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Los caballeros las prefieren rubias

Diana Miriam Alcántara Meléndez

Algunas películas son trascendentes por lo que representan para la trayectoria de actores, productores o directores que en ellas participan. Los caballeros las prefieren rubias (EUA, 1953) es probablemente una película más conocida por la participación de Marilyn Moroe y aquel reconocido número musical “Diamonds are a girl’s best friend”, que por el reto que significa hacer una comedia sobre dos mujeres luchando por subir de nivel económico en un mundo conservador.

La película, previamente un musical de Broadway, cuenta la historia de Lorelei Lee (Marylin Monroe) y Dorothy Shaw (Jane Russell), dos amigas cantantes que se embarcan hacia Paris con el fin de que Lee contraiga matrimonio con un adinerado heredero; en su camino el amor y los diamantes les harán pasar un tanto el desamor y, en especial, una lección de vida en lo referente a la lealtad (amistosa y amorosa).

La trama es sencilla y muy básica: mientras Lorelei es una joven amante del dinero y despreocupada de la vida, Dorothy es una enamoradiza en búsqueda del hombre más conveniente; en cuanto que una está a punto de casarse y es vigilada por un detective privado, la otra se siente utilizada por un hombre que no ha definido si caer en el juego del gato y el ratón. El resultado es una comedia romántica promedio engalanada por números musicales y la buena química de sus dos protagonistas representando a mujeres muy diferentes, pero unidas por algo más profundo que las apariencias.

Tal vez esto último sea el mensaje más importante de la película, muy en el subtexto y el análisis, desafortunadamente. La película no solo toca temas referentes a las conveniencias y los intereses representados por ambas protagonistas (Lee sólo busca a alguien que tenga dinero, Shaw sólo busca a alguien que sea bien parecido, lo demás está de más), pero también en las diversas situaciones a las que se enfrentan y los diferentes personajes con los que se topan.

Aunque la historia es bastante sosa, el mensaje final es suficientemente contundente. Tanto en el papel social de las mujeres, lo hábiles y convincentes que pueden ser cuando se lo proponen, como en lo referente al poder de convencimiento y las conveniencias individuales en situaciones de las cuales muchas personas sólo buscan sacar su mayor provecho, o incluso en cuanto a la confidencialidad,  amistad y  lealtad de los viejos amigos o los nuevos conocidos.

Ambas protagonistas se ven puestas a prueba en eventos de la vida diaria: conseguir una pareja, enamorarse, el trabajo o el dinero; muy a fondo, estas mujeres son ejemplo y resultado de una sociedad que ha devaluado y subestimado al género femenino (ya sea visto desde la época en la que la película fue lanzada, 1953, hasta incluso para la situación actual en este nuevo milenio).

Hacia el final de la película el personaje de Marilyn Monroe dice: “puedo ser inteligente cuando es importante, pero a la mayoría de los hombres no les gusta”. De ahí la importancia de un largometraje como éste, de un protagónico de la icónica Monroe en un estilo de actuación en la que fuera encasillada y catalogada por el resto de su carrera artística, incluso teniendo papeles diversos en películas previas y posteriores a este largometraje: “Eva al desnudo”, del año 1950 y “Con las faldas y a lo loco”, de 1959.

Sobre la actriz se han dicho muchas cosas, pero sin duda es probable que la idea y el cliché del personaje denominado como la rubia ingenua nunca haya tomando tanta importancia hasta que apareció Marilyn en escena, una chica divertida, sencilla y despreocupada, pero nunca tonta.

El carisma de ambas protagonistas es único, en especial el de Monroe quien se convierte en un personaje al que es sencillo considerar como una caza fortunas e interesada, y sin embargo, a quien es difícil odiar; por qué no, ambas chicas solo son resultado del ambiente evasivo y hostil al que se enfrentan. Incluso hay quienes han considerado a Dorothy la peor de las dos amigas, buscando sólo el sentimentalismo pasajero y momentáneo por sobre compromiso y entrega.

Para aquel año Russell ganaba cinco veces más de lo que Monroe por su trabajo en el cine, y aunque ambas entablaron buena amistad, lo más importante era que las dos estaban consientes de su papel en la película: dos chicas diferentes, una rubia y una morena, enfrentando variadas situaciones cómicas, de intriga y enredos en su camino por encontrar al hombre ideal.

Probablemente la película ha tomado importancia por la presencia de Marilyn Monroe en pantalla, sin embargo es más que eso. Un tanto la capacidad actoral de Jane Russell, pero en especial, la película en sí vista como una buen vehículo para entender la cinematografía de los años cincuenta, la mentalidad de la época, e incluso la revolución sexual que se veía venir próxima. Por ello este título, y lo que significa en la cultura popular, es parte de la historia del cine.

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