Mitos y leyendas, historias contadas de generación en generación, con mensajes representativos de la realidad del mundo que reflejan, bases históricas, personajes fantásticos culturalmente significativos. Hayao Miyazaki, escritor y director de la película tal vez no habla directamente de específicos mitos y leyendas (si bien pudo inspirarse en ellos), pero, en el proceso de construcción de la historia, parece crearlos.
La princesa Mononoke es una historia que se desarrolla en Japón, alrededor de los 1300 o 1500 años de nuestra era. Los espíritus han ido desapareciendo poco a poco del planeta y los que quedan defienden lo suyo: a la tierra, la flora, la fauna, la naturaleza, su esencia. Cuando una aldea es atacada por un demonio, su príncipe, Ashitaka, defiende y mata al ser, pero aquello que volvió maligno al animal se traspasa al joven, comenzando a corroer su cuerpo y condenándolo a la muerte. En busca de una cura Ashitaka parte a un viaje en busca del espíritu del bosque, encontrándose en su camino con otros espíritus. San, humana adoptada como hija de una diosa lobo, reciente a la raza humana y acrecienta su odio al ver a la aldea de mineros cercana al bosque abusar de los recursos naturales. Liderada por Lady Eboshi, la aldea se compone de trabajadores que en algún momento fueron marginados, leprosos y prostitutas; con el fin de obtener el mejor mercadeo, Eboshi pisotea todo lo que se interponga con su meta, razón por la cual, para deshacerse del espíritu del bosque, accede apoyar a Jiko, quien planea quitar la cabeza al espíritu del bosque (que supone da inmortalidad a quien la tenga) y entregársela al emperador a cambio de protección.
Lo más interesante del dibujo de personajes son los matices de cada uno; no es como si se trazara la bondad o la maldad unidimensionalmente, ellos tiene sus prioridades y eso explica sus acciones. Eboshi, por ejemplo, quien de alguna manera vela por sus trabajadores y les da una oportunidad cuando nadie más lo haría pero quien, de igual manera, prioriza el poder, el dinero, el control, por encima de cualquier otra cosa, la seguridad de las vidas a su cargo, incluso la de ella misma. La mayoría de los personajes velan por sus propios intereses, una actitud acompañada de indiferencia. Este tipo de comportamientos, reales y crudos, reflejan de manera honesta la condición humana.
Ashitaka, en contraste, quiere paz entre naturaleza y modernidad, para él, espíritus y humanos pueden y deben lograr convivir sin interferencias; en lugar de ponerse del lado de algún bando, decide coordinar una forma en la que unos no lastimen a los otros. Su actuar ejemplifica el tipo de mensaje con que carga la película. La temática central gira en torno a la forma en que la mano del hombre destruye la naturaleza; el hombre se convierte, en la historia, pero también lo es en el mundo real, en un depredador, un invasor.
El trasfondo es relevante en cuanto al reflejo del hombre destruyendo su entorno, pero también lo es al hablar sobre la necesidad de la tolerancia, el respeto y el creer en algo. En la historia los humanos quieren destrozar el bosque para construir y expandir ciudades, no buscan conciliación y armonía, sino que eligen la destrucción; los espíritus (del bosque y los animales) defienden su hábitat, pero incluso ellos tampoco perciben que los humanos son parte del entorno; como respuesta, sus acciones son igual que los otros, violentas y la guerra que se desata es inevitable.
Aquella energía, bacteria, plaga o virus que infecta a los espíritus para convertirlos en demonios es un reflejo de intolerancia y negatividad. La mancha que crece en el cuerpo de Ashitaka es el odio, lo que comienza a consumir su cuerpo, que reacciona casi por cuenta propia ante amenazas externas, reflejando todo el resentimiento y rencor de la naturaleza, del mundo, de la gente, de las acciones y de los sentimientos.
Lo negativo atrae cosas negativas, el mal crea más mal y la respuesta no es alimentar todo con más maldad; algo así sucede cuando la mancha afecta a los dioses, cuando los consume y los lleva a perder su estatus de espíritus, termina por explotar todo su pesimismo. Lo mismo sucede también con muchos de los personajes (aunque para muchos es ese sentimiento lo que los mantiene vivos y luchando); recelo y daño que lleva a un punto de ebullición que eventualmente explota. En la historia esto sucede hacia el último tercio de la película, cuando la mayor parte de los principales actuantes han hecho el suficiente daño a su alrededor como para estar a punto de destruirse mutuamente: la aldea, los espíritus, el bosque, ellos mismos.
La resolución no es alegría y felicidad pura, si bien muchas cosas se resuelven de manera idónea, como devolver la cabeza al espíritu del bosque y que los árboles vuelvan a crecer; que otros personajes más decidan modificar en cierto grado su forma de pensar, como Eboshi que jura reconstruir una mejor ciudad; el escenario trazado para el futuro es una realidad menos esperanzadora y el contexto actual es evidencia: ciudades construidas a cambio de la destrucción de la naturaleza, árboles talados, ríos contaminados, especies animales extintas. Éstos son sólo algunos ejemplos, con sus respectivas excepciones, lugares en donde naturaleza y hombre conviven con consideración y cortesía.
La película es una combinación de fantasía, imaginación, animación, aventuras y un mensaje sobre cómo la presencia moderna del hombre puede encontrarse en choque con el curso natural del planeta (representado principalmente por los espíritus). El subsecuente panorama, una vez concluida la historia, no es un cambio radical y opuesto al panorama con que inicia, si acaso hay una mejora significativa para los que vivieron tales experiencias, pero qué tanto se extienda esta nueva actitud es una pregunta cuya respuesta despliega un probable rango de menor alcance. El cambio es inevitable y el presente sólo puede esperar aprender a tiempo posibles consecuencias de las acciones ejemplificadas dentro del relato.
Ficha técnica: La princesa Mononoke