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La fierecilla domada

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Existen muchos tipos de comedia, alguna más simple, otra más burlona, humor sarcástico o humor ocurrente, por ejemplo; cada estilo se define por variantes como el diálogo, el desarrollo de la historia o la forma de representación. De las varias obras de comedia escritas por William Shakespeare, La fierecilla domada [The Taming of the Srew] se basa en el choque de dos personalidades tan opuestas como similares y todos los líos que esto trae como resultado.

La versión cinematográfica de 1967 es dirigida por Franco Zeffirelli y protagonizada por Elizabeth Taylor y Richard Burton en los papeles de Katherina y Petruchio. La historia se desarrolla en Padua, Italia. Baptista es un comerciante, su hija Bianca es cortejada por varios hombres pero ella no se casará hasta que Katherina, la rebelde, necia y audaz hija mayor, lo haga. Lucentio se hace pasar como tutor académico para estar cerca de Bianca mientras sus rivales en cortejo, Hortensio y Gremio, reclutan a un cazador de fortunas, Petruchio, para enamorar a Katherina, algo que los caballeros en Padua consideran todo un reto.

Katherina es temperamental e impulsiva, aunque amorosa con sus seres queridos y dedicada a sus labores, su actitud repudia a todo quien se le acerca por su comportamiento muchas veces infantil. La estrategia de Petruchio es sacarla de sus casillas, llevar al límite a la joven para que saque toda su ira, desdicha y negatividad que la hace tan reacia a la conectividad y la empatía con otros; su plan no es retroceder ni claudicar, sino insistir y acosar.

La situación caótica resulta de la necedad de ambos personajes, lo que provoca la burla de familiares, amigos y del resto de los ciudadanos. Ella tiene una personalidad fuerte, él también; ella dice lo que piensa, él también; ella peleará por ser respetada, él también. El resultado es una relación tensa y alguien, o algo, tiene que cambiar.

Pero “domar” [del inglés “taming”] no significa hacer del otro lo que uno quiere (o mejor le conviene) de esa persona; la llamada “arpía” [“shrew” en inglés], calificativo usualmente denominado para hablar del personaje de Katherina [si bien “shrew” se refiere a una mujer fácil de hacer enojar y con actitud violenta], también puede aplicarse para describir a Petruchio. Él vela por su conveniencia, por el dinero y por lo que puede sacar a favor suyo de la situación; él dice, desde su perspectiva respecto al género femenino, que una mujer está para servirle a su esposo.

Costumbres antiguas y personalidad machista, su actitud prepotente conduce a una serie de enfrentamientos entre él y Katherina, enfrentamientos de palabras y de una imprudente (pero necesaria) competencia entre uno y otro por llevar el control de la situación.

Shakespeare con esta comedia logra burlarse de esas costumbres relacionales, proponiendo en su trama la representación exagerada, irónica y hasta sarcástica de los convencionalismos, de lo correcto e incorrecto en las relaciones de pareja (relaciones sentimentales y relaciones humanas en general). La boda entre estos personajes es ejemplo de ello: la ceremonia celebrada a pesar de la negativa de Katherina, de la habladuría del pueblo o del hecho que Petruchio llegue tarde y borracho al evento. ¿Es ésta la forma en que la historia se ríe de los supuestos cánones tradicionales que rigen al matrimonio (y en general todos los demás estándares sociales de comportamiento dentro del área del enamoramiento, cortejo y relación en pareja)?

El ejemplo contrastante está en el dúo conformado por Bianca y Lucentio; un romance aparentemente perfecto formado por dos iguales. Ellos representan también una mirada exagerada hacia el romance; ¿son ellos modelo típico de enamorados?; en su caso, ¿es su participación un guiño burlón de Shakespeare ante la (socialmente) denominada “pareja perfecta”?

La historia refleja un comportamiento social en un contexto en el que la equidad no siempre está presente. Petruchio logra darse cuenta que la presencia de Katherina, su toque femenino, es algo que necesita, su presencia le hace bien; ella por su parte logra darse cuenta que si no aprende a recatarse, a administrar sus palabras y su actuar, las burlas irán directamente hacia ella. ¿Quién doma a quién?

La historia en su eje central habla del concepto domar, pero no en el sentido estricto de hacer a alguien más dócil, más tranquilo, sino en el sentido de taimar [el diccionario de la real academia española define “taimado” como: bellaco, astuto, disimulado y pronto en advertirlo todo], de enseñar a optimizar actitudes, de dirigir toda esa energía en algo beneficioso, aprender a comportarse de acuerdo con el contexto y/o con la otra persona a favor propio, algo que logra mejor Katherina en comparación con el resto de los personajes, incluso su antagonista, pues hace creer a Petruchio que ha sucumbido ante sus órdenes.

Las interpretaciones quedan abiertas y están sujetas a la controversia. ¿Un relato misógino? O, al contrario, ¿una farsa en todo sentido? Se debe recalcar que muchos elementos de la historia denotan que nada es lo que parece, como Lucentio cambiando puesto con su sirviente para hacerse pasar por tutor, o que la farsa es una forma dramática con tonos cómicos. Shakespeare no deja pasar la oportunidad de hablar de temas serios y darles, durante el proceso narrativo, un toque peculiar que lleve al público a cuestionarse sobre la historia y las situaciones que acaban de presentársele. Un logro importante para cualquier literato y creador de narrativas. Taylor y Burton  dan fuerza al relato con sus interpretaciones y al cabo de los años son referente cinematográfico fundamental por las vicisitudes de su propia vida amorosa, de la que Shakespeare bien pudo inspirarse para escribir otra tragicomedia.

Ficha técnica: La fierecilla domada - The Taming of the Shrew

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