Hace más o menos un mes pagué una cena por una apuesta que perdí a Herculez Gómez delantero norteamericano del Santos Laguna y a mi amigo Chava Perales, el famoso ex Comandante, líder de porras Santistas. Más allá de la agradable velada que la complementaron otros buenos amigos, me voy a detener en una respuesta de Hérculez que aunque fue corta y más llena de expresión que de palabras se me quedó grabada. Entre la charla casi toda futbolera, le pregunto: Herculez ¿realmente es tan difícil jugar en San Pedro Sula, pesa el ambiente como tanto dicen algunos? Su respuesta fue tajante, después de una expresión irónica me dijo: "Para nada, nada de eso, por lo menos no a nosotros". Comentó que a pesar de haber perdido el partido (Honduras 2 USA 1) perdonaron a los catrachos, siendo siempre superiores.
A qué voy. Este viernes pasado México visitó San Pedro Sula y como acostumbramos, los complejos y traumas que algunos no pueden o no quieren dejar en el pasado salieron a relucir uno a uno, desde los medios de comunicación que van en avanzada se empieza a caer en los lugares comunes. Que el clima será insoportable, que la cancha está horrible, que el público será hostil, que la prensa hondureña está calentando de más el juego... En fin, hasta para cerrar con broche de oro dejamos que se luciera nuestra podrida doble moral con el dedo de Justino, pésimo actuar del directivo sobre todo por no admitirlo pero peor la forma de escandalizarse de casi todos.
Todo esto la verdad es decepcionante, los medios y los aficionados no caemos en la cuenta de que si queremos que nuestro futbol de un verdadero salto de calidad también en nuestra cancha hay que cambiar. Más allá del resultado, creo que algunos jugadores de ésta selección dieron muestra que igual que a Herculez y los norteamericanos, San Pedro Sula y sus mitos no les afectaron en nada, México debió ganar un partido que termina empatando por dos errores de marcación y punto.
Los jugadores y cuerpo técnico se empiezan a liberar de complejos lamentables. Nosotros ¿Para cuándo?
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