El cine de autor es aquel que cuenta con características particulares y distintivas de su realizador; normalmente sale de los cánones establecidos pues el director imprime su sello distintivo, vaya o no a la par con lo cotidianamente establecido entre las reglas del mundo del cine.
No todo el cine fuera de lo ordinario es cine de autor, como no todos los realizadores son descritos con este calificativo para su trabajo, pues el cine de autor realza las impresiones y visión de su director, al grado que se distingue de entre todo el cine que se realiza a la par, gracias a los elementos típicos que se encuentran siempre en sus obras; por ejemplo, la agilidad de diálogo entre los personajes del cine de Robert Altman (1925-2006), conocido por películas como MASH, Gosford Park, Vidas cruzadas o El Dr. T y sus mujeres, o el humor cómico pero con crítica social que impera en el trabajo realizado por Charles Chaplin (1889-1977), cuyos productos cinematográficos que lo ejemplifican son, entre otros, Tiempos modernos, Luces de la ciudad y El gran dictador. Por cierto, ambos autores reconocidos tardíamente por los premios Oscar, al recibir el galardón Honorifico en reconocimiento a su trayectoria profesional en el séptimo arte.
El director debe realizar su propia impresión de la historia que cuenta, plasmándola de su visión particular y dotándola de peculiaridades propias, ya sea en cuestiones técnicas como un movimiento de cámara o en el tipo de edición de la película, incluso en cuestiones temáticas y de contenido. Su narrativa, personajes o innovaciones técnicas muy particulares, son los componentes que le llevan a ser identificados como generadores de “cine de autor”.
Para ello el autor busca libertad creativa y cierto grado de control sobre su trabajo, por lo que mucho del cine de autor resulta también ser cine independiente, autónomo en todo sentido, en especial de las reglas de la cinematografía o de las imposiciones de un estudio productor, que a veces procuran más el resultado mercadotécnico que el artístico.
También el cine de autor puede llegar a catalogarse como cine de arte, porque los realizadores, con su libertad creativa y experimental, suelen proponer historias menos comerciales y, en efecto, más artísticas.
Se considera que el cine de autor inició a clasificarse de esta manera a partir de aproximadamente la década de 1960 (aunque ya se debatía este término desde tiempo atrás) cuando, en contra del neorrealismo italiano, movimiento que proponía un cine más real, filmando, para lograrlo, en locaciones naturales en lugar de estudios de grabación y con personas comunes en lugar de actores profesionales, la nueva ola de cine francés proclamó la importancia de la visión del autor, del director o guionista, para moldear las historias, para dar forma a esa realidad de la que hablan otros autores.
Con figuras como François Truffaut (1932-1987), Jean-Luc Godard (n.1930) o Claude Chabrol (1930-2010) entre sus representantes, los pertenecientes a este movimiento apelaron por un cine más personal, reconociendo que la visión del director detrás del proyecto como la guía que construye la historia, es el vehículo verdadero que permite pasar del guión plasmado en papel al rollo de filmación.
Así, aunque el cine de autor se refiere a los realizadores de quienes se percibe su trabajo como únicos entre los demás: Quentin Tarantino (n. 1963), Akira Kurosawa (1910-1998), Woody Allen (n. 1935), Luis Buñuel (1900-1983), Alfred Hitchcock (1899-1980), David Lynch (n. 1946), Pedro Almodóvar (n.1949) o Terrence Malick (n. 1943), por mencionar algunos ejemplos, también se considera cine de autor al conjunto de realizadores dentro de una misma corriente que trazan un tipo de cine fuera del movimiento comercial y mercadotécnico de la industria.
En cualquier caso, este tipo de cine se caracteriza por la puesta en escena que plasma el director de la película, con sus técnicas de filmación, forma de abordar la historia y contenido audiovisual, creando ciertas características en pantalla que conforman su particular modo de hacer películas, al grado que se hacen propias para su cine. Y porque el autor propone su perspectiva de la historia, suele hacerlo directamente desde el guión, pues aunque muchos autores no se involucran con el proceso de escritura, la mayoría sí lo hacen, ya que su panorama del relato que cuentan viene desde la historia misma hasta su realización.
Los hermanos Cohen, por mencionar un ejemplo, usualmente trabajan desde el guión hasta la realización sus propios proyectos. Esa es la clave que da flexibilidad a la libertad creativa y al mismo tiempo forja y construye ese sello distintivo, reconocible, que hace que el cine de los hermanos Cohen sea en todos sus elementos (historia, música, tono, actuaciones), su particular estilo de hacer cine. Fargo, de 1996, Sin lugar para los débiles, de 2007, y Quémese después de leer, de 2008, son por ejemplo películas que los identifican.
En el cine de autor es tan importante el qué se cuenta, igual que el cómo se cuenta, porque influye tanto la técnica como la modernidad, el contexto o el subtexto que se desee manejar en la historia. Un cine de autor de los años 50 no puede compararse con el moderno; el anterior no podrá reproducirse ni tendrá el mismo impacto en el presente como lo tuvo en el pasado, porque la forma de hacer cine es diferente, pero también porque el pensamiento de la sociedad de entonces no es el mismo que el del presente. La cultura cinematográfica ha evolucionado, modificando la forma de percibir las películas filmadas en otros momentos y circunstancias. La visión del autor puede perdurar el paso del tiempo; el suspenso de las películas de Hitchcock es tan efectivo hace 50 años como lo es ahora, pero su estilo particular de hacer cine y abordar un proyecto sólo puede hacerse por el autor mismo en su presente, en su momento de hacer el cine, con las herramientas que tiene a su alcance y la mirada particular con que lleva sus historias a la pantalla grande en ese particular contexto.
La base para definir el cine de autor es que el responsable de la obra es el director, que con su trabajo y visión indica a cada departamento la forma de hacer realidad esa mirada propositiva con que asume un filme. La idea no debe ser controladora y excluyente, pues el propósito es el trabajo armonioso que opera bajo una visión característica del realizador, es decir, un cine hecho bajo el trabajo en equipo como cualquier otro, pero en el que el autor plasma su percepción única para contar la historia en todo momento, donde de alguna manera controla lo que se hace y cómo se hace, porque cada acción debe corresponder con su mirada de realización.
Esta categoría de cine es vasta y aunque no todos los realizadores encuentran sus películas en este apartado, a pesar de contar con un estilo de cine particularmente único, muchos autores independientes y vanguardistas encontraron en estas corrientes artísticas una forma propia de hacer cine, y con ello, un tipo propositivo de contar historias, es decir, el cine de autor.