La suerte es un factor que debe tomarse en cuenta, pero no debe ser factor.
En el deporte (y quizá en la vida) por aquello que llamamos “suerte” se dan situaciones que luego son recordadas como “grandes injusticias”.
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¿Qué es la suerte?
Según las primeras dos definiciones en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (para que se oiga “caché” y tenga peso) suerte es: 1. Encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual, y 2. Circunstancia de ser, por mera casualidad, favorable o adverso a alguien o algo lo que ocurre o sucede.
Es decir, la suerte está a veces a favor o a veces en contra. En un partido de futbol, invariablemente cuando ayuda a uno, perjudica al otro.
Como el sábado pasado, cuando los Guerreros vieron en repetidas ocasiones el balón estrellarse en los postes de la portería defendida por Oswaldo Sánchez y al final, con un “cabezazo” de Aarón Galindo (jugador que ni titular habitual es), los Guerreros vencieron a Jaguares. ¡Qué buena suerte del Santos! ¡Qué mala suerte del “Profe” Cruz y sus dirigidos!
En lo profesional, qué suerte (de la buena) tienen los jugadores que llegan a los equipos de Primera División en México. En muchos casos son jóvenes sin estudios que empiezan a ganar mucho dinero y (si le echan ganas) también fama, contratos, autos, mujeres.
Mientras que las jugadoras buscan hacerse un lugar en un mundo creado por los hombres para los hombres. Ellas, que en su mayoría sí estudian, no tienen grandes reflectores y su batalla es muy dura. Sin embargo, lejos de lamentarse por su “mala suerte”, trabajan a diario para que las cosas cambien. A fin de cuentas, creo que la suerte es para el que la trabaja.
Yo me despido, chao!
Versión en audio en los podcast del SigloTV.