En un mundo en donde es necesario preguntarse si la violencia genera más violencia o, en su caso, sobre las causas y circunstancias que la provocan, Oliver Stone, director, presenta un proyecto tan dinámico y ágil, narrativa y visualmente, como polémico, tanto en su temática como en la forma de presentación.
Natural born killers (Asesinos por naturaleza) es cruda, violenta y directa. Mickey y Mallory (Woody Harrelson y Juliette Lewis) son dos asesinos seriales que se vuelven un fenómeno mediático y el objeto de obsesión del reportero Wayne Gale (Robert Downey Jr.), quien busca sacar provecho de la fama de la pareja para convertirse él mismo en una personalidad reconocida del medio.
La historia toma lo peor de una sociedad y lo lleva al límite, asesinatos sin piedad y la televisión glorificando estas acciones. Ninguno de los personajes son loables ni puros de corazón, todos, de una manera u otra, están roídos por dentro y lo expresan en sus acciones. Mickey y Mallory se apoyan el uno al otro, pero no tienen el menor sentimiento de solidaridad hacia el resto de las personas; sus asesinatos son su modo de vida, producto del hostil ambiente en el que crecieron y en el que se desenvuelven.
Se trata de una pareja de psicópatas que reconocen entre el bien y el mal pero que eligen que las consecuencias de sus acciones no les son más importantes. Ellos viven al día y dañan a quienes les rodean porque es todo lo que han aprendido a hacer y es como se les ha tratado. Mickey dice en una entrevista que otorga a Wayne que él es un “asesino por naturaleza”, porque el hombre se comporta así de manera innata, con su medio ambiente, con su entorno, con las personas con las que convive, la diferencia es que él lo acepta y se conduce en consecuencia. Si Mickey habla de las guerras, la tala de árboles, la caza a animales u otras acciones es debatible, pero su discurso refleja una perspectiva causada por una sociedad que repite este tipo de comportamientos y por los medios de comunicación que, en efecto, glorifican/promueven/difunden/incitan este tipo de acciones.
Wayne Gale por su parte es uno de los tantos partícipes que alimentan el fervor por los asesinatos. El programa conducido por éste trata de investigaciones sobre personajes de la misma naturaleza que Mickey y Mallory, el típico programa con documentación de hechos, entrevistas, análisis y recreaciones dramatizadas de las situaciones. La pareja de asesinos ha traído altos ratings y Gale busca repetir el éxito invitando a Mickey a realizar una continuación de la saga. La segunda parte será grabada en vivo dentro de la penitenciaría, pero las palabras del entrevistado despertarán el sentimiento de soledad, abandono e incomprensión en el resto de los reos, provocando un motín dentro de la cárcel.
El tercer acto de la historia y la ambientación en la que se desarrolla permite reflexionar sobre el sistema penitenciario, las cárceles y cómo la sociedad elige castigar a los reos, así como la forma en que utilizan los espacios y el tiempo que estas personas pasan en prisión como un medio para readaptar a los ahí encerrados.
Esta es parte de la crítica que el director y los guionistas (Oliver Stone, David Veloz y Richard Rutowski, basándose en una historia escrita por Quentin Tarantino) hacen con su trabajo. Representar diversos males sociales relacionados con el tema de la violencia y explotarlos a un grado extremo para demostrar, con tal dureza de discurso, el nivel de consecuencias que aquellas actitudes tienen entre la población. Ejemplo de ello es la sección en la que Mallory es agredida por su padre, segmento filmado como si se tratara de un programa de comedia, con todo y risas de fondo pregrabadas. La película no debe ser entendida como una invitación que incite a la violencia, al contrario, debe ser vista como una representación de la forma en que la mente se desgasta cuando se le expone tan libre y repetitivamente a actos violentos.
Stone realiza un tipo de dirección (también enriquecido por la labor realizada por la edición y la musicalización) siempre en movimiento, con ángulos de cámara asimétricos, creando un ritmo visual casi irritante para la vista; todo para crear un tono unitario entre tema, discurso, personajes e historia. La película parece tratarse de una mirada en formato de transmisión televisiva que se acerca a conocer la vida de estas personas, tal como el programa de Gale. Incluso diversos anuncios publicitarios llenan la pantalla entre tomas, lo que permite, por ejemplo, contraponer la violencia ante el optimismo vendido por los comerciales, tal como sucede en una transmisión cualquiera en la actualidad.
El trabajo es una sátira hacia los asesinos seriales y el papel de los medios de comunicación en el asunto (según las declaraciones del propio Stone). La historia pone énfasis en el tema y en cómo lo quiere abordar, algo que sin duda es motivo tanto de análisis como de incomodidad, según la perspectiva con la que se le aborde.
Ficha técnica: Asesinos por naturaleza - Natural Born Killers