La memoria es la capacidad de la mente para recordar el pasado, de retener información. Los recuerdos son aquellos sucesos que quedan grabados en el cerebro. Consciente o inconscientemente, todo queda registrado gracias al trabajo de las funciones neurológicas, desde sonidos hasta emociones, olores o acciones, es decir, momentos de vida. La memoria y los recuerdos forman parte importante en el desarrollo mental, emocional, sensorial y lógico de las personas; sus experiencias les guían, mientras la lógica, el conocimiento y el raciocinio se conforman, en parte, gracias a esta capacidad mental.
Sarah Polley, directora de esta historia, toma como base la memoria y el mito y realiza un documental sobre su propia existencia. “Quiero hablar sobre la forma en que contamos historias de nuestras vidas”, dice la realizadora sobre su trabajo. El proyecto es un material de investigación que profundiza el pasado de Polley, en especial lo relacionado sobre las especulaciones de que su padre biológico no es la misma persona que la crió de pequeña.
Entrevistando a familiares y amigos para que cada uno recuente los hechos en su propia versión, la narrativa devela el pasado de una familia con problemas, con secretos, con momentos de felicidad y momentos de lucha; una familia real y normal, una familia como cualquier otra.
La realizadora se pone en el centro del relato, ésta es su historia; y aunque el proyecto puede resultar muy personal, temáticamente ofrece una perspectiva de que los recuerdos son una visión y un sentimiento del pasado. Ninguno de los entrevistados tiene la verdad absoluta, puede que sus visiones de lo que realmente pasó no se contradigan, pero tampoco son únicas, cada palabra completa un panorama más amplio de lo que ahí se investiga, la identidad del padre biológico de Polley y que su madre decidiera y lograra ocultarlo al resto de sus conocidos hasta su muerte.
Cada persona a la que la realizadora se aproxima cuenta lo que quiere (o lo que recuerda) y así el rompecabezas se va formando. Todos cuentan la misma historia, pero aún así, cada uno la mira desde un punto de vista diferente, coinciden ciertas situaciones, pero cada uno la entiende de manera distinta, particular. Los puntos de vista complementan una verdad, forman el mito. El pasado y el recuerdo completan el retrato que la realizadora va desdibujando, su propio pasado, ligado, inevitablemente, con el de sus familiares y amigos, con su padre biológico, con el padre que la crió y con sus hermanos, entre otros.
A cada una de las personas que aparecen en el documental Polley les llama “storytellers” (narradores/cuentistas). Ello es parte del eje de trasfondo del proyecto, cada quien cuenta su historia y eso es lo importante. El documental no pretende contar un relato real del pasado de la familia Polley porque éste es, precisamente, algo que está en el pasado, algo que sólo puede ser recordado, contado. Entender el secreto alrededor de la identidad del verdadero padre de la directora, el por qué de su anonimato o las características de la relación con su madre, es algo que no puede ser develado al cien por ciento, porque la madre de Polley ya no vive. Así que lo que queda es contar historias, unirlas y eso, a fin de cuentas, es lo que todos hacemos todo el tiempo.
La verdad depende de quién la esté contando. Al final todos estos cuentistas, ¿contaron la verdad o sólo dieron sus opiniones e impresiones? ¿Contaron lo que creían cierto o sólo lo que oyeron repetir a otros en el pasado?, o es que ¿contaron sólo lo que creían era lo que de ellos se quería escuchar?
El documental puede ser una historia de vida de una mujer desenterrando el pasado, pero el formato es una forma de alimentar la idea base: la forma en que las personas cuentan/crean historias de sus propias vidas. Con imágenes recreadas, los archivos de video del pasado son un montaje con actores que representan lo que los participantes van relatando. Este es un elemento más que ejemplifica la división que hay entre realidad y ficción, que recalca que el proyecto es eso mismo, una reconstrucción, una recreación del pasado a partir de relatos que la memoria de sus participantes construye.
Tal vez la vida de Sarah Polley y su relación con sus padres no sea el tipo de historia más excitante; ¿a quién podría interesarle? se pregunta una de las hermanas. Pero más que el misterio del pasado, lo más interesante es la forma en la que el proyecto se desarrolla, los cuestionamientos que la realizadora presenta hacia sus conocidos, el desenvolvimiento y actitud respecto a un mismo tema de las varias personas que aparecen en pantalla, el viaje que Polley recorre para recordar el pasado, por revivirlo y por reencontrarlo, tal lo hacemos todos sobre nuestras propias vidas, una y otra vez.
Ficha técnica: Stories We Tell