@@CLIMA@@

La experiencia del cine

Diana Miriam Alcántara Meléndez

¿Qué es el cine? Imágenes en movimiento, historias que contar, una tarde de entretenimiento en casa, un momento distractor frente a una gran pantalla en una sala oscura, un relato audiovisual al alcance de la mano, amovible, posible de detener y/o reiniciar a voluntad, un espacio para la expresión, una forma de creación. ¿Todas las anteriores?

La cinematografía no es ajena a la llegada de la era de la información, de las nuevas tecnologías; el cine evoluciona porque el hombre evoluciona;  tal como la historia de éste (y de acuerdo con la antropología), no es posible llegar a un fin último porque eso significaría el final de su existencia; es decir, mientras el hombre exista, el arte y el cine, como parte de esta disciplina, seguirán existiendo y, por ende, seguirán cambiando, creciendo y evolucionando.

De este modo se explica la expansión en las formas en que se hace cine, así como la manera en que se ve. Las cámaras y los reproductores de imágenes van encontrando nuevos y mejores prototipos, nuevas herramientas y nuevas tecnologías.

La dualidad de filmación, en su formato análogo o de celuloide frente al formato digital, ha sido un tema recurrente en los debates de la industria cinematográfica desde hace varios años. La forma en que el cine se hace, la imagen se captura y el equipo de producción trabaja, es diferente entre uno y otro formato. Un rollo análogo, por ejemplo, permite aproximadamente diez minutos de filmación, mientras la cámara digital puede rodar, sin interrupciones, alrededor de una hora.

Los pros y los contras entre un modo de trabajo y otro son extensos, afectan desde el presupuesto planteado para hacer la película hasta el tratamiento que se le pueda dar a la imagen, está también el control que el director puede tener sobre una toma o el trabajo y proceso de revelado que implica una u otra técnica (incluido el ojo crítico, metodología y labor del cinematógrafo durante todo este proceso); incluso la agenda y la técnica actoral se ve afectada por el modo de trabajo de filmación que se elija.

El cine digital o el cine en tercera dimensión son sólo algunas de las nuevas ventanas que forman parte del todo de la cinematografía del presente siglo. El director y el productor, por ejemplo, tienen dos opciones para lograr el mejor producto posible (la película): el formato tradicional y el formato digital; además de las otras herramientas que les ayudan a crear la película como lo son la edición, la sonorización o los efectos especiales. No se trata de balancearse automáticamente hacia un nuevo y moderno cine digital o hacia el experimentado y estudiado cine tradicional, sino se requiere analizar y valorar cuál de las dos opciones cuenta mejor la historia que se quiere llevar a la pantalla, cuál de las dos opciones embona mejor con las posibilidades de la historia, con la viabilidad del presupuesto, con las habilidades y el conocimiento del equipo técnico, e incluso con las formas de distribución y consumo del producto final, de la película.

No es hacer cine por hacer cine, o reducir rollo fílmico por ahorrar en costos de revelado, o de preferir cine digital con el fin de deslumbrar con el trabajo realizado por el departamento encargado de los efectos especiales, o al contrario, elegir el proceso análogo porque la película no cuenta con efectos especiales; no, el cine es un todo, las oportunidades de ambos procesos tienen sus especificidades y es labor de la producción contemplarlas; no es justificarse, es elegir con consciencia.

Una vez finalizada la posproducción, la película es apenas un rollo o una caja contenida a punto de ser descubierta. La distribución y el almacenamiento de la información audiovisual también han tenido su impacto en la relación del cine con el espectador.  ¿Cómo se compara la experiencia de acercarse a una película entre una persona que asiste a una sala de cine con alguien que la ve en la sala de su casa, a alguien que la ve en su computadora portátil o alguien que mira una película a través de la pantalla de su celular mientras se encuentra haciendo uso del transporte público?

Mientras la industria se pregunta por la mejor manera de llevar historias hasta su público, el resto de los implicados, las productoras, las distribuidoras, los grandes complejos cinematográficos, las compañías que ofrecen servicios de tecnología al usuario, entre otros, deberán preguntarse respecto a los usos y costumbres del ciudadano promedio actual, quien habita en una época bombardeada por mensajes personalizados (publicidad, tecnologías), de rápido movimiento y dinamismo, de nuevas formas sociales, las cuales, tal vez sin darse cuenta, afectan también a la cinematografía.

¿Será que más apertura a la exploración de las formas de ver cine (consumo) como a la experimentación de hacerlo (realización) han traído sólo un cine de carácter masivo (sea la determinación de su calidad un tema aparte)?  ¿Cómo diferenciar el cine bueno del cine malo (y qué significa esto)?

Demasiada oferta no hace buen cine, como tampoco influye su carácter análogo, digital o en tercera dimensión. Si bien el cómo se presenta una película hace valer mucho la calidad de ésta, ¿qué es lo que hace a alguien sentirse satisfecho con un filme? Algunos cineastas creen que la historia; sin importar cómo se cuente, si una historia es sólida por sí sola, entonces tendrá la fuerza para sostenerse en pantalla. Sin embargo, más de una vez se han visto historias bien logradas en papel y mal guiadas en su paso al lenguaje audiovisual.

Tal vez este sea un cuestionamiento difícil de responder considerando el cambiante proceso por el que pasa la industria; el debate es complicado pero no en vano, no ahora que las empresas han decidido dejar de fabricar cámaras que funcionen con rollo fílmico o ahora que el cine está a un simple click de distancia.

Fotos más vistas en 15 días