La investigación periodística es un trabajo de documentación y análisis, en donde reporteros realizan un cruce de datos de información recabada de distintas fuentes, como testimonios personales, documentos oficiales y entrevistas, que se convierten en la fuente de información que abre la puerta a reportajes periodísticos con enfoque social relevante, en aspectos que afectan a la sociedad o le competen de alguna forma. No se trata de una noticia al día y al momento, sino de un evento noticioso que requiere profundización del tema, con crítica analítica de la información recabada. El periodismo de investigación explora sucesos, busca respuestas, plantea preguntas y, por tanto, la más importante pieza en su construcción son los hechos, lo que se sabe, no lo que se asume.
“No me interesa lo que piensas, me interesa lo que sabes”, les dice su editor a los reporteros del Washington Post, cuando descubren la historia de que los cinco hombres arrestados en las instalaciones del edificio Watergate, sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de Estados Unidos, en junio de 1972, tienen ilación con ex agentes de la CIA (Agencia Central de Inteligencia), en una escena de la película “Todos los hombres del Presidente” (EUA, 1976), un relato dirigido por Alan J. Pakula y escrito por William Goldman, con un guión basado en el libro de no ficción del mismo título escrito por Carl Bernstein y Bob Woodward, dos reporteros que siguieron la noticia hasta descubrir las implicaciones de la Casa Blanca en el asunto.
La historia es sólo la punta del iceberg, como les dice un informante, de sobrenombre Garganta Profunda, a Carl Bernstein (Dustin Hoffman) y Bob Woodward (Robert Redford), pues los criminales, como ellos descubrirán más adelante, son sólo un eslabón menor en una conspiración de gran alcance que implica a varios funcionarios del gobierno y, eventualmente, al Presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon [del partido republicano], cuando, en 1973, se dieron a conocer cintas grabadas que demostraban espionaje ilegal y encubrimiento por parte del Presidente y de sus colaboradores más cercanos, al haber instalado un sistema de grabación en las oficinas del Partido Demócrata y financiar con dinero negro (ilegal o no declarado a hacienda) sus elecciones presidenciales.
Cuando los reporteros encuentran que los cinco detenidos en las oficinas del complejo Watergate tienen una conexión con el Comité de Reelección del Presidente Nixon, las pistas que van siguiendo en su investigación los llevan hacia otros nombres de alto rango en la administración presidencial. Carl y Bob saben que tienen una historia que contar, pero aún no saben cuál es, ni de qué se trata en su totalidad, pues están conscientes que las piezas que han ido juntando son parte de la información que todavía no han podido respaldar ni verificar, impidiéndoles completar el panorama macro de la noticia, del reportaje periodístico que trazan.
Ambos, junto con sus colaboradores, editores y compañeros en el periódico, muestran una forma ética de conducirse en su profesión, analizando las posibilidades, basándose en la información real, y no sólo la aparente, de los hechos que investigan. “La historia está floja”, insiste Woodward a la mitad de su investigación, cuando ambos reporteros saben que el caso está ligado directamente con el Comité y otras figuras políticas públicas, pero sin una fuente confiable que acepte declarar públicamente, respaldando así la información. Sin esta corroboración, aunque con varios informantes que la confirman, su investigación periodística no puede sustentarse válida por completo. Los huecos y falta de comprobación hacen ver que los reporteros no tienen toda la información ni están completamente seguros de ella. Como periodistas no pueden dudar, porque significaría que lo que presentan al público como verídico, flaquea en contenido y sustento. Su opción es continuar indagando y verificando la información con otras fuentes, esperando que uno de estos datos sea el eslabón que les haga estar seguros de que los nombres implicados (agentes del FBI, de la CIA, fiscales de distrito, el consejero presidencial Charles Colson y otros funcionarios políticos) son, evidentemente, las figuras detrás de estas actividades ilegales.
En un punto de la investigación, cuando deben decidir qué rumbo tomar y hasta dónde presionar, sopesar la historia y determinar hacia dónde se dirige, Bob pregunta: “si un hombre se detiene en la calle y me pregunta una dirección, ¿está interrogándome o está perdido? ¿Qué historia escribo?
“Olvida los mitos creados por los medios sobre la Casa Blanca”, les dice Garganta Profunda (que después [en 2005 en entrevista con la revista Vanity Fair] se descubriría se trataba de W. Mark Felt, entonces segundo director asociado del FBI – Oficina Federal de Investigación) en relación a que los reporteros deben mirar la historia con objetividad y basándose en su investigación, no en las cosas que suponen, asumen, sospechan o deducen. Su análisis puede ser correcto, pero en periodismo, este análisis debe estar respaldado por fuentes y datos que lo hagan válido y con posibilidad de corroboración.
La película habla de un proceso de investigación (periodística), de corrupción y abuso de poder en altas esferas del gobierno, explorando los manejos de operaciones (de espionaje, competencia y financiamiento) que ilegalmente se llevan a cabo en diversas organizaciones y que se constituyen como estrategia política recurrente, que a su vez ejemplifica, con el proceso con que los protagonistas responden a la situación, una forma de trabajo periodístico de un medio masivo de comunicación y el impacto que su análisis crítico puede tener en la sociedad; tal es el propósito de ese género periodístico. Carl y Bob se unen en una búsqueda por la verdad, decididos a descubrir el trasfondo de la situación, cual su profesión les pide. Su trabajo indaga y explora, abriendo un camino de análisis político y social del gobierno, sus representantes y los encargados de la legislatura y los que vigilan que estas leyes se cumplan. Su trabajo cuestiona y evidencia fallas en el sistema, dando paso al tipo de preguntas e información que la gente debe conocer y al mismo tiempo debatir.
Los hechos presentados también demuestran la importancia de la libertad de expresión y la libertad de prensa; el cómo el instinto y trabajo de periodismo lleva a dos reporteros a buscar información, datos y evidencia de un caso política y socialmente relevante. Con su trabajo, estos hombres se dan cuenta de la forma en que un gobierno pretende encubrir[se], negar y engañar, presionando a sus empleados para negar cualquier información y forzándolos a rehusarse a hablar. Carl Bernstein y Bob Woodward saben entonces que no pueden dejar la investigación morir en el olvido, pues gana importancia conforme obtienen cada nueva ratificación, declaración e información. La negación de los implicados, las dudas y la forma en que los altos funcionarios quieren deslindarse del asunto es la señal que les indica que el caso es importante y, además, de primordial significado para la política del país en ese momento, más de lo que suponían en un principio.
“Se proclamó su inocencia antes de que nadie lo acusara”, reporta Woodward a su editor, apenas ha iniciado su investigación, sabiendo que esa declaración de uno de los implicados es la forma de confesar que algo esconde y que ese algo es información relacionada con la investigación, con el reportaje y con el caso político que comienza a develársele a los reporteros.
Cubriendo los siete primeros meses de la investigación, antes de que las cintas grabadas (del Presidente Nixon con su personal en la Casa Blanca) fueran conocidas, la historia abarca un periodo de búsqueda por la información y el camino que dos personajes del mundo periodístico siguen, a pesar de las negaciones, los obstáculos y la minimización que se llega a hacer de los hechos, cuando se le considera un arresto común y corriente (de los cinco hombres encontrados con micrófonos de grabación en el edificio Watergate). La conexión de los arrestados con otros agentes de la CIA lleva a un camino mayor, que según la película, involucra grabación ilegal en las oficinas de los miembros del Partido Demócrata, desprestigio en campañas electorales hacia miembros de ese partido, financiamiento ilegal de las campañas presidenciales del candidato Nixon y encubrimiento (y destrucción) de la información que haca evidente este tipo de prácticas ilegales, así como los involucrados en ellas, incluyendo a altos puestos administrativos dentro de la Casa Blanca.
La película estuvo nominada a ocho premios Oscar, entre ellos mejor película y mejor director, ganando cuatro de ellos, entre los que están mejor guión adaptado y mejor actor de reparto, para Jason Robards en el papel de Ben Bradlee, editor del periódico The Washington Post durante el escándalo Watergate, un evento que resultó en la dimisión de Richard Nixon como Presidente de Estados Unidos, en agosto de 1974.
Ficha técnica: Todos los hombres del presidente - All the President's Men