Los limones están carísimos; ¡un kilo se consigue a cambio de 40 pesos! Si mi memoria no me falla, antes era caro cuando pasaba los 15 pesos. Pero a veces las cosas salen mal y llegan las sorpresas desagradables. Amargo como el jugo del limón fue el empate de Santos. Poco puedo decir del juego, ni fui al estadio ni le puse atención a la transmisión.
=mas=
Volteaba sólo cuando los comentaristas alzaban la voz y, sin contar los goles, era para ver las atajadas de Oswaldo Sánchez que salvaba a los suyos de una derrota en casa. Ahora vendrá una jornada dura para los Guerreros, cuando el sábado visiten a Jaguares. A ver qué “sorpresa” prepara Romano en su alineación. Yo no entiendo porqué ante Pumas salió con un sólo delantero. Luego, cuando va perdiendo e intenta corregir, suele ser demasiado tarde.
Amargo, para mí, fue también ver perder a los Jets de Mark Sánchez contra los Acereros. Más allá de la mexicanidad que presume orgulloso el mariscal de campo del equipo neoyorquino, vi como se me escapaba la posibilidad de llegar a la final de la quiniela. El “trágico” domingo comenzó “temprano”. A la 1:00 de la tarde, recién levantado de la cama, prendo la tele sólo para ver como River Plate pierde un partido que nunca debe perder: ante Boca.
El colmo: me compré unos tacos al pastor “para llevar”. Al entregarme la bolsa (sospechosamente de color oscuro), el vendedor me dijo “ahí va la salsita roja”. Cuando me disponía a comer, me di cuenta que efectivamente venía la salsa, pero de los limones no había el menor rastro. ¿Tacos sin limón? ¿En qué país se ha convertido éste en el que vivo?
Me despido, chao!