Una sociedad aislada y dividida termina por enviciarse; se limita y bloquea su propio desarrollo, pero, al mismo tiempo, ello obliga a quienes la integran a buscar su propia supervivencia, crecimiento y el camino para progresar, incluso si eso implica romper con las reglas. En Divergente (EUA, 2014), una historia ambientada en un futuro ficticio, la sociedad está dividida en cinco facciones: Abnegación, Cordialidad, Erudición, Osadía y Verdad (y los “sin facción”, personas que no encajan, aceptan o eligen algún grupo y que por tanto carecen de trabajo o función dentro de la sociedad), que procuran establecer un orden a través de la división de grupos donde las personas sean catalogadas y cubran una ocupación, según sus aptitudes, virtudes e intereses. El problema es que la gente no siempre puede ser encasillada, ni en sus acciones ni en su pensamiento, y quienes no pueden ser clasificados en un solo rubro son llamados Divergentes, gente que la sociedad no entiende ni acepta.
“Si no encajas en una categoría, no pueden controlarte”, le dice una joven a la protagonista Beatrice “Tris” Prior, cuando ella toma la prueba de aptitud designada para determinar la facción a la que pertenece. El sistema de organización del futuro Chicago, donde se desarrolla la historia, determina un control social (y de pensamiento) donde las personas creen que tienen una libertad de decisión, aunque esto no sea verdad. Esto se ejemplifica con la misma prueba de aptitudes o en la ceremonia de la selección de facciones, donde los jóvenes creen poder ejercer su derecho de elección, pero en realidad sólo siguen los patrones y modelos que les han sido enseñados. A cada uno se le dice que debe ser leal a su facción (la facción antes que la familia), que debe guiar sus acciones conforme las pruebas de actitud determinan, pues si no encajan o no aceptan las reglas establecidas, son personas marginadas, inadaptadas, sin facción.
Las personas se sorprenden cuando Tris elige cambiar su facción de Abnegación por Osadía, pero las razones como asimilan y reaccionan ante la situación son diferentes. Para Tris significa responder a su deseo de conocer y aprender, de vivir, según cree, conforme los de la facción de Osadía se permiten, a diferencia de los de su grupo de nacimiento, los abnegados, personas más reservadas y recatadas. Pero para otros, su elección evidencia el malfuncionamiento interno que se comienza a vivirse a raíz de la forma como los líderes (Abnegación) manejan las facciones.
Jeanine, la líder de Erudición, está convencida que la sociedad necesita un mayor control, un régimen más estricto y exigente, donde los que no se alinean a las reglas deben ser eliminados, los Divergentes principalmente. Para esta mujer, las personas como Tris simbolizan los errores de la flexibilidad del sistema. El Divergente es alguien que piensa diferente, que ofrece soluciones, que busca respuestas y que intenta ser libre; alguien quien, según lo mira Erudición, facción autonombrada portadora de conocimiento e inteligencia, va en contra del sistema mismo de división por grupos. Para quitar el poder de liderazgo a los abnegados, quienes como personas que evitan el egoísmo, la vanidad y el beneficio propio fungen como encargados del gobierno, Jeanine debe tanto evidenciar los problemas que puedan presentarse dentro de aquella facción (presionando y forzando la idea de que la decisión de Tris y su hermano Caleb [que cambia a Erudición] pueda ser un indicativo de ello), como también empleando la fuerza para arrebatarles el liderazgo (utilizando un suero sobre los integrantes de Osadía, que los hace seguir sus órdenes; un suero al que los divergentes son inmunes).
Ella cuestiona la naturaleza humana y lo que nos hace diferentes como personas, algo que su idea de control, y de las facciones en general, intentan eliminar. Las personas son producto de sus experiencias; sus características de pensamiento, comportamiento, actitud y sentimientos se determinan por historia de vida, las personas con quienes se relacionan, el ambiente en el que viven y las decisiones que toman; el ser divergente es responder a estas características, más que a las reglas que se les imponen, porque es la naturaleza humana cuestionar, conocer y, en sí, divergir.
También es parte de la naturaleza humana reconocerse dentro de un grupo social, tener un propósito conviviendo con aquellos afines a los mismos ideales. Explotando esa idea se sustenta el sistema de facciones, pero mientras algunos puedan ver positivo que las personas se abran a las experiencias, cambiando de facción o conviviendo y conociendo de otros, algunos más difieren y consideran que esto debilita un sistema de reglas establecido, las facciones mismas, sustentado en promover la división de personas, de alguna forma en clases, evitando así la compenetración y la libertad. En esta sociedad distópica, a las personas se les pide ser ellas mismas pero, al mismo tiempo, como con las pruebas de aptitud o la división de facciones, se les impone aquello que deben ser. La pertenencia a una facción cancela la posibilidad de aprender a vivir como otros, ignorando que la diferencia es la esencia de la contradicción que conlleva a la evolución, en tanto que lo homogéneo conduce a la mediocridad y anula la creatividad.
Tris, como divergente, representa el cambio que se vive en el Chicago del futuro. La presencia de divergentes es la presencia de personas que no puedan ser catalogadas, encerradas de alguna manera en una misma forma de pensamiento y comportamiento, que no pueden actuar sin cuestionar o sin aceptarse como personas que buscan la verdad al mismo tiempo que el conocimiento, que creen, sienten y actúan de forma valiente cuando es necesario, pero que también saben ser amables según la situación. Ser divergente es ser humano, aunque no todos los líderes de este mundo distópico quieran o se permitan aceptarlo.
La joven protagonista se atreve a ello como parte de su comportamiento, su esencia, su naturaleza humana. Salir de Abnegación para entrar a Osadía no exclusivamente como un acto osado, representación de su valentía, sino el cómo esa valentía es dirigida hacia sus decisiones de vida en otros aspectos, la búsqueda por la verdad, el conocimiento, la solidaridad y el bien social, entre otras motivaciones que van conformando su carácter.
El propio pensamiento cerrado y rígido de los que gobiernan las facciones transporta ese actuar a la forma en que las manejan, y pareciera que para los osados la audacia y decisión se traduce en coraje sólo para la pelea, sin tomar en cuenta el coraje para levantar la voz, para cuestionar y para exigir conocimiento. Tris, al contrario, es valiente en todo sentido; esa es la parte de su personalidad que pertenece a tal facción, que en combinación con las otras, la cordialidad, la solidaridad o la verdad, la hacen ser quien es. Ser divergente es ser normal, porque todos los seres humanos son así, aunque no siempre se den cuenta de ello, condicionados en la historia por las facciones y el sistema de organización en el que viven, coartando esa libertad en ellos. Tal como sucede en la historia de la humanidad, una historia marcada por la división de la sociedad en clases sociales.
“El miedo no te paraliza, te hace reaccionar”, le dice Cuatro, instructor de Tris en Osadía, refiriéndose a la forma en que los iniciados, durante su entrenamiento, para demostrar que son dignos de la facción, deben afrontarse a ellos mismos, a sus miedos, sus límites y su potencial. El miedo como un motor de vida, como un incentivo de superación personal, crecimiento y maduración, según lo afronta Tris. Los osados son enseñados a pelear contra el temor, en lugar de aceptarlo. Tris y Cuatro prefieren afrontarlo y ser mejores a partir de él. “Todo el mundo le teme a algo”, menciona en otro punto de la historia el mismo Cuatro. El problema no es el temor mismo, sino negarlo o ignorarlo en lugar de enriquecerse de él, motivarse en acciones y decisiones a partir del deseo de superación, aceptación y aprendizaje, a partir de este sentimiento.
Las facciones se enfocan solamente en un punto de la personalidad de las personas y eso es lo que las limita (como sociedad y como individuos). En Osadía deben ser intrépidos, sin considerar la inteligencia o la iniciativa. “Entrenamos soldados, no rebeldes”, menciona uno de los instructores. De ahí que se sienta cierta negatividad hacia la actitud de Tris, ávida por más que la simple valentía, las peleas, los entrenamientos y la lucha mano a mano que demuestre fuerza física. De la misma manera, los Eruditos no pueden sólo responder a la ciencia, el saber y el conocimiento, deben entender las cuestiones éticas y morales, sociales y culturales, de ese conocimiento y cómo enriquece o debilita a la sociedad. Y así también para las otras facciones, que se entrelazan por más que lo nieguen, porque son una sociedad que convive, por mucho que la división de grupos pretenda aislarlos.
El sistema y el problema del liderazgo crea conflictos porque es producto de una sociedad desconcentrada, razón que lleva a Jeanine, junto con Erudición, a buscar tomar el control por la fuerza, porque ella misma no tiene el poder; su única opción es negociar con Osadía, no para un apoyo solidario que responda a los mismos ideales, sino como un alianza del más fuerte, explotando y pisoteando a las otras clases que consideran débiles; una lucha y división provocada por el propio sistema que pretenden fortalecer, las facciones. La respuesta de los divergentes de luchar contra un régimen controlador responde al bien común, rebelión como búsqueda por el desarrollo, combinando sus intereses por la verdad, el conocimiento, la solidaridad, la protección o el progreso, intereses combinados, no aislados. Divergentes como disconformes, personas diferentes buscadoras de opciones, respuestas y cambio.
Basada en el libro homónimo escrito por Veronica Roth, que continúa la saga literaria (y fílmica) con “Insurgente” y “Leal”, la película fue dirigida por Neil Burger y escrita por Evan Daugherty y Vanessa Taylor; protagonizada por Shailene Woodley, Theo James, Jai Courtney, Ashley Judd, Ansel Elgort, Zoë Kravitz, Miles Teller, Tony Goldwyn, Ray Stevenson, Maggie Q, Mekhi Phifer y Kate Winslet, entre otros. La historia (trilogía) se adentra en las preguntas acerca de la esencia humana y en las valoraciones éticas que acompañan, o deben acompañar, la construcción de las formas de organización social. Aunque igual deja latente la duda sobre la historicidad de cada sociedad, en este caso sobre el pasado y el futuro probable (deseable) de una sociedad encerrada en si misma.
Ficha técnica: Divergente