Las etapas de vida son ciclos que las personas recorren con diferentes perspectivas e ideales según sea el momento en el que se encuentran. La niñez no es lo mismo que la adolescencia, porque el tipo de experiencias son diferentes, pero porque las metas, los sueños, las personas y el conocimiento tampoco lo es.
En ell centro de este relato se encuentran en dos adultos de edad mayor, Elsa y Fred, interpretados por los actores China Zorrilla y Manuel Alexandre respectivamente, que demuestran con su historia que siempre hay una razón por la cual vivir y por la cual disfrutar, sin importar la edad.
Ella es una vivaz mujer que tiene una determinación y ánimo por la vida tal como si se tratara de una adolescente; es ocurrente, arriesgada y directa, siempre ávida de lograr cosas, en lugar de simplemente ver cómo pasan los días frente a sus ojos. Fred es el lado opuesto, es callado, correcto y recatado, se encuentra un tanto desanimado por el reciente fallecimiento de su esposa, con una tendencia hipocondriaca que aviva su estrés y ansiedad ante el temor de la muerte.
Cuando él se muda a un nuevo departamento en Madrid, conoce a Elsa y ambos comenzarán a relacionarse, entenderse y a aprender alguna que otra cosa sobre la forma de ver el mundo del otro. Aunque se complementan, ninguno realmente necesita del otro, no son dos almas perdidas deambulando por la tierra, más bien son dos personas que se dan la oportunidad de seguir aprendiendo, divirtiéndose y soñado, sin importar su edad y sin agotar sus posibilidades por el simple hecho de ser adultos mayores.
Se trata de una historia de amor que apela por la inspiración de ser joven por dentro siempre; joven en el sentido de alegrarse por los pequeños detalles o de encontrar siempre el lado positivo de las situaciones, de tener vitalidad interna y demostrarlo lo más posible en el exterior. Elsa está enferma, pero ella no va diciéndole a sus allegados el dolor que le aqueja, sino que ha decidido no temer la muerte y gozar del tiempo que le queda, haciendo lo que le gusta, cumpliendo sus metas, creando nuevas y amando, porque se le ha dado esa oportunidad.
La contraparte de la historia no sólo viene de parte de Fred, sino también de los hijos y familiares de ambos, quienes los pueden criticar, juzgar y subestimar, no por falta de amor, más bien porque en el afán de protegerlos, o mejor dicho, sobreprotegerlos, limitan sus vidas.
Tanto Elsa aprende de Fred como él aprende de ella y, de paso, sus familias también logran entender el motivador de sus padres. El tema es el amor, pero, simultáneamente, como otra forma de amar, es el no dejar de vivir la vida a pesar de la pérdida de un familiar o de tener una enfermedad terminal. A Fred le cuesta más trabajo entenderlo y probablemente lo logra gracias a Elsa, quien, a causa de su salud, se permite construir una perspectiva más positiva de la vida, se permite vivir porque ha aprendido a valorar el tiempo, su tiempo, su vida.
Afortunadamente la historia no es una pintura hecha sólo con blancos y negros, aunque le haya hecho falta explorar más a fondo las dimensiones de los dos personajes principales, sus aciertos y errores, lo que pueden aportar o el cómo lo pueden hacer según el tipo de vida que han llevado y el tipo de historia que les espera de frente, en especial para Fred.
Elsa sabe lo que quiere y lucha por conseguirlo, aunque en el proceso pierda un poco de perspectiva sobre las consecuencias de sus acciones, ella inventa historias porque quiere dar la mejor cara de la situación, incluso si eso a veces la lleva a ocultar verdades. Tal vez hace bien, tal vez no, tal vez lo haga con las mejores intenciones y tal vez a veces le hubiera ido mejor hablar con la verdad. Ella tiene poco tiempo por delante y Elsa hace lo mejor para Elsa; tomando en cuenta su situación, es difícil no entender por qué lo hace.
Para Fred la asimilación de la situación toma más tiempo. Él quiere lo mejor para sí y para su familia, pero se mantiene al margen, dejando que su hija tome las riendas de su vida y sus decisiones. A él le hace falta aceptar que su familia tiene su propia vida, que él tiene su propia vida; conocer a Elsa lo motivará a trazarse nuevos objetivos, a vivir nuevas experiencias y a encontrar con quien compartirlas.
La historia va desarrollando la relación entre ambos y cómo uno y otro van cambiando. Fred logra que Elsa sea feliz del modo que ella quiere, mientras que la mujer empuja al hombre a ser más autónomo, ahora que ha entrado en una nueva etapa de su vida tras la muerte de su esposa.
La película y su desarrollo pueden sentirse por momentos más dramáticos de lo que debieran y más cursi de lo que el género se permite, pero ello contribuye a llevar al límite el mensaje con que carga la historia, aunque también parece dejar que el trazo narrativo sea simple de más y que el drama tome el control del relato, formando una trama predecible y ordinaria. Pero el objetivo principal es hacer sentir bien al espectador, motivarlo, inspirar a las personas apegándose a la frase “vive la vida”, cometidos que se logran satisfactoriamente.
Ficha técnica: Elsa y Fred