La diferencia entre un deseo y un anhelo es el nivel de fuerza que mueve a la persona a aspirar aquello en cuestión, es la intensidad con que el factor motivante se entrelaza con la capacidad creativa para diseñar y poner en marcha acciones que permiten alcanzar el objetivo, es lo que algunos llaman la fuerza de voluntad. Un anhelo es un deseo muy fuerte que implica casi una necesidad, mientras que un deseo se queda en el plano afectivo, el querer alcanzar algo, sea vital o no.
Para la protagonista de Coraline y la puerta secreta (EUA, 2009) la línea que separa uno y otro concepto es confusa y borrosa. ¿Anhela ella afecto, libertad, aventura y diversión, o sólo lo desea? O, ¿tal vez cree que anhela vivir en un mundo diferente, cuando en realidad sólo lo desea? La película, que transita por las inquietudes de la protagonista y la manera en que las enfrenta, está escrita y dirigida por Henry Selick, con un guión basado en la novela ‘Coraline’, de Neil Gaimanm. El proyecto estuvo además nominado al premio Oscar en la categoría de mejor película animada.
Coraline es una niña imaginativa y aventurera que se muda a un complejo de departamentos ubicados en medio de la nada. La casa a la que llega es una enorme construcción divida en secciones donde viven unos vecinos muy excéntricos. Coraline tiene inquietudes propias de su edad: la curiosidad por conocer el mundo, por jugar con la tierra y bajo la lluvia, creando e imaginando con sus alrededores. Sus padres, sin embargo, son distantes, enfocados en el trabajo, escribir un manuscrito sobre plantas y jardinería, por lo que centran su atención en su prioridad inmediata, concluir su libro para el bienestar de la familia; su empleo es, finalmente, lo que les proporciona lo necesario para cubrir las necesidades de su subsistencia.
Ante los ojos de la niña, la situación es diferente, su padre es indiferente con ella y su madre es poco cariñosa y controladora, lo que lleva a Coraline a creer que el mundo sería mejor si fuera distinto. Su deseo se le concede cuando una noche cruza una puerta hacia otra dimensión, un mundo donde todo es aventura y alegría, donde sus padres son amorosos y dedicados, tal como ella desearía que fueran. Pero el dicho dice: ten cuidado con lo que deseas.
La puerta es, de alguna forma, una ventana hacia su subconsciente, donde deseos ocultos y anhelos de una realidad se combinan para crear un mundo a partir de un escenario que comienza con la pregunta: ¿qué pasaría si todo fuera tal como lo desea Coraline?
Se trata de un mundo opuesto al suyo, que se sustenta en cómo quisiera la niña que fuera todo a su alrededor. Es, en muchos sentidos, un mundo al cual es apetecible escapar, no mejor, ni peor, sólo diferente. Pero mientras más se adentra Coraline a él, más peligroso se vuelve y la bruja que ahí habita, disfrazada como la madre perfecta, le asegura que podrá quedarse en él, para siempre, sólo si cose dos botones a sus ojos, porque como ella, todos los demás seres que ahí existen tienen botones en lugar de ojos, unos que la misma ‘otra madre’, como autoridad a cargo, ha cosido para ellos.
El objeto, los botones, es una representación de aquellas diferencias que separan el mundo real del imaginario. Decidir o no quedarse ahí, coser los botones a sus ojos o no, es una decisión que llevará a la niña a crecer y madurar.
Esta otra realidad es habitada por muñecos, seres hechos a base de tela, hilo y relleno afelpado; cada uno es un eco de un similar del mundo real, pero vistos a través de la interpretación de la propia Coraline, ya sea que el mundo sólo exista en su cabeza o incluso si se trata en verdad de un universo alterno (la bruja finalmente utiliza los puntos débiles de Coraline para crear un mundo paralelo, atrayéndola a base de sus deseos, es decir, complaciéndola).
“No son peligrosos los sueños”, razona la niña, quien se da cuenta que viaja hacia el otro universo siempre que se queda dormida. Los sueños son fantasías, representaciones en imágenes de ideas, con su relación de similitud, de alguna manera u otra, en la realidad u elementos de ésta. Incluso si lo que sucede a Coraline se tratara de un sueño, o un mundo creado en la fantasía, es, en el fondo, la forma como ella reacciona, afronta e interpreta la realidad del mundo que le rodea, incluyendo miedos y deducciones, obstáculos o perspectivas.
La experiencia es la manera como acepta su propia realidad, su identidad, su familia, su entorno y su forma de asumir el mundo y el papel que tiene en él. No es extraño que en el mundo real todos sus vecinos confundan su nombre y la llamen ‘Caroline’, lo que no sucede en el universo detrás de la puerta secreta. Allí, los ratones del circo de uno de sus vecinos la guían hacia la trampa sin que ella lo sepa, pero en el mundo real, son estos animales los que le piden que tenga cautela y que no se deje llevar por lo atrayente que resulte a primera vista aquella otra realidad.
La dualidad es la clave de todo, hay una madre real y una segunda madre, lo mismo para su padre, sus vecinos, su casa, su cuarto o su jardín; hay cuadros que dibujan cosas opuestas en uno y otro mundo, y hay también espejos que demuestran verdades contrarias si se atraviesan. Casi todo tiene un duplicado, excepto la misma Coraline y el gato negro que la ayuda, que funge como su cuidador y mentor, como la voz de la razón y el entendimiento que con sus consejos invita a la niña a deducir la salida del problema, la lógica detrás de un escenario que parece no tener lógica.
Esta habilidad de viajar de uno a otro mundo a conciencia y con libertad de decisión, hacen que Coraline se vea como un ser único. Hay una muñeca idéntica a ella, que la niña recibe como regalo al inicio de la historia. Coraline la asume como suya, como ella misma, pero no como una copia o una substitución, sino como una representación de su ser. ‘Pequeña yo’, le llama incluso. Su aparición es momentánea y significativa, tanto porque es la muñeca la que lleva a Coraline a descubrir la puerta hacia el otro mundo, como porque a través de sus ojos de botón la bruja comienza a espiar a la niña; pero en especial, porque la muñeca es la forma simbólica como ella se queda o permanece presente en el mundo real, una vez que ella viaja al otro alterno.
La muñeca es Coraline misma y no sólo porque esté moldeada a raíz de su persona, sino porque, en corto, es como Coraline cree verse a través de los ojos de los demás, como ella piensa que los otros quisieran que fuera. La niña deja al juguete en el mundo real para escapar al otro con el fin de, a través de ese proceso de autoconciencia, entender su mundo y entenderse a ella misma.
Para comprender completamente qué significa la experiencia, Coraline tendrá que responderse a la pregunta: ¿es realmente aquel otro mundo uno mejor al mío propio? Evaluando el qué se gana y qué se pierde es como la niña comenzará a madurar, a aceptar que su propia realidad y su vida; imperfecta como le puede parecer, es suya y eso es lo que la hace única e importante. El mundo no es como ella desea, pero eso es lo que la hace luchar y seguir adelante. Si desea que sus padres sean más amorosos y aventureros, es posible que sea porque realmente anhela libertad, o independencia, pero una cosa no es la misma que la otra.
Ficha técnica: Coraline y la puerta secreta