¿Qué puede esperar un aficionado del Wolverhampton Wanderers cada que empieza una temporada en la Liga Premier? Habría que preguntarle, pero de entrada, los seguidores de cualquier equipo que no sea Manchester United, Liverpool, Arsenal, Chelsea y a últimos años Manchester City, tienen la certeza que no serán campeones.
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El “Wolves”, como también se le conoce a este club, fue fundado en 1877 y ha ganado cuatro Copas de Inglaterra, la última en la campaña 1959-60, además de títulos en tercera y segunda división, entre otros trofeos. Ha caído hasta la cuarta división en descensos en consecutivos, y desde 2009 se volvió codear con la élite del futbol inglés.
Este fin de semana pasado, los “Wolves” (que eran el último en la clasificación) dieron la sorpresa de la temporada al vencer al líder y hasta entonces único invicto, Manchester United. Lo hicieron tras levantarse de un 1-0 en contra apenas al minuto 3. Hoy, 30 puntos los separan del primer lugar en la tabla.
En las imágenes de televisión se podía ver un estadio lleno. El local, luchando por no perder la categoría, le pegaba al millonario. Los aficionados mordían sus bufandas y esperaban nerviosos el silbatazo que hiciera oficial la hazaña. “Wolves”, lejos de los grandes reflectores, hicieron posible lo imposible, y celebraron el triunfo como una final.
En México es difícil que pase eso. Aquí no hay equipos grandes, sólo unos millonarios. Aquí, cualquiera le gana a cualquiera y las hazañas se limitan a que el octavo lugar de la Liguilla elimine al líder. Aquí cualquiera es campeón.
Por eso, a la distancia, nos cuesta entender qué celebran los aficionados de los equipos “chicos” en otras partes del mundo, siendo que son los creadores de grandes historias.
Me despido, chao!