el cine era prácticamente nulo. Años más tarde cuando las historias comenzaban a desarrollarse la mujer era la actriz que repetía una y otra vez el papel de la doncella en peligro o de esposa amada. Pero eventualmente la realidad social y las historias que la expresan irían abriéndose paso en todas las ramas, incluyendo el cine.
Dentro de la actuación existieron muchas mujeres que se negaron a ser objetos decorativos en las películas y exigieron papeles con fortaleza y voz, como lo fue Katharine Hepburn. Pero mientras en pantalla la mujer era necesaria, detrás de ella la lucha por oportunidades pareciera haber sido más complicada.
Así, leyendo los créditos, pensé que es común ver mujeres dentro de áreas como producción, dirección de casting y de arte, en parte por las aptitudes y sensibilidad femenina y, en parte, porque mucho de este trabajo es de función administrativa, organización y oficina, escenario común y de oportunidades para ambos géneros, pero, aceptémoslo, normalmente catalogado para mujeres.
Pero lo que inició como negocio de hombres poco a poco ha evolucionado hacia un área común para ser negocio de todos. La mujer también es creativa, audaz y capaz. Tal vez no nos encontremos ante una igualdad-desigualdad de género, en su lugar nos encontramos ante la búsqueda de quién hace bien el trabajo, sea un hombre o una mujer.
Recuerdo haber leído hace poco que una productora mencionó que dejaría de hacer películas con mujeres protagonistas porque no sólo no había historias dignas de llevar a la pantalla, tampoco había actrices que pudieran soportar el peso de un protagónico y al mismo tiempo atraer a la audiencia. Mi pensamiento al respecto: Patrañas.
Mientras tanto las mujeres seguimos abriéndonos paso en un cine que dejó de ser hace mucho tiempo exclusivamente de hombres, dónde el personaje masculino y femenino pueden ser tan importantes en la historia como el del otro, donde hay grandes directores tanto hombres como mujeres, que no se limitan a los clichés de “hombre dirige películas de guerra y mujer dirige comedias románticas”; donde las productoras se arriesgan, donde los escritores escriben de todo y para todos, donde las actores toman buenos retos sin importar qué. Lamentablemente también estamos en una época donde el cine se tropieza y cae con la misma piedra, donde el reconocimiento se le da al mejor postor. Como esta es una realidad social, espero que sea el cine el que comience por marcar un cambio, porque la realidad de hace cien años no es la misma, el tiempo pasa, las situaciones cambian, y eso no debemos darlo por sentado.