Algunas celebraciones populares pueden ser entendidas como momentos conmemorativos de una cultura, pero su trasfondo, visto desde un punto de reflexión y unión, es un importante mensaje para rescatar, para valorar su significado en el contexto de la pretendida esencia humana, al margen de toda la parafernalia que casi siempre les rodea. La celebración de la Navidad es un buen ejemplo. Detrás del significado espiritual, religioso o histórico que se le pueda o decida adjudicar, la fecha es un importante suceso social envuelto en un mensaje sobre fraternidad, solidaridad y respeto, valores sociales significativos.
La película francesa de 2005, Joyeux Noël - Noche de paz, se ambienta en la Primer Guerra Mundial, durante la celebración de navidad del año 1914. El 24 de Diciembre, en pleno campo de batalla, tres grupos militares, los escoceses, los franceses y los alemanes, encuentran un común denominador que les hace olvidar momentáneamente sus diferencias de rivalidad, sus antagonismos, de tal forma que durante un día de convivencia, la guerra cesa, para dar paso al intercambio de experiencias de vida, de anhelos, para reflexionar sobre sí mismos y con respecto a los otros; grupos de soldados que pelean a pesar de, personalmente, no tener nada en contra del oponente.
La historia es un relato esperanzador pero nostálgico, reflexivo, tanto del escenario de guerra en el que se desenvuelve como del comportamiento humano en esas circunstancias bélicas. Los personajes, al celebrar la navidad, pactan, casi sin darse cuenta, una tregua; todos ellos buscan un poco de paz porque todos viven el mismo escenario fatídico; pocos pelean por devoción, están ahí más bien por obligación, sin la verdadera convicción de destrucción y muerte; la solidaridad y unión es el lazo que los une y que se hace presente cuando observan que la misma realidad se comparte y afecta por igual a soldados de diferentes naciones.
La celebración es un llamado en respuesta a la destrucción, desolación y soledad que viven cada día que dura la batalla. Mientras conviven, cantan, juegan, beben, toman misa o simplemente platican, los líderes de cada flanco se preguntan por qué han decidido fraternizar con el supuesto enemigo, incluso a pesar de saber que sus superiores desaprobarían sus acciones. “Para olvidar la guerra, aunque la guerra no nos olvide a nosotros”, reflexiona uno de ellos.
El escenario permite analizar la realidad de un enfrentamiento militar de cualquier índole, un grupo de personas en el campo de batalla enviadas a la pelea bajo una misma mentalidad: ser superiores, destruir al enemigo, ganar; pero direccionada hacia los intereses de su propio bando, de sus respectivos ideales patrióticos, reforzando la diferenciación que el nacionalismo a ultranza promueve. Sin darse cuenta que en realidad todos son iguales, peones en una estrategia de guerra trazada por unos dirigentes que buscan hacerse del poder, títeres de los poderes político-militares enfrascados, ellos sí, en una lucha intensa por obtener las mayores ventajas en la repartición económica, territorial, financiera e industrial del mundo; esto lo van descubriendo los personajes de la película al unirse en una celebración, que en un inicio cada uno hacía por su cuenta y que, eventualmente, se extiende hacia terreno de nadie hasta llegar al punto que todos se identifican como hombres en una tierra única acechada por la muerte.
La situación lleva a la pregunta: ¿por qué pelear? Los pros y los contras saltan a la luz una vez que los personajes se permiten una pausa durante la Navidad, momento en el que descubren, y dejan ver al espectador, el lado humano de la situación; un grupo de hombres que en cualquier otro escenario bien podrían ser incluso amigos, pero que por las circunstancias en que se encuentran no tienen más elección que matarse el uno al otro. ¿O es que sí tienen otra opción?
¿Por qué está mal hacer lo correcto?, se pregunta uno de los personajes luego de que comienzan las reprimendas por parte de sus superiores contras los soldados de cada batallón que decidieron no hacer uso de sus armas durante la fecha decembrina. El personaje, un cura que ayuda a los enfermos durante la guerra, cuestiona a su iglesia, pero también a su país, a sus dirigentes y a la razón de fondo por la que se pelea, haciendo notar que los verdaderos perdedores del conflicto bélico son todos esos hombres y mujeres enviados a la lucha, enviados prácticamente a morir.
El hombre, ante la situación más estresante y desamparada, encuentra una forma de motivación, de unión, fuerza y confianza en algo en lo que cree y le da esperanza, representado en la película a través de la celebración navideña y de las artes, el canto, en este caso, que es lo que desata la primera forma de convivencia y tregua entre soldados. La paz prevalece no por la devoción a una fecha específica, no por la Navidad y lo que representa religiosamente hablando, sino porque el evento es un momento de escape y liberación. “Todo el mundo fuma en las trincheras – dice uno de los personajes – matas el tiempo como puedes”. La celebración navideña es lo mismo pero a una escala mayor; un evento más significativo, armónico y trazado bajo valores humanitarios como el compañerismo, la hermandad, la solidaridad y la fraternidad.
Los tres puntos de vista, de escoceses, franceses y alemanes, confluyen en uno mismo, haciendo notar la similitud humana entre los hombres, su identidad como especie, su consciencia de ser en el mundo. Es la variedad de perspectiva y puntos de vista la importante mirada (o enseñanza) que ofrece la historia, el cómo cada soldado puede vivir diferente la situación, pero sus preocupaciones por la familia, la muerte, la vida, la lucha o el futuro, por ejemplo, son un común denominador entre todos ellos.
Inspirada en eventos verídicos que sucedieron durante la gran guerra en 1914, la historia expone la realidad de un proceso de confrontación y combate, desde aquellos quienes no quieren pelear, pero que no tienen otra opción porque es su obligación como ciudadanos, hasta aquellos que se unen a las filas militares por inercia y sin saber las consecuencias de muerte y sufrimiento que implica un escenario como ese.
Escrita y dirigida por Christian Carion, la película estuvo nominada al premio Oscar en la categoría de mejor película extranjera en 2006 y cuenta con las actuaciones, en los papeles principales, de Diane Kruger, Daniel Brühl, Benno Fürmann, Guillaume Canet, Gary Lewis y Alex Ferns.
Ficha técnica: Joyeux Noël