Drácula es una novela escrita por Bram Stoker publicada en 1897. Para 1924, Hamilton Deane adaptó el trabajo literario a una obra de Broadway; dicho trabajo es la base para esta película de 1931, dirigida por Tod Browning, con Bela Lugosi representando el papel principal, el del Conde Drácula, un vampiro que llega desde Transilvania hasta Londres para perturbar la tranquilidad de los ciudadanos ajenos a los seres vampíricos, así como al peligro que su existencia puede representar para la población en cuestiones de peligro inminente, asuntos de vida o muerte.
El género del terror/horror ha evolucionado con el paso de los años; la forma en que las personas se acercan a él, la manera en que las mentes actuales reciben su impacto, sienten la adrenalina y se exaltan, son diferentes a las de tiempo atrás. De allí la importancia de una obra como ésta, un material en donde el horror proviene de la tensión y la sensación de desconcierto y desconocimiento ante situaciones desconocidas.
Sin saber qué son los vampiros ni cuáles son sus capacidades, los personajes poco a poco van descubriendo pistas de cómo un ser como el Conde pueden terminar con la vida de sus seres queridos, sus amigos, sus compañeros, dejando que los ambientes, las pausas y las miradas creen una atmósfera, permitiendo que los personajes y los espectadores vean su realidad amenazada por un ente externo que quiere terminar con su propia armonía.
En la actualidad los convencionalismos de seres fantásticos como los vampiros es tal que algunas “reglas” se dan por sentado, pero para esta película descubrir que los vampiros no tiene un reflejo en el espejo o que la forma de matarlos es clavándoles una estaca en el corazón, son el tipo de pistas, al mismo tiempo que obstáculos, que se entrometen entre el éxito o el fracaso de los personajes para deshacerse de Drácula. Conflictos y desarrollo plasmados por Stoker en su novela y traídos de vuelta para la obra teatral y la película son parte de la realidad de los personajes, poneiendo al espectador en sus zapatos en lugar de buscar asustarle, siendo la forma en que películas como ésta funcionan.
Para lograrlo, tanto el director como los actores crean en conjunto un trabajo lleno de detalles. La famosa mirada iluminada de Lugosi en pantalla es parte de la historia sobresaliente de la cinematografía, pero también resalta el maquillaje y el vestuario, que remarcan las diferencias en los estados de ánimo de los personajes. El punto en que éstos pasan de su estado normal a un estado de hipnotismo creado por el poder Drácula, complementan esa etapa de inanición por el que las personas pasan ante un poder de supresión sobre ellas.
En este ámbito destaca también la forma en que se representa a la sociedad de la época; desde la manera en que los pacientes de las instituciones mentales son tratados hasta el papel de la mujer hacia sus semejantes, en sus relaciones personales y en su posición social.
De esta manera el equipo artístico (técnicos, actores, producción) crea un largometraje tanto romántico como misterioso, presentan un Drácula elegante y seductor, dan vida a un vampiro que es más humano que muchas de las personas a su alrededor, constituyéndose, desde ese punto de vista, en un clásico del género, un pionero de los seres denominados vampiros, por lo menos dentro de la pantalla grande.
Aunque para algunos el ritmo sea lento y contemplativo, la imagen permite captar simbolismos, permite otorgar a seres como las ratas, las arañas o los murciélagos un aura de peligro y hostilidad; son sentimientos como éste los que construyen el relato y lo hacen tan significativo ahora como ochenta años atrás.
El mismo año la versión en español de la película fue lanzada para audiencias de habla hispana. Este Drácula fue dirigido por Geroge Melford y estelarizado por Carlos Villarías, al lado de diversos actores provenientes de diferentes partes de Latinoamérica y España. Esta versión cuenta exactamente la misma historia y fue realizada en los mismos estudios y set que la de Browning; mientras la una filmaba durante el día, la versión es español filmaba durante la noche.
Este detalle prueba la influencia del Conde Vampiro en la cultura popular, convirtiéndose en un referente para el resto de las películas de esta naturaleza en los años venideros. Su legado, tanto en el cine como en el ámbito fantástico, se encuentra presente a más de 80 años de su lanzamiento, algo que la hace tanto única como especial.
Ficha técnica: Drácula