La traducción literal en español de la palabra “pitch” es “lanzar”; lo entendemos si recordamos que en beisbol el pitcher es el lanzador. Pues en la industria del cine existe algo a lo que se le denomina “pitching” (lanzando), que en realidad es el acto de contar una historia en pocas palabras, invitando al escucha a interesarse por participar en ella. Este discurso es de vital importancia, cuando el guionista quiere convencer al productor de financiar la obra, éste tendrá que contar de qué se trata su guión, qué pretende con él, cuáles son las posibilidades reales de producción y marketing, a qué público va dirigido, cómo se beneficiarán los involucrados, etc. Y su reacción es en cadena, el productor le dirá su versión del pitch al director, los actores, los distribuidores y así.
En este encuentro entre participantes el acto de relatar dura sólo unos instantes, puede que tengas que decirlo mientras acompañas al productor a su auto, o debas pronunciarlo en un auditorio frente a todos los empleados de la compañía. Existan técnicas, estrategias y demás tips para ser todo un experto en la rama, pero lo cierto es que, a pesar de lo que digan, en este proceso no existe una fórmula perfecta ni una ruta idónea, ni un único camino a seguir para lograr los mejores resultados. Cada pitch es diferente, como cada historia es sui géneris. Sin olvidar que hay cualidades innatas, como es la facilidad de hablar en público, la buena dicción y el desenvolvimiento. También requerimos saber a quién estamos hablando, pues no es lo mismo ir ante una empresa que hace siempre películas de terror que ante una productora que se dedica a realizar documentales.
Dentro de los derechos de autor está estipulado que los documentos escritos son los protegidos por la ley, pero, por ejemplo, ideas o pensamientos no lo son. De ahí la fragilidad del hecho, porque la historia o guión que acabamos de contar puede que no nos la compren en la compañía productora, pero si la idea les gustó no tardarán en desarrollarla ellos mismos y sin debernos nada.
Esa es probablemente la razón por la que a veces dos películas con la misma premisa, con historias parecidas y con más de una similitud salen al mercado casi al mismo tiempo. El mejor de ejemplo es el de hace años cuando Armageddon (EUA, 1998) e Impacto Profundo (EUA, 1998) llegaron a cartelera el mismo año. Dos historias sobre un meteorito que chocará con la tierra y la destruirá. Probablemente el pitch fue ese y de allí dos puntos de vista develaron su perspectiva y desarrollo de la misma. Pudo suceder algo similar con Pico de Dante (EUA, 1997) y Volcano (EUA, 1997), Hotel sin salida (EUA, 2007) y Los extraños (EUA, 2008), o Plan B (EUA, 2010) y Loco por Ella (EUA, 2010).
Realmente no hay mucho que hacer al respecto más que intentar escribir, desarrollar y producir la mejor historia, contarla de la mejor manera, hacer el mejor esfuerzo, esperar que la gente la vea y que le guste. En clase de producción se nos decía que en realidad todas las películas tratan de lo mismo, de la lucha entre el bien y el mal. No importa el argumento, los personajes, ni la trama, esa lucha siempre es el motivo y base de todas las historias y por ello lo importante es encontrar formas distintas de contarla, dar dimensión a los actores, dar profundidad a las historias y, en especial, dar relevancia al mensaje que transmitimos en nuestros proyectos.
Es muy común que cuando hablamos de una película la describamos haciendo referencia a otras películas, también es común que cuando desarrollamos una historia o escribimos diálogo nos encontremos reproduciendo escenas que ya hemos visto, o que caigamos en los clásico clichés que si no son bien utilizados destruirán la película por ser y mostrar algo repetitivo, superfluo e incluso irrespetuoso a la audiencia.
Por esa razón, pensando en la consideración y valor de nuestro trabajo, mi consejo es escribir todo en papel, ir a un pitch con las mejores intenciones pensando que los demás van con las peores intenciones, no nos desanimemos al oír que alguien desarrolla un proyecto parecido al nuestro y, sobretodo, veamos mucho cine, porque, aunque casi iguales, ninguna película es la misma (a menos que alguien haga un remake con copia calca, casos que por cierto ya se han dado más de una vez en Hollywood).