La amistad es importante para el desarrollo humano, porque implica socialización, reflexión, convivencia, confianza, conversación, acompañamiento y relación, elementos básicos en la vida de todo ser, porque el hombre es ante todo un ente social. La forma en que las relaciones sociales conforman la vida de cada persona se ve reflejada en su formación, su pensamiento, su comportamiento, su cultura, su ideología y, por consiguiente, también su forma de ser, ver, vivir y estar en la vida y en el mundo, de allí su gran aporte social y cultural, su trascendencia para la reproducción de las relaciones sociales.
Esta historia habla sobre una íntima amistad forjada a pesar de parecer improbable, de ahí que sea tan atractiva narrativamente hablando, porque sus personajes son tan distintos, contrarios en muchos aspectos, de tal forma que tienen mucho que aportarse el uno para al otro, y viceversa, así que, más que aprender de la otra persona, lo que cimienta la relación entre los protagonistas es qué ofrecen al otro, algo que difícilmente podrían alcanzar por sí mismos.
Dirigida y escrita por Olivier Nakache y Eric Toledano, Amigos Intocables (Francia, 2011) trata la historia de Philippe (François Cluzet), un aristócrata francés que ha quedado tetrapléjico en un accidente de parapente y que requiere de cuidado personalizado, quien decide contratar al poco calificado Driss (Omar Sy), un joven proveniente de un barrio obrero, con antecedentes criminales de violencia y robo. La relación amistosa entre ellos comienza a florecer porque Philippe, cansado de la seriedad y casi lástima con que es tratado, encuentra lo totalmente opuesto en Driss, un joven espontáneo y con mucho carisma, ajeno a los protocolos y costumbres con que la sociedad pudiente dicta para atender pacientes de dicha naturaleza.
Philippe no quiere compasión y ve en Driss una ventana que le ayude a ser diferente, a arriesgarse para actuar conforme sus deseos, a sentirse de nuevo una persona normal, porque estrictamente lo es. El reto, la motivación, se presenta en situaciones que podrían suponer descuido o incompetencia, como, por ejemplo, el simple hecho de que el joven olvide que debe contestar el teléfono por Philippe y ponérselo en su oreja para que hable, en lugar de sólo acercárselo para que se comunique (el accidente ha dejado inmóvil al hombre del cuello hasta los pies).
Es el sentido del humor con que Driss decide aceptar las situaciones que se le presentan, lo que inspira a Philippe a hacer lo mismo, a recuperar la alegría y encontrar el lado amable del trato entre personas, algo que poco a poco había olvidado, y no sólo por sentirse resentido ante la vida, sino porque emocionalmente ha transitado hacia un estado anímico que lo hace expresarse con hostilidad hacia otros seres humanos, al punto de volverse ácido en sus comentarios, alejando así a las personas que lo aprecian, o despreocupándose por crear alguna nueva relación social fuera de su círculo habitual, algo que cambia cuando su compañero de apoyo lo induce a experiencias inesperadas, por ejemplo, cuando lo incita a intentar conocer a la mujer con quien Philippe ha mantenido correspondencia por largo tiempo.
Ambos personajes se ven continuamente en conflicto, retándose mutuamente, pero, además de ser en el fondo un juego entre camaradas, el reto en realidad se convierte en una meta, en una motivación que los impulsa a actuar. Es una forma de superación que empuja a ambos hombres para sentirse útiles y hasta importantes. Eventos y circunstancias que llevan a Driss a encontrar la responsabilidad que tiene para consigo mismo y para con quienes le rodean, su familia inmediata principalmente y, desde luego, el mismo paciente que cuida; a Philippe el ambiente fraterno y amistoso lo lleva a priorizar lo relevante y prioritario de su vida, la trascendencia de la relación con su hija y su propia estabilidad emocional, entre otros factores.
Lo importante es encontrar el gusto por la vida, viéndola desde otro ángulo, para permitirse salir de lo encasillado que puede resultar la rutina y la autocompasión; este es el mensaje fundamental que ofrece la historia. Driss es fresco, sincero y espontáneo, y esas son las cualidades que lo caracterizan, no su pasado delictivo o su aparente desinterés (se entiende además que es posible que la razón por la que fue a la cárcel, por el robo a una joyería, pudo ser motivado por el intento de ayudar a su madre y su incontable número de hermanos).
Driss llega a la entrevista de trabajo sólo en busca del sello que le permita cobrar un subsidio del gobierno, pero con el paso del tiempo queda claro que su personalidad da gran importancia a los valores sociales, siendo él mismo muy atento a la protección, (hacia su persona y hacia otros que lo requieran), ejemplo de ello es la escena en la que pide al novio de la hija de Philippe que la respete. La esencia en el ADN de Driss es la ayuda al prójimo, aunque no siempre disfrute haciéndolo o insista en evitar que se haga evidente su solidaridad (de nueva cuenta, por autoprotección).
Es el aprecio por la humildad y honestidad que Driss demuestra lo que lleva a su empleador a ver en él más que un simple empleado; algo que también sucede con otras personas que integran el personal que trabaja para este hombre, quienes demuestran aprecio por Philippe, un sentimiento que se hace mutuo.
Una amistad pura, franca y honorable es lo que ambos, Philippe y Driss, necesitan en su vida. El proceso de conocimiento y adaptación, los cambios que se generan en su conducta y personalidad o la evolución en sus decisiones son lo que resulta el eje más atrayente de la historia, que fue elegida por Francia para participar entre las contendientes a las nominadas en la categoría de Mejor Película Extranjera para los premios Oscar de 2013. Amena y aleccionadora (está inspirada en una historia real), la película se convirtió en una de las películas más taquilleras, la segunda más exitosa, para ser exactos, en su país natal.
Ficha técnica: Amigos intocables - The Intouchables