Gabriel García Márquez alguna vez dijo que el cine y la literatura van de la mano, que si se quiere hacer un buen cine de ficción es importante desarrollar, dar su tiempo y espacio a las bases literarias, a la palabra, al desarrollo de historias, personajes y, claro, a la reflexión del tema, al mensaje y al pensamiento del escritor.
Pensando en ello, no es sorpresa encontrarse con la gran cantidad de guiones basados en escritos previamente publicados, ya sean cuentos cortos, novelas, comics o biografías; lo cierto es que los libros hacen un gran avance en cuanto a la presentación del panorama o escenarios, de los personajes, las tramas y los propósitos de la historia. Mientras algunos autores son parte de la ola experimental y búsqueda de historias para llevar a la pantalla grande, otros son amplia y repetidamente llevados al cine; tal es el caso de William Shakespeare (1564-1616).
Shakespeare, escritor inglés y dramaturgo, cuyas obras, tanto tragedias como comedias, demuestran su gran capacidad como escritor, retratando personajes e historias trascendentales. Entre su trabajos más conocidos podemos encontrar, dentro de la comedia: Mucho ruido y pocas nueces, La fierecilla domada, El mercader de Venecia y Como gustéis. Dentro de la tragedia se encuentran: Hamlet, Otelo, Macbeth, El Rey Lear, así como la que es probablemente su obra más adaptada y la historia de amor mejor conocida entre los románticos: Romeo y Julieta.
Es increíble como ésta última sea un estandarte para los enamorados cuando hablamos de una historia trágica, en especial para las generaciones acostumbradas a los cuentos de princesas y los finales felices. Existen Romeos y Julietas de diversas formas, desde la adaptación fehaciente del escrito de Shakespeare, hasta la re-adaptación infantil y con dibujos animados de la historia; porque incluso Amor sin Barreras (EUA, 1961) o High School Musical (EUA, 2006) tiene esa base, ese toque del escritor, esa lucha entre clases y de amor casi imposible que lucha por sobrevivir contra tormentas y tempestades.
Lo cierto es que adaptar a Shakespeare significa asegurar una estructura segura de la historia, un conjunto de enredos, personajes, desarrollo y trama casi perfecto que, a más de 400 años aún tiene vigencia y resonancia.
Nota anexa a esta ola de adaptaciones cinematográficas es Cartas a Julieta (EUA, 2010), cuya trama está basada en la historia verídica de un grupo de personas que se hacen llamar “las secretarias de Julieta” quienes responden la correspondencia de visitantes que dejan sus pensamientos, historias y peticiones dirigidos a “Julieta”, en la ciudad de Verona. Este lugar, este concejo, esta casa, fue creada a partir de la popularidad del personaje que Shakespeare creara en su obra literaria.
Shakespeare, como muchos escritores, refleja en sus textos a la sociedad que le rodea, los ideales de las personas, los sentimientos, anhelos y preocupaciones de sus personajes en el contexto social en que se ubica, pero él, a diferencia de otros autores, utiliza detalles, diálogos, acciones, situaciones y confusiones para reflejar el verdadero sentido del subconsciente del hombre. Podemos ver en su obras un subtexto digno de reflexión, un estado de preocupación, de agonía, de felicidad, o de confusión, presente en la vida de las personas, presente desde hace cientos de años y actual en la mente colectiva de la sociedad moderna. Con ello el autor nos lleva, en cualquiera de sus obras, a reflexionar sobre la amistad, el amor, la traición, las banalidades, los deseos o la fortuna.
Otelo es, por ejemplo, una muestra del engaño, el deseo de poder, necedad, desconfianza, obsesión y traición, personificada y vista a través de los ojos de Yago. En el rubro de la comedia, Rosalinda y Celia son sello del amor, el desamor, la esperanza, ingenuidad y devoción, en una historia de líos y enredos amorosos.
Creador de frases inolvidables, historias consolidadas y un lenguaje único, Shakespeare está inmortalizado en su trabajo literario; pero también en el cine perdura su recuerdo alrededor del mundo, con adaptaciones apegadas a los textos clásicos de la mayoría de sus obras [Romeo Y Julieta (Reino Unido-Italia, 1968), Sueño de una noche de verano (Italia-Reino Unido-EUA, 1999), Hamlet (Reino Unido-EUA, 1996)], hasta innumerables interpretaciones libres de su trabajo [entre ellas, 10 cosas que odio de ti (EUA, 1999) o My own private Idaho (EUA, 1991)]. Verlas o no verlas, esa es más que la cuestión.