“La tierra es suficiente para todos pero no para la voracidad de los consumidores”
Mahatma Gandhi
Una mañana de Julio me enfrenté con mi clóset, un espacio repleto de ropa de todos tipos y para cualquier temporada, descubrí prendas que no recordaba haber comprado, algunas otras que tenían años guardadas al fondo de algún cajón, más pares de zapatos de los que cotidianamente utilizo y así, muchas cosas, que son solo eso, cosas que en algún momento compré y que realmente no necesito.
Muchas personas somos víctimas del consumismo, somos bombardeados continuamente con información que nos hace creer que comprar tal o cual cosa nos hará sentir bien, más atractivos, más inteligentes, más felices; muchos de nosotros compramos lo que se nos pone enfrente, algunos incluso lo hacemos porque pensamos que está a un buen precio, independientemente si lo necesitamos o no, terminamos volviéndonos acumuladores, poniendo nuestro grano de arena para degradar a nuestro planeta.
Y es que todo, absolutamente todos los bienes de consumo tienen como origen en su cadena de producción materias primas que vienen de nuestra madre tierra, esto independientemente de la energía necesaria (otro recurso) que se utiliza en los diversos procesos industriales para transformar dicha materia en los bienes que finalmente adquirimos.
De acuerdo al informe Planeta Vivo 2016 presentado por diversas organizaciones ecologistas de presencia mundial, la humanidad necesita la capacidad regenerativa de 1.6 planetas para obtener los bienes y servicios que consume cada año, de continuar esta tendencia, para el año 2020 necesitará 1.75 planetas llegando a 2.5 planetas en el 2050, a todas luces esto es insostenible.
Producto de esta sobreexplotación, se han degradado las formas de vida en la tierra, el informe maneja un indicador que llama “Índice del planeta vivo” que mide la biodiversidad a partir del estudio de miles de poblaciones de especies de vertebrados, arroja un descenso del 58% en las poblaciones de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles durante los últimos 44 años, las especies de agua dulce son las que mas han sufrido con un descenso del 81%, es decir, más del doble del descenso registrado en especies marinas y terrestres, si la tendencia persiste, que es lo más seguro, en un par de años la disminución de las poblaciones de las especies pudiera alcanzar en promedio el 67% en tan solo medio siglo.
Una perspectiva interesante que maneja el mencionado reporte es la que se refiere al Los elementos estructurales que las sociedades actuales consideran como medición del bienestar, conocemos por ejemplo el Producto Interno Bruto (PIB) donde los gobiernos buscan un crecimiento económico digamos que infinito en un planeta finito, predominan los negocios y modelos económicos de beneficio en el corto plazo que no consideran las externalización de los costes ecológicos y sociales. Cualquier estudioso podrá pronosticar una inestabilidad del sistema, todo es cuestión de tiempo, a pesar de lo que expresen ignorantes como el presidente de los Estados Unidos.
Hay un movimiento muy interesante que ha surgido en los últimos tiempos y que promueve el poseer solo lo necesario para vivir, definen incluso el número máximo de posesiones sin que ello signifique degradar la calidad de vida, es otro enfoque, donde la disminución del consumo, que en definitiva ayuda a resolver el problema planteado líneas arriba, nos ayuda también a vivir con libertad, aquella que se siente al no tener deudas, no tener miedo, no tener preocupaciones, no sentirse abrumado o culpable, liberados de los símbolos de una cultura de consumo, libres de las cosas, no es poca cosa.
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