El hombre ha intentado entenderse y entender al otro, a la especie humana, desde tiempos antiguos; los estudios de la psique tienen como propósito explorar los procesos mentales de los individuos, en su razón, lógica, conducta, emociones, relaciones, inteligencia, desarrollo, motivación y evolución. Se trata, en síntesis, de encontrar los elementos que conforman y definen el carácter social del hombre en cada época y sociedad determinada. Teorías, metodologías e interpretación han llevado a las ciencias sociales a abrir un camino para entender el comportamiento humano. Teorema (Italia, 1968) es una película que dibuja una mirada de la complejidad del ser, permitiendo con su desarrollo, contenido y simbolismo, extraer elementos de análisis.
La historia gira en torno a una familia de posición económica alta en Italia, la pequeña burguesía ascendente con su carga de prejuicios morales, quienes reciben la visita de un extraño joven. Su carisma y atractivo seducen a cada integrante de diferentes formas, a la sirvienta, al hijo, la madre, la hija y el padre; hasta que un día él anuncia que se marchará, provocando reacciones inesperadas, desconcertantes, entre sus anfitriones, algunas trágicas, algunas de desesperación, algunas incluso espiritualmente divinas.
La ambigüedad alrededor del joven y el misterio que le rodea permiten que cada personaje y cada espectador le den el significado que elijan. “¿Quién es ese chico?”, pregunta una joven a la hija durante una reunión a la llegada del visitante; “Un chico”, responde ella, encogiéndose de hombros. El joven es una carta comodín, un extraño que sin embargo establece canales de comunicación reciproca que le hacen transitar en su papel del otro hacia una búsqueda de identidad por cada uno de los integrantes de la familia. Su función se manifiesta abierta a cualquier denominación, representación o significado que se le quiera dar, de acuerdo con el efecto que su presencia, y más tarde ausencia, tiene sobre cada uno de los miembros de esta familia: deseos reprimidos, anhelos, ideales, libertad, aspiraciones, frustraciones, dependencia, protección o aislamiento, entre otros.
El relato habla de la construcción de un mundo propio y la búsqueda de identidad por parte de las personas (-y los personajes-) en donde todo parece perfecto, pero nada es casual; la aparición de este visitante es la explosión, o la ruptura, necesaria para el cambio. El efecto que su presencia tiene sobre cada una de estas personas por eso es significativa, porque responde a las necesidades de ellos como personajes en crisis, conscientes o inconscientes de sus propias problemáticas, negándolas, eludiéndolas u ocultándolas, de otros o de sí mismos, expresando en su conducta la falta de conciencia sobre su esencia humana, la enajenación ideológica y cultural en que los ha sumido el sistema capitalista.
La partida del joven extraño provoca consecuencias que no son bien asimiladas porque los personajes no saben qué hacer ni cómo comportarse ante su ausencia, debido, sobre todo, a la naturaleza de las relaciones establecidas con cada uno de ellos, donde el factor amoroso-erótico-sexual adquiere particular importancia, tanto para el encuentro con su condición humana como para vislumbrar un camino a la liberación de las ataduras ético-morales propias de la clase social en la que se ubican como familia. ¿Quién soy?, se cuestionan, y extraña, pero obviamente, no tienen una respuesta clara.
La devota sirvienta entra en un estado de culpa que, siente, debe castigarse en busca de una absolución, luego de un encuentro sexual con el visitante; el hijo comienza una etapa de autodescubrimiento que exagera la aceptación hasta tornarse en experimentación artística, libertina pero abstracta, bajo la influencia y acentuada fijación hacia el joven extraño; la madre rompe con cualquier atadura que su familia pudo significar, pero se pierde en el camino hacia la independencia y la sexualidad, busca su realización como mujer sin saber cómo hacer del acto sexual una expresión de amor ; la hija se autodestruye cuando se convence de la insignificancia de su vida, no porque realmente alguien sea insignificante como ser humano, sino porque no encuentra el sentido de su vida; mientras el padre se aleja del orden y la razón, de su estilo de vida, de sus valores, en su intento por entender la importancia de su trabajo, su dinero, su posición social y su trascendencia como persona.
Durante su composición, la película hace alusiones varias a un Dios, al desierto como imagen de un vacío y el vencer, destruir y restaurar como un ciclo necesario e inevitable. Criticando a su paso, a través del desarrollo narrativo, situaciones relacionadas con temas como el materialismo, la división de clases sociales, el consumismo, la búsqueda de identidad, la obsesión, la fijación y la salvación, así como también la forma en que el hombre se esconde detrás de todos estos conceptos para justificarse y justificar su, a veces, falta de ímpetu, carencia de conciencia, la enajenación que caracteriza a la sociedad del siglo XX. Enajenación, por cierto, hoy cada vez más acentuada.
¿Es el visitante un ser divino; literal o sólo metafóricamente hablando? Qué es lo que prevalece de su presencia y los cambios que su partida traen para los personajes al obligarlos a confrontarse a sí mismos, es la parte más significativa de la película. Las respuestas serán una serie de asimilaciones divergentes y convergentes; la interpretación variará de espectador a espectador porque cada quien entenderá la historia de manera diferente, y esa, como habilidad narrativa y discursiva del proyecto, es uno de sus mayores atributos.
La construcción, abstracta, simbólica, visual y observadora, sirve como apoyo para entender el tipo de atmósfera, en su espacio y su mente, que viven estos personajes; una técnica que complementa el contenido narrativo con la técnica cinematográfica en una misma sintonía reflexiva: un teorema, una demostración lógica, principios fundamentales de teorías.
Escrita y dirigida por Pier Paolo Pasolini, la película está protagonizada por los actores Terence Stamp, Laura Betti, Silvana Mangano, Massimo Girotti, Andrés José Cruz Soublette y Anne Wiazemsky y refleja, sin duda, el ambiente cultural crítico, la revolución sexual y el anhelo libertario que se dejó sentir en los países europeos en el año en que fue estrenada la película: 1968.
Ficha técnica: Teorema