En el mundo del cine es común decir que existen tres versiones de cada libreto; es decir, la película del escritor, la del director y la del editor. En el proceso de hacer una película es muy importante que cada miembro del equipo lea y conozca bien el guión. Los decoradores de set, por ejemplo, lo hacen para construir el escenario de la manera que mejor represente lo que sucede en cada escena; los actores también, pues son ellos quienes estudian, interiorizan y representan las acciones y palabras de los personajes y, por lo tanto, el resultado es que cada persona plasma su muy particular punto de vista, arrojando así diferentes y variadas visiones de cómo abordar un guión.
Pero la historia en sí, su orden, su desarrollo, su esencia, cuenta con tres grandes influencias. La primera es de quien escribe, quien en su labor pone en palabras escritas el relato que tiene en mente. Las relaciones, las peculiaridades, la acción, la ficción, el subtexto, el mensaje, el todo. Muchos piensan que el trabajo de los escritores se encuentra devaluado porque son ellos quienes inician el todo, son quienes ponen la base y el orden a las ideas que alimentan un proyecto. Una cosa es tener una idea y otra muy distinta es desarrollarla y ponerla en forma en noventa (más/menos) páginas. Metafóricamente hablando son la obra negra del edificio en construcción.
Ahora bien, la participación del escritor en el seguimiento de la producción es cambiante, depende de las personas y las relaciones implicadas. El productor lo que hace es leer el guión, evaluar y decidir la potencialidad o viabilidad del proyecto. Cuando el productor toma un guión a su cargo y decide llevarlo a la pantalla, entonces lo hace suyo, por así decirlo.
Si así es el caso lo que procederá será contratar a un director cuya visión encaje, preferentemente, con el mensaje que el productor ve en el guión (sobre mencionar también la visión que el escritor puso en su trabajo).
El director entonces plasma su sello en el proceso de filmación, es decir, la transición de páginas escritas a material audiovisual, que será la materia en bruto de lo que en su conjunto se convierte en una película. La forma en que un director visualiza una reacción de un personaje, una toma, un acercamiento, una pausa en el movimiento de la escena, es simplemente su trabajo reflejado en escena, es decir, la dirección misma.
Finalmente los rollos de película son llevados al cuarto de edición en donde toma a toma se organizan, se enlazan y se convierten en la película que se presenta en el cine. La labor del editor es la de realizar un ejercicio de imaginación visual. La película The Tracey Fragments (Canadá, 2007) hizo un experimento aprovechando que la historia trata de una joven que intenta recordar los eventos del último día con motivo de encontrar a su hermano perdido. La distribuidora subió a su página web todo el material filmado en película y se invitaba a los interesados a editar su propia visión de la película. El resultado fue variado: desde videos musicales hasta largometrajes con distintos enfoques; es decir, la misma historia contada desde variadas perspectivas que cambiaban de acuerdo con la edición de cada participante, muy independiente del corte final oficial que se vio en pantalla.
Las diferencias de opinión entre productores, directores, guionistas y editores no siempre causan agitación o repercusiones en la película final, aunque en muchas ocasiones, las diferencias quiebran relaciones amistosas o de trabajo y resultan en películas alejadas e incompatibles entre página-imagen porque se impone un tipo de corte final del rollo o un cambio en el desenlace del mismo, situaciones que ocasionan que directores e incluso editores decidan remover su nombre de los créditos finales por no concordar con las decisiones tomadas. De ahí que a veces el formato en DVD de las películas incluya dos o más versiones de una misma película, el corte original y el corte del director, ofreciendo ambas versiones y dejando al espectador elegir a su preferencia.
En otras ocasiones, por ejemplo, los cambios sugeridos por directores, editores, productores, escritores y, en ocasiones, hasta los actores, han sido incluso favorables y aplaudibles dando un mejor tono y resultado al proyecto cinematográfico.
El cine es un trabajo en equipo y mientras sugerencias y decisiones sean tomadas en cuenta en pos de ofrecer el mejor producto al espectador y no sólo por obedecer a intereses económicos, sociales, de mercadotecnia o por compromisos, entonces que el cine continúe ese complejo pero dinámico y bien engrasado proceso artístico.