Un pueblo desprotegido es un pueblo perdido, en especial si sus alrededores están llenos de conflicto. Para sobrevivir una comunidad necesita trabajo, educación, organización, recursos, reglas, entretenimiento, cultura y motivación, pero también necesita protección y seguridad, porque el conflicto no es ajeno a las sociedades, ni las antiguas ni las actuales.
En ese estado se encuentra el pequeño pueblo de esta historia. Los siete samuráis (Japón, 1954) está ambientada alrededor de 1586, cuando guerras civiles azotaban Japón y saqueadores bandidos atormentaban a los ciudadanos. Sabiendo que son blanco de una pandilla de forajidos, el pueblo debe decidir qué hacer para cambiar su situación. ¿Huir, negociar, matar, luchar, morir? El sabio anciano del lugar les dice que deben luchar, pero que ellos, como campesinos, nos son los indicados para cargar con la situación, así que deberán conseguir el apoyo de guerreros samuráis.
“Son unos orgullosos”, dice uno de los campesinos. “No tenemos nada que ofrecerles”, dice otro. “Busquen samuráis hambrientos”, dice el anciano. En su lógica, si sólo pueden pagarles con comida y alojamiento, a cambio de una guerra segura, por lo menos deben buscar a personas necesitadas, desesperadas, que acepten las condiciones. Encuentra tu objetivo y tantea tu mercado, parece ser el relativo al consejo del anciano; negocia, ofrece y pregunta, que siempre habrá alguien dispuesto a cubrir las vacantes que se ofertan.
El reclutamiento comienza, siendo el primero en aceptar la propuesta un hábil e ingenioso samurái, quien accede porque entiende que el pueblo en cuestión está perdido sin un poco de ayuda, de su ayuda. Calculando estrategias y batallas probables, el samurái determina que para defender el pueblo, sus dimensiones, tierras y habitantes, serán necesarios seis samuráis más aparte de él.
La forma en que guerreros van sumándose a la causa se convierte en un proceso para encontrar personajes con características tales como habilidades propias, eficacia de acción, lealtad y motivación. Cada samurái acepta por diferentes razones, pero con un común denominador: guerreros en busca de su destino. Algunos lo hacen por caridad, otros lo hacen por la aventura, algunos aceptan por su amistad con otros samurái, otros llegan sin ser llamados. Todos, finalmente, responden a un llamado, guerreros militares pero también personas en busca de un camino, recayendo en solidaridad, valor, apoyo, deber y hasta la ganancia de experiencia, según sea el caso.
Cuando el grupo finalmente se conforma, es momento de preparar la estrategia de ataque y defensa, recurriendo a las debilidades y fortalezas del pueblo, sus personas, su localización y su construcción. Sabiendo que los saqueadores los superan en número, los samuráis trazan un plan para defender la ciudad, pero también para forzar a los bandidos a una sola entrada, a un solo punto de encuentro; lo importante es tomar el control de la situación con una ventaja a utilizar, haciendo uso de lo que tienen a la mano, la gente, las tierras, el agua y el bosque.
El resto de la historia combina la motivación y preparación de un pueblo con los samuráis que les enseñan lo mínimo de defensa; es la supervivencia de unos y otros: los samuráis haciendo su propio destino, el pueblo temeroso del futuro, a la deriva, teniendo que confiar en una serie de guerreros ajenos a ellos. Cuando uno de los campesinos, preocupado porque su hija llegue a relacionarse con alguno de los samuráis, o que alguno de ellos abuse de ella, le expresa sus sentimientos a un colega, éste le contesta: “¿Para qué te preocupas por tu barba, cuando van a cortarte la cabeza?”
La lección es simple pero real, un problema al momento, paso a paso, poco a poco y día a día. La estrategia de los samuráis y toda la secuencia de batalla entre ellos y los guerreros son ejemplificación del concepto. En lugar de alborotarse a la pelea, a la invasión y a alcanzar la victoria, lo importante es saber cómo manejar la situación. Los samuráis saben que no pueden ganar si se pelea al nivel de todos contra todos, así que van buscando la forma de matar a los bandidos poco a poco, uno a uno. Es paciencia y táctica, es saber abordar el problema con lógica y razonamiento, no sólo en la impulsividad.
La película habla de fortalezas y debilidades, del entrenamiento necesario, persistencia y aprendizaje para mejorar en lo que se quiere y alcanzar el éxito, desde el joven que se convierte en discípulo de un samurái más experimentado, al pueblo que no desea ser nuevamente saqueado. Los campesinos buscan soluciones a sus problemas, buscan sobrevivir y barajean opciones para hacerlo. Darse cuenta que ellos solos no pueden salir victoriosos de la situación los lleva a entender que tal vez sí sea posible si cuentan con al apoyo de otros mejor entrenados y más capaces en el área. Es reconocer también las fortaleces de otros y debilidades propias, y viceversa.
Trabajo en equipo les dice el samurái que toma el mando, el primero en unirse a la causa. “Aquí no toleraremos el egoísmo”, recalca. Sus palabras reflejan una realidad, el pueblo necesita a los samuráis, pero los samuráis necesitan al pueblo. Su motivación no se forja bajo las mismas razones pero sí encaminados hacia una misma dirección, bajo la idea de que solos, ni unos ni otros, obtendrán lo que están buscando, éxito, libertad, trabajo, redención, experiencia o reconocimiento, por mencionar algunos.
Ganamos pero no ganamos, reflexiona hacia final aquel samurái líder, hablando de él y de sus similares. La victoria antes los invasores es para todos, pero en realidad los beneficiados son los campesinos, no ellos mismos. ¿Buscaban la muerte, buscaban la gloria o buscaban algo más, algo además que sólo la pelea para su futuro? La situación es aún más interesante cuando hacia el final se descubre que los campesinos, que siempre ostentaban austeridad y decían que no tenían nada más que arroz para ofrecer de alimento a sus benefactores (en parte razón por la que los samurái aceptan el trato), en realidad sí tenían más recursos de los que dejaron saber. ¿Qué significa esto? ¿Quién necesita a quién y quién sale realmente favorecido del resultado?
La lección es rica en perspectiva y contenido. El bien común frente al bien propio. ¿Qué mueve a cada personaje y por qué hacen lo que hacen? Desde el samurái que llega porque quiere perfeccionar su técnica, hasta aquel que quiere ser reconocido como un verdadero peleador, desde el campesino que sólo quiere controlar y sobreproteger a su hija, hasta la campesina anciana que quiere venganza de aquellos bandidos que causaron la muerte de su hijo.
Escrita por Shinobu Hashimoto, Akira Kurosawa y Hideo Oguni, dirigida por el mismo Kurosawa, la película se ha convertido en referencia cinematográfica, alcanzando gran influencia por su estilo y la construcción de la historia, mismos que después se repitieron comúnmente en el cine; ejemplo de ello está en la propia línea de trama del relato: reunir a los héroes de la historia para luego mandarlos a su misión. Una película que se convirtió en fuente de inspiración para otros relatos, el mejor conocido, el western hollywoodense “Los siete magníficos”, de 1960, que se basa directamente en esta historia.
Ficha técnica: Los siete samuráis