La discriminación es una realidad que marca personas, momentos históricos y relaciones sociales, a veces afectándolas y determinando su curso y resolución. Discriminar es excluir y/o tratar con inferioridad y el conflicto resultante es un trato injustificado e injusto hacia las personas discriminadas.
En el contexto de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos en la década de 1960, Historias cruzadas (EUA, 2011) relata la historia de Skeeter, una escritora que regresa a su pueblo natal, Jackson, Mississippi; cuando es contratada por un periódico para escribir una columna de limpieza pide auxilio y consejos a la empleada doméstica de su amiga Hilly: pero al presenciar la forma en que ella y demás empleadas son despreciadas no sólo por su trabajo sino también por su raza inspira a Skeeter para escribir un libro que cuente el punto de vista de estas mujeres. La situación social referente al racismo en su país está presente y en conflicto. Mientras que las demás señoras de casa, amigas y compañeras de la joven, no ven con buenos ojos la perspectiva de Skeeter, ella sostiene que todas las personas son iguales y que tanto señoras como empleadas deben ser tratadas con respeto.
La joven a veces duda, en especial cuando se entera que bajo la las leyes de su estado es ilegal realizar cualquier labor que promueva la igualdad entre las personas blancas y de color (blancos y negros cita la ley leída en pantalla), pero lo que la mueve es el interés de hacer que las voces de la minoría sean escuchadas. Para Skeeter las empleadas del hogar tienen derechos como cualquier otra persona, no deben ser tratadas con inferioridad, pero al serlo, es importante para ella hacer saber su realidad al resto de las personas, es importante denunciar, pero no con el afán de crear conflictos, sino con el deseo de que sus historias permitirán que otros entiendan la realidad de vida que pasan estas mujeres.
Un mensaje importante en la historia es tener el valor de hacer las cosas. El coraje que impulsa a Skeeter a hacer algo en cuanto a la discriminación racial es el mismo que motiva a las empleadas a compartir con la joven sus historias, sabiendo que lo relevante de sus acciones es crear un eco que pueda llevar eventualmente a un cambio en la situación social en la que viven ellas y muchas otras personas más.
“Ojalá dejaras de compadecerte de ti misma”, le dice Constantine a Skeeter, empleada de su casa y quien la crió y apoyó por tantos años, en una escena en la que la joven recuerda las palabras de aliento de su criada. Tal vez esa es la clave de todo, saber que nada se resuelve sólo cruzando los brazos y bajando la cabeza. Constantine continúa: “Todos los días que no estés muerta bajo tierra, cuando te despiertes, tendrás que tomar decisiones. Tendrás que hacerte esta pregunta: ¿Voy a creer todas las cosas malas que los tontos dirán de mí hoy?”.
Skeeter es la protagonista y mediadora de la narración, pero es el ensamble de personajes femeninos lo que otorga fuerza al relato, pues son quienes cargan con el ejemplo de cómo decisión, fortaleza, valor y confianza son los elementos determinantes para cambiar, para decidir y para hacer.
La historia plantea el peso social que una persona con influencia y poder puede ejercer sobre sus similares, a veces de manera positiva, como Skeeter y su publicación literaria, a veces de manera negativa, como su amiga Hilly. Hilly es una fría y despiadada joven convencida de que su superioridad de clase y posición social le permiten pisotear a cualquiera que no se ponga a su disposición, de tal forma que el resto de las mujeres la siguen y secundan en lo que dice, olvidando que sus empleadas domésticas son un apoyo, no esclavas encargadas de cualquier trabajo que se les imponga. Ser empleadas no hace a las mujeres menos, pero Hilary y sus amigas fallan en entender esto y delegan a sus criadas responsabilidades de toda índole, incluso aquellas que no les corresponden, desde la limpieza del hogar a las compras alimenticias, hasta el cuidado de los hijos.
Criamos a los bebés hasta que los bebés se vuelven nuestros jefes, dicen las empleadas domésticas. Parece que la situación es casi irónica, tal como lo recalca Skeeter, saber que esas mujeres las crían y las educan, las bañan y les dan de comer cuando niñas, para luego, una vez que se vuelven señoras de la casa, tratarlas tan ofensivamente y siempre en un tono de superioridad. Esa realidad no es justa ni correcta y, tal como que sucede en la película, el interesarse por hacer notar el otro lado de la moneda, es una forma de rebelión, una forma de buscar cambiar las cosas, en especial de hacer énfasis en los errores e injusticias que la sociedad comete hacia sus propios integrantes.
La presión social es grande, de parte de varias de las familias de la ciudad y de parte de la realidad social que acontece a nivel global de acuerdo con el contexto de la época en que se desarrolla la historia; también es probable que el cambio venidero sea menos significativo y sólo existente en pequeña escala. La discriminación racial continuará, el conflicto seguirá latente y las familias que se sienten con poder y superioridad seguirán tratando a sus empleadas como gusten, pero lo importante en la historia es haber levantado la voz y lograr ser escuchadas, estar conscientes de la solidaridad de más de una persona, con la claridad de que aunque el conflicto social hacia la gente afroamericana continúe, eso no significa que las empleadas domésticas deben sentirse inferiores en ningún sentido. La lección aplica y se extiende para muchas de las otras mujeres dentro de la historia que aprenden la importancia de hablar con claridad y con la verdad.
Basada en la novela homónima de Kathryn Stockett, la película es escrita y dirigida por Tate Taylor y cuenta con las actuaciones de Emma Stone como Skeeter, Viola Davis como Aibileen, Octavia Spencer como Minny, ambas empleadas domésticas, Bryce Dallas Howard como Hilly, Cicely Tyson como Constantine, además de Jessica Chastain, Ahna O’Reilly, Allison Janney y Sissy Spacek, entre otros más.
Ficha técnica: Historias cruzadas - The help