La premisa es sencilla y prometedora, Sucker Punch (EUA, 2011) trata de una joven que es admitida en un hospital psiquiátrico. La única manera de salir será siguiendo un estratégico plan que se llevará a cabo con la ayuda de otras jóvenes internas; la misión sólo se completará si se deja que el mundo real, la imaginación y la fantasía converjan en un mismo punto.
He escuchado a muchas personas catalogar a esta película con adjetivos muy opuestos. Se dice que es el tipo de película que “la amas o la odias”, incluso hay quien afirma que el subtexto y simbolismo está tan cargado y es tan ambiguo que el espectador no termina de entenderla. Tal vez sea cierto. Nos encontramos con una de esas películas cuyo universo va más allá de la realidad, donde los mensajes y símbolos juegan en un nivel cambiante, cuyo desarrollo y desenlace queda abierto a interpretaciones, reflexiones, discusiones, convirtiéndose en una película que hay que ver; por eso y porque visualmente se ha hecho un trabajo pulcro, definido, de gran calidad.
Dicho esto he de decir que la película tiene muchas fallas. Creo que las discusiones relacionadas con el mensaje de la misma son, de cierta manera, producto de la falta de definición de la historia y personajes. La película podría definirse en tres partes, más un prólogo bellamente sincronizado, musicalizado y filmado. La primera parte es la formulación de la propuesta de la historia, en este caso, lenta, abstracta, sin detalles ni información suficiente; lo que debemos saber no nos lo dicen, mientras hay cosas obvias que se cansan de repetir y recalcar.
El escritor debe tomar en cuenta cuando escribe un guión que existe algo llamado “momentos del trailer (o corto cinematográfico)”. Es decir si, por ejemplo, nuestra historia trata de una persona que muere, hace un pacto con alguien para revivir, revive y toma venganza, ese momento, esa información básica es un momento del trailer, porque es el gancho del corto que invita a las personas a ir a ver la película, por lo tanto, cuando llegan al cine, saben de qué va la historia. Bien, Sucker Punch olvida eso, en parte porque el encargado de marketing, el productor y el director no se pusieron de acuerdo y, por otro lado, porque ni el guionista, ni el director, ni el editor se detuvieron a pensar que el cinéfilo no es tonto.
Mi molestia con el segundo tercio de la película es la constante rutina; cada paso de la misión es una repetición de lo anterior, es un momento en el que se cae la película porque no pasa nada, una secuencia de acción tras otra que aunque bien hecha no me hizo saltar de mi asiento ni adentrarme en la historia que estaban contando. Yo no tengo nada en contra del poder visual del cine, desde cualquier punto que se le quiera ver. Si se le llama a la película feminista o no, si se trata de un estudio complejo o al 100% de efectos especiales y demás tratamiento visual a la imagen, si habláramos del maquillaje y vestuario, o si deliberadamente se juega (y es mencionado en la película) con la imagen sexual de un grupo de jóvenes, por mí no hay problema, mientras se justifique cada escena, movimiento, acción y reacción, que aquí, por cierto, no se hace.
Creo que el potencial de la historia es enorme; una vez más nos encontramos con un relato que apela al poder de la mente, la realidad, la fantasía, los sueños y el subconsciente, pero en este caso no hay escenas que exploten el curso de la historia. En este tipo de películas cada situación debe llevarnos a entender mejor lo que está pasando y el por qué de los personajes; sin embargo nos encontramos con muchas secuencias que son ver repetición de lo mismo de hace cinco minutos atrás, por lo que se vuelve tedioso y aburrido para el que está sentado en la sala de cine.
¿Por qué los personajes hacen lo que hacen? He ahí el problema en el desenlace de la historia, de allí que leamos en internet tantas discusiones sobre qué fue realidad y fantasía en la película. Porque no existe un buen desarrollo de personajes, no hay perfiles, contexto, ni pasado. Un personaje muere, perfecto, ya ni me acordaba. Ese es el vacío que genera el poner por poner. Y a pesar de ello, la tercera parte de la película resulta la más interesante, porque por fin, después de una hora y media, el director nos lleva a pensar la razón de la historia, la razón de los mundos imaginarios y los simbolismos a lo largo del viaje. Lástima que lo haga ya que vamos por la recta final de algo que pudo tener mayor significado y un mensaje más claro para el que está viendo la pantalla.
No estoy segura si Sucker Punch pasará al futuro como una película para los fans del director, para los fans del género, o si nos olvidaremos de ella en un futuro. Cuando el director y guionista Zack Snyder dijo que se trataba de una especie de “Alicia en el país de las maravillas con armas”, supe que debía verla, por el simple hecho que Alicia es para mí lo máximo. Tal vez Snyder apuntó muy alto y no llegó tan lejos, pero logró algo digno de ver, algo recomendable para los que gustan del cine. Respecto a lo demás me resta decir que para apuntar lejos y darle al blanco hace falta práctica, entrenamiento, un buen equipo y mucho trabajo, ahí está el camino.