Una de las características de los seres vivos es que se adaptan a su entorno, a las circunstancias, a sus necesidades y a las cambiantes condiciones del medio ambiente. Es una cualidad, pero también puede entenderse como una forma de supervivencia, para evolucionar y para crecer, de acuerdo a su ambiente, lo mismo que su sociedad. ‘Renovarse o morir’, dice la frase popular, trazada a partir de lo que alguna una vez planteó el filósofo español Miguel de Unamuno con la idea ‘el progreso consiste en renovarse’, y la frase no podía aplicar mejor para profundizar en la temática de la película animada Robots (EUA, 2005), dirigida por Chris Wedge y Carlos Saldanha, a partir del guión de David Lindsay-Abaire, Lowell Ganz y Babaloo Mandel.
La historia se centra en Rodney Hojalata, un joven robot que quiere ser un inventor, porque cree que el mundo a su alrededor puede mejorar a raíz de esta iniciativa, después de ver y vivir él mismo las circunstancias a su alrededor relacionadas con el hecho de que ser ‘robots de segunda mano’, representa también menos oportunidades. Decidido a darle un mejor futuro a su familia, pero en especial decidido a ayudar, impulsado por la idea de progresar con base en su creatividad y espíritu de colaboración, Rodney viaja a Ciudad Robot, a conocer a Gran Soldador, el directivo de “Industrias el Gran Soldador”, donde se reciben ideas para la inventiva y la innovación.
El problema es que al llegar ahí, Rodney descubre que las cosas ya no son tan abiertamente colaborativas como antes y que un ejecutivo de nombre Ratchet ha tomado el control de la compañía, cambiando las políticas de colaboración por una de exclusión a favor de la ganancia monetaria, tal como sucede en la realidad socioeconómica de algunos rincones del mundo en la actualidad, en donde el lucro es el motor de la actividad productiva y comercial. La idea de Ratchet es dejar que los robots antiguos se vuelvan obsoletos para poder ser desechados y la forma de hacerlo es descontinuar sus refacciones para comenzar a vender actualizaciones modernas y más caras; lo que en economía se conoce como obsolescencia programada, es decir producir bienes con fecha de caducidad preestablecida y/o generando actualizaciones con mínimas modificaciones al producto pero que se venden como el gran avance tecnológico.
“Busca una necesidad y luego piensa en una idea que satisfaga esa necesidad”, era la forma de pensar de Gran Soldador; utilizar todo material para inventar y renovar, creando a partir de lo que se requiere, con lo que ya se tiene a la mano. La postura de Ratchet es todo lo contrario, su idea mercadotécnica es crear necesidades, ofrecer partes de robot nuevas a aquellos que no las necesitan, pero además dejar de distribuir refacciones antiguas (agotar existencias por subsuministro y discontinuidad) para que los robots no tengan otra opción más que la de adquirir esos nuevos productos.
Rodney, desalentado, se encuentra con los Oxidados, un grupo de robots desechados, marginados, hechos a menos, considerados ‘basura’ inservible, pero no por su falta de utilidad, sino por la longevidad de sus partes. Sus piezas son antiguas y están oxidadas, pero eso no significa que ellos sean inservibles. Para funcionar de nueva cuenta necesitan de reparación y mantenimiento, pero la gente que tiene el poder de hacerlo elige que lo más redituable es desecharlos en lugar de ayudarles, reemplazarlos en lugar de promover la adaptación y la mejora; en suma, se opta por el consumo de desechables en substitución de programas de reparación y mantenimiento, nada alejado de lo que la sociedad industrializada promueve en forma cotidiana.
Los Oxidados y Rodney pelean por igualdad y oportunidades, demostrando que no necesitan de piezas de metal reluciente para ser funcionales, para lograr algo, para sobresalir y para luchar por sus derechos, para servir a la sociedad y para, en conjunto, crecer y evolucionar.
Es conviviendo con estos robots que Rodney se da cuenta de la importancia del trabajo en equipo, de la ayuda al prójimo y de, también, cubrir las necesidades básicas de los demás a su alrededor, antes de crear secundarios, tal como lo hace Ratchet. Los robots de la ciudad, por lo menos los que habitan en esa sección, no sólo se rehúsan a ser considerados inservibles e innecesarios, porque no lo son, sino también porque saben que para funcionar de manera eficiente, para lo que fueron hechos, que es servir a la comunidad, no les hacen falta vistosas y costosas piezas, sino, simplemente, mantenimiento: un ajuste de tuerca, un cambio de aceite, una pulida y una engrasada. Sus dirigentes les ofrecen lujos, cuando lo que necesitan es algo prácticamente en el opuesto.
No son ostentaciones lo que les hace falta, como les vende Ratchet, que sólo actúa bajo un propósito, el del beneficio propio, bajo una estrategia radical, eliminar a los robots antiguos del camino para dar paso a una sociedad donde sólo coexistan los de primera categoría. “¿Por qué ser tú?”, dice su lema, que se basa en una ideología tanto del desecho como de la pérdida de identidad, todo envuelto en un concepto falso de renovación ficticia, irreal, aparente, vendible por imagen, pero que no es ni funcional ni práctica, ni benéfica para la mayoría, los de la clase más abajo en la escalera social.
La clave para contrarrestar este pensamiento está en la colaboración y el apoyo, así como en el dejar de quejarse y comenzar a tomar acción, buscar opciones, intentar soluciones. “Para ayudar hay que inventar”, recuerda Rodney, quien entiende que la propuesta de Ratchet no sólo es la de un mundo más mecanizado, elitista y desigual, sino también la de un mundo donde se ha dejado de hacer propuestas, donde se impide la creatividad, en donde la idea de innovación se ha estancado en la comodidad y el conformismo, en el camino fácil donde los robots dejan de crear, para aceptar el reemplazo, la imposición de una realidad donde se enfatizan las apariencias, la imagen, el color y la brillantez, no el mundo tal cual es, el del trabajo, donde un robot que limpia las calles, lava los platos o transporta el correo, debe ‘ensuciarse’ para poder hacer su trabajo.
Siempre hay una respuesta, si se tiene un poco de ingenio, si se es capaz de pensar y tomar decisiones. Una idea que Rodney y sus amigos ponen en práctica una vez que han descubierto el plan de Ratchet. Para pelear y para evitar quedar en el olvido, obsoletos, los robots deben proponer soluciones; es inventar y reparar con ingenio hasta descubrir la forma de resolver un problema, es proponer soluciones, en plural, de acuerdo a las circunstancias, precisamente, como parte del proceso de adaptación. Para sobrevivir deben enfrentar el contexto social y las decisiones que les afectan, construyendo con sus acciones su propio futuro.
Ficha técnica: Robots