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Juego de campeones

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

El deporte es entrenamiento, disciplina, pasión, aprendizaje, táctica, fortaleza, diversión, asertividad, pero también es adicción, fijación, ofuscación, obstinación o necedad. “El futbol es una forma de vida”, dice la narración inicial de la película Juego de Campeones (EUA, 1999), y eso es tan bueno como malo según se asuma la frase, porque como motivación, como motor, la idea resulta positiva, pero si se convierte en obsesión y necesidad, puede llegar a nublar el buen juicio de las personas.

Juego de Campeones trata de un grupo de amigos preparatorianos que forman parte del equipo de futbol americano de su escuela y que viven en una pequeña ciudad en Texas, EUA, en donde este deporte lo es todo. Para los ciudadanos la vida se mueve alrededor de los éxitos del equipo juvenil, dando a su entrenador (Jon Voight) un poder de decisión incuestionable sobre sus jugadores pero, cuando el quarterback estrella (Paul Walker) se lesiona, su suplente, Mox (James Van Der Beek), deberá sustituirlo, sólo que el joven es lo suficientemente rebelde como para cuestionar a la autoridad rara vez cuestionada, al entrenador.

Existe una fijación con el equipo de futbol americano al grado de ser lo único que importa para los padres, amigos e incluso los jugadores y esto puede verse a través de la reacción de las personas una vez que Mox comienza a ganar juegos a favor de su equipo. El protagonista pasa de ser un ignorado y ridiculizado suplente para convertirse en la nueva estrella de la ciudad. La situación es un ejemplo de cómo operan este tipo de formas de entretenimiento en la realidad, en donde figuras deportivas con todo lo que representan y con quienes se vinculan (incluyendo jugadores, sus familias, los dueños de los equipos o los principales patrocinadores) son puestos en un pedestal y se convierten en modelos a seguir, o en seres con poder suficiente a quienes se les perdona cualquier falla por la simple razón de sus hazañas, de sus habilidades deportivas y por lo positivo que esto trae a la sociedad. Se les juzga diferente y se les excusa porque representan una pieza social importante en la estructura de organización del sistema, sea  para control, distracción, entretenimiento, aprendizaje o unión.

El juego, tanto en la película como en la vida real, da una motivación a las personas y ello es algo positivo, une en el campo de juego y anima antes, durante y después del mismo, el problema es cuando no existe otra forma de distracción, como aparentemente sucede en la ciudad en donde se desarrolla la historia de la película. Si no hay otro incentivo que haga crecer a las personas, su dedicación se convierte en una cegada fe que no se detiene a cuestionar métodos o consecuencias y las relaciones, familiares, amistosas o sociales, se rigen por el papel de los jugadores en el campo de juego, resultando en una tóxica interacción social.

De ahí la importancia de Mox, su personalidad, acostumbrada a una mayor libertad de pensamiento, originada, probablemente, por su constante estar en la banca durante los juegos, lo hacen, eventualmente, darse cuenta de cómo afecta la situación a sus compañeros, en especial en lo relacionado a las decisiones tomadas por su entrenador, quien camina con un estandarte de promesa de éxitos deportivos para la ciudad. Claro que al principio el mismo Mox se ve invadido por los efectos de la popularidad de su nueva posición como quarterback, incurriendo en relaciones perniciosas con sus compañeros.

Mox dice que el juego es un momento representativo e importante para sus vidas, pero no más que un partido jugado que debe disfrutarse. El entrenador piensa diferente y ello ha traído lesiones deportivas para los jugadores, ocultas con medicamentos y disfrazadas con excusas a fin de explotar a los atletas poniendo en riesgo su salud, con el propósito explícito de ganar a cualquier costo.

La historia habla de ejercer el derecho de cuestionar a la autoridad cuando es necesario, de trasgredir las líneas de mando cuando son irracionales, de desobedecer cuando la indicación afecta la salud de terceros,  de pensar en el bienestar social más que en la gloria personal o en la efímera victoria momentánea. Si bien la película se llena en su construcción de clichés provenientes de otras historias de adolescentes, trazadas en el crecimiento de sus estereotipados protagonistas para encontrar su voz interior y el valor de decisión, o en las relaciones amistosas y amorosas particulares de la adolescencia, la presión de los padres y el escenario deportivo estudiantil, el relato se permite presentar algunos de los excesos deportivos y extradeportivos que en ocasiones llenan el mundo del futbol americano. Hacemos notar que la historia es un escenario ficticio, inventado, creado exprofeso para acentuar algunos rasgos del mundo deportivo estudiantil, que en la vida real puede no repetirse de manera exacta o parecida, aunque existe siempre la posibilidad de que los abusos, los excesos, el deterioro de las relaciones personales asomen en forma recurrente en la comunidad estudiantil preuniversitaria.

Si bien enfocada primordialmente al ambiente juvenil, la película cuenta con importantes lecciones sobre el deporte y lo que representa. A veces lo es todo, a veces es sólo parte de las distracciones de la vida, en ocasiones es una etapa por la que transitamos con experiencias y aprendizaje.

Ficha técnica: Juego de campeones - Varsity Blues

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