Luis Buñuel fue un artista que se caracterizó por experimentar con las posibilidades creativas de las artes en las que se desenvolvió y, por si fuera poco, con la capacidad de combinar aquella libertad creativa entre una y otra disciplina. Su paso por la industria cinematográfica tiene un importante significado, tanto por los mensajes y temáticas que aborda en sus historias, como en el uso de la imagen como herramienta para la expresión. La película de 1961, Viridiana, dirigida por Buñuel y coescrita entre él y Julio Alejandro, basándose en la novela “Halma” escrita a su vez por Benito Pérez Galdós, ejemplifica ambas características.
La historia sigue a una joven monja quien antes de dedicarse de lleno a su labor en la iglesia es enviada a visitar a un tío con quien poco ha convivido. Viridiana, la protagonista, es muestra viviente de todas las características de una persona ejemplar: tiene un buen corazón, es amable, no se mueve por la ambición o por el dinero y su objetivo en la vida es ayudar a los más necesitados; pero las personas, las circunstancias, el contexto social poco a poco la llevarán a entender que no todos sus semejantes se mueven bajo la misma filosofía que ella, en especial, porque al ambiente social mismo no lo permite.
Buñuel demuestra de diferentes formas la decadencia de la sociedad, criticando sutilmente las formas en que las personas se ven viciadas, ya sea por las condiciones económico-sociales, por el funcionamiento del sistema capitalista en general, por la envidia, la codicia, la falta de ética, la competitividad.
El primer ejemplo se presenta con el personaje del tío de la joven, Don Jaime, interpretado por Fernando Rey, a quien Viridiana va a visitar; solitario y desinteresado de los demás, pero que la engaña y fuerza para que se quede a su lado y no regrese al convento. Por otro lado está el hijo del tío, Jorge, interpretado por Francisco Rabal; un hombre confiado, hablador y decidido a sacar provecho de cualquier circunstancia que se le ponga enfrente.
Pero la mayor crítica aparece hacia el final de la película. Durante la historia Viridiana hereda la casa y dinero de su tío, por lo que decide comenzar un albergue con esos recursos e invita a vivir con ella a diferentes personajes de pobres condiciones económicas, enfermos y sin ningún recurso o ayuda externa. Después, cuando la familia necesita salir por unos días para arreglar diversos asuntos, el grupo de variados personajes decide introducirse a la casa y aprovechar todos los lujos (desde comida hasta escuchar música y usar las charolas de plata) al punto de destruir el lugar dados los abusos del alcohol, entre otros más.
También se aprecian analogías visuales que alimentan la historia, por ejemplo, el momento en que Viridiana le pide a su tío que retome el contacto con su hijo a quien abandonó años atrás; acto seguido, y finalizada la plática, Don Jaime se detiene para rescatar a una abeja que Viridiana ha notado atrapada en el agua contenida en un tanque.
La película está llena de detalles que reflejan, ejemplifican, el actuar de las personas, incluido el racismo, la pobre ética y moral o la enajenación de la mente y los sentidos. Como el grupo de gente pobre que habita en el albergue y quienes repetidamente exilian a un hombre a quien tachan de estar contagiado con lepra, por lo que le hacen usar una lata de aluminio amarrada a su cuerpo a fin que el ruido les haga saber que se encuentra cerca, pero a quien, a pesar de todo, continúan invitando a convivir con ellos por tratarse de un semejante en cuanto a condiciones de vida.
Durante la historia las referencias a los distintos tipos de corrupción crean un ambiente hostil para Viridiana, comenzando por su tío que le pide se ponga el vestido de novia de su fallecida esposa con la excusa de que el parecido físico es excepcional, hasta la sirvienta de la casa que accede a drogar a la joven porque, se encuentre de acuerdo o no, su patrón se lo ha ordenado. La presión sobre el casi único personaje decidido a mantenerse firme a sus convicciones es tan grande que termina por ceder.
El impacto que la película pudo y puede tener, aún es trascendente; incluso en la actualidad los ejemplos de comportamiento humano enajenado, carente de ética, se hacen presentes en la vida diaria de las personas y es, precisamente, ese reflejo fidedigno, crítico y hasta objetivo, el mayor aporte de este proyecto cinematográfico.
Ficha técnica: Viridiana