La apertura del Teatro Isauro Martínez en la ciudad de Torreón hace eco en toda la nación pero es algo que no sorprende, porque es una ciudad de records. Hace apenas cuarenta años pasamos de villa a ciudad. Nuestra economía despunto en un cuarto de siglo gracias a la agricultura, a pesar que la revolución nos dio un revolcón en su lucha, seguimos de pie.
Mi reloj marca las 6:30pm, el calendario, 7 de marzo de 1930. La magnífica construcción se tuesta como todas las edificaciones, después de todo, Torreón se cosecho de un desierto. Desde el Salón Señorial que se ubica en la acera de enfrente, observé el surgimiento de esta obra de arte.
Un ejército formado por albañiles, carpinteros, yeseros, electricista, ingenieros, y comandados por el diseñador Abel Blas Cortinas edificaron una estructura titánica. El espectáculo empezó con la construcción del esqueleto de hierro de más de veinte metros de altura, es lógico ya que debe cargar el cuerpo del teatro, se espera, que perdurara por siempre. Eso fue hace veinticuatro meses, hoy a las 8:45 se va a inaugurar, lo que promete ser, el más grande acontecimiento desde la llegada del ferrocarril a la región.
La fachada del teatro de cinco caras aguarda con paciencia, en ella se conjuga la dominante corriente art déco con los detalles árabes y ecléctico. Destaca un rosetón frontal con una vidriera hecho por la familia Montaña, contenido en un inmenso arco morisco, el balcón, más sencillo es de estilo bizantino.
Desde temprano se está formando una humilde fila para el área de galería o mejor conocida como gayola, la mayoría son esposas, que apartan el lugar para su pareja, que llegará en tranvía o carreta a la apertura del teatro. Las mejores galas se muestran en la fila, el corte casero impera en esta sencilla moda. El sol a esa hora las abraza y abrasa, las torreonenses se acompañan de sombrillas y las menos previsoras colocan su bolsa de mano como protección.
Mi entrada triunfal es por detrás, por el área de descarga, es la entrada de los cronistas. Me ubico en la calle Galeana a un lado de la Logia China.
Soy testigo de la llegada de los camiones que dejan lo último de la escenografía de la obra que va a inaugurar el teatro, ¿Quién te quiere a ti? bajo la dirección de Manuel Tamés, quién en ese momento lanza improperios por la tardanza del mobiliario traído de la estación de ferrocarriles. El maestro Reyes Téllez carpintero general, me da una bienvenida apresurada, tiene a todo su equipo ayudando en la colocación de los últimos detalles.
La zona de escenografía es de techos altos. La entrada posterior, me coloca en las entrañas del recinto, en la parte posterior del escenario. Tras la cámara oscura (el último telón), volteo hacia el punto más alto, a veinte metros de altura, donde veo “la parrilla”, que es la mecánica teatral, donde descansan las luces. A quince metros las barales, coordinan; la electricidad, las vestiduras y la colocación de la escenografía.
A la derecha se desciende por una escalera. Bajo el foro se oye un rumor incesante, ahí viven las máquinas para la refrigeración y la calefacción. El sistema más moderno, único en el país.
Al lado izquierdo aparecen cientos de cuerdas que manejan como marioneta el teatro, son las poleas de tiro y mano. Cuento las piernas del foro son cinco, me da una profundidad aproximada del escenario.
La entrada de los artistas no es lujosa pero si laberíntica y una locura en ese momento. Son dos pisos con dieciocho camerinos, dos de ellos montados con lujosos ornamentos, uno de ellos ya ocupado por la actriz Maruja Griffel protagonista de la obra, su puerta se mantenía cerrada para los curiosos, aunque los rumores dicen que el calor de la región la tenía agobiada. Miró el reloj son las 7:20
El gigantesco telón de terciopelo rojo de 6.50 metros de alto por 7 de largo se levanta para probarlo. La exclamación es general. No me catalogan como impresionable pero los ojos se me cristalizan al ver la opulencia, la belleza, la elegancia, nada me preparó para todas esas imágenes.
El marfil es el color predominante en todo el teatro, lo que llama más la atención es el abigarramiento, donde no ves alguna sección que no esté labrada. El teatro se divide en tres secciones; sala principal, mesanín y gayola. En el mesanín se ubica el palco presidencial, la gayola se caracteriza por ubicar a los torreonenses que ahorran en su asiento, y que las butacas de esa sección tocan el techo. Hay tres mil butacas en el teatro, la octava parte de la población de Torreón.
Continuará el próximo viernes...
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