En el mundo del espectáculo todo se puede. Es una combinación entre fijación mediática de entretenimiento y realidad artística, que relaciona con la celebración de diversión, creación, técnica, funcionamiento y divulgación; teatro, música, danza o cine son artes y disciplinas llenos de posibilidades. El mundo de la cinematografía aprovecha estos elementos para crear historias, como ejemplo se encuentra la película Chicago (EUA-Alemania-Canadá, 2002), que con su construcción temática y dinámica de género musical logra hablar de estos temas al tiempo de llevarlos a la práctica.
Ambientada en la ciudad del mismo nombre, en la década de 1920, la historia pone a un par de mujeres obsesionadas con la fama y al abogado que alimenta sus sueños y su relación con los medios masivos. Roxie encuentra su posibilidad de ascenso cuando asesina a su amante y en la cárcel se pone en contacto con Billy Flynn, abogado experto en liberar culpables con juicios basados en el engaño más que en la evidencia. En prisión también se encuentra Velma, igualmente acusada de asesinato y la reina del cotilleo entre los periódicos de la ciudad, en donde el asesinato es la más grande forma de entretenimiento del momento. Velma y Roxie compiten por ser el principal foco de atención, mientras sus casos y juicio se convierten en pandemónium mediático y social.
La fama pasajera, el show y el espectáculo son una fijación producto del deterioro social. El deseo de realización encontrado en banalidades propiciadas por razones varias: falta de educación, oportunidades, desempeño personal y profesional, ausencia de empleo bien pagado, etcétera. Una necesidad de aceptación social encontrada falsamente a través de mecanismos como los medios de comunicación. En la actualidad esto se agranda gracias a la presencia de las redes sociales y los programas de concursos de todo tipo, llenando vacíos momentáneos que propician la trivialidad y la demanda de atención; es vulgarizar la vida misma, invadir la intimidad, trastocar el concepto de pudor, fomentar el morbo.
Todo es un circo, dice Billy Flynn cuando se refiere al juicio próximo de Roxie. El camino para llegar allí está lleno de engaños, mentiras y manipulaciones, vender a los medios y a la gente lo que quieren oír; es dibujar a un personaje inexistente y construir su historia para crear empatía. El punto no es si Roxie es inocente o culpable, lo importante es cómo vender su imagen y sacar provecho de ella; se subasta su ropa y se venden muñecas con su cara; es un éxito insulso y pasajero que la mujer sueña gracias a, una vez más, lo que lee en el periódico y escucha en la radio, en su ambiente sociocultural.
Roxie, junto con Velma, son producto de su instinto por la supervivencia y su instinto por sobresalir, un sueño idealizado provocado por un ambiente vacío de la sociedad, promovido por unos medios de comunicación que vanaglorian a las mujeres envueltas en estas situaciones de asesinato, de responsabilidades criminales; los dramas o telenovelas de la vida real de la época.
Un sistema carente que se alimenta de la ineficiencia del aparato jurídico mismo. Mientras Roxie aparenta ser una inocente esposa y ama de casa para que esta imagen le ayude en su caso, a pesar de deliberadamente matar a un hombre, otras presas que comparten celda con ella cargan con historias más crudas pero menos populares (al ojo público). Mujeres presuntas inocentes que justifican sus acciones, algunas han actuado con dolo, otras en defensa propia, otras lo han hecho en respuesta al trato desleal y/o violento que recibían de sus respectivas parejas. “Se lo merecían”, dice la letra de ese momento musical titulado “Cell block tango”. ¿Son entonces sus acciones justificadas? No, pero por lo menos estas mujeres tienen una historia real y cruel que las impulsa a actuar, mientras que Flynn, para Roxie y Velma, construye sus historias a conveniencia. Los inocentes no son los ganadores porque no son populares ante al ojo público; por lo menos no en esta historia. El sistema de justicia beneficia al que engaña y miente mejor, o al que corrompe con mayor amplitud y eficiencia.
Los tres principales protagonistas son una colección de oportunistas que no piensan en consecuencias, sino sólo en servir al beneficio propio, aprovechándose de las palabras vacías y la inocencia del otro, de las debilidades de los enemigos y la popularidad de su nombre en el colectivo social. “Deslúmbralos y te harán una estrella”, canta Flynn en relación al juicio de Roxie y su estrategia para llevarlo, basado en la duda y el engaño. Un juego de apuestas en la corte que se enfoca en la percepción guiada más que en evidencia real.
Pero la fama de estas mujeres es efímera y sólo su caída puede hacerlas darse cuenta de ello. Después de un momento de publicidad gratuita, de sus “cinco minutos de fama”, es tiempo de pasar a la siguiente historia, a lo nuevo y lo más atractivo, que inevitablemente durará de nuevo sólo un instante. Velma lo vive, lo sufre cuando llega Roxie a escena, quien a su vez lo vive cuando su juicio queda concluido, después de, engañar, de mentir, de pisotear a todos, para darse cuenta que al final está sola, que el mismo sistema la excluye una vez agotada la novedad y ser desplazada en la preferencia mediática por otros sucesos. Su camino concluye cuando Velma logra convencer a Roxie de un acto juntas, reviviendo además aquellos años de fama, encontrando en el reciclado de ese pasado el punto presente de popularidad. Es como dar vueltas a un mismo ciclo y reforzar precisamente así aquellas trivialidades del espectáculo popular. Nada extraño en este mundo del espectáculo y de lo efímero en donde artistas diversos realizan enésimas giras de despedida, o grupos musicales desintegrados hace décadas realizando conciertos de “reencuentro”, viviendo a veces de glorias pasadas.
El género musical ofrece una dinámica que no puede siempre encontrarse en otras películas, el movimiento y el color, pero en especial esa habilidad por contar historias de diferente índole y género, alimentándose de una comunicación en lenguaje musical y coreográfico, la representación de realidades a través de otras formas de expresión artística, o una combinación de ellas. La película aquí construye su propia trama y la complementa con la inclusión de números musicales que expanden el universo en que viven los personajes, sus pensamientos y sus acciones. “Cellophane” de Amos, esposo de Roxie, habla de cómo se percibe el personaje a sí mismo en relación a cómo se le trata, como un insignificante; mientras “We both reached for the gun” ejemplifica el manejo de Flynn hacia la maniobra de las mentiras creadas alrededor de Roxie en su acusación de asesinato, un número musical que pone a la mujer como marioneta y al abogado como la persona que maneja los hilos de los títeres, que vendrían a ser los reporteros.
El todo en conjunto se consolida como un relato crítico de los medios y la frivolidad con la que se manejan ciertas situaciones de entretenimiento popular, incluidos aquellos quienes a propósito promueven superficialidad y apariencias.
Dirigida por Rob Marshall, con un guión de Bill Condon, la película se basa en el musical de teatro del mismo nombre estrenado en los años 70. Ganó además seis de los trece premios Oscar a los que estuvo nominada y entre los alcanzados se encuentra el de mejor película. Protagonizada por Renée Zellweger como Roxie Hart, Catherine Zeta-Jones como Velma Kelly, Richard Gere como Billy Flynn, John C. Reilly como Amos Hart, Christine Baranski como Mary Sunshine, Queen Latifah como la Matrona "Mama" Morton, además de Taye Diggs, Colm Feore, Dominic West y Lucy Liu, entre otros más.
Ficha técnica: Chicago