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El origen

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

El sueño es una función biológica en la que existe actividad cerebral y donde el organismo se modifica, incluso sin que la persona se dé cuenta. Cuando alguien duerme, o descansa, tanto su cuerpo como su mente continúan en ‘movimiento’; el cerebro no se ‘apaga’, por así decirlo, sino que las células cerebrales trabajan de manera diferente, dado que el cuerpo, y la mente, cambian al prepararse para la fase del sueño.

Durante este periodo el cerebro deja de poner en marcha ciertas funciones del organismo, para activar otras; por ejemplo, durante el sueño una de las funciones activas es la memoria. Es decir, la mente sigue activa, pensante, pero también se vuelve vulnerable, receptiva y perceptiva.

¿Puede entonces implantarse una idea en la mente durante el proceso del sueño? La pregunta es parte del planteamiento de la película El Origen (EUA-Reino Unido, 2010), escrita y dirigida por Christopher Nolan y protagonizada por Leonardo DiCaprio, Marion Cotillard, Joseph Gordon-Levitt, Ellen Page, Tom Hardy, Cillian Murphy y Ken Watanabe. Estuvo nominada a ocho premios Oscar, entre ellos mejor película y mejor guión original; ganó la mitad de estas ocho nominaciones, por mejor fotografía, mejor sonido, mejor edición de sonido y mejores efectos visuales.

La historia trata de un grupo de expertos que trabajan extrayendo, o más bien robando información de la mente de las personas. Ellos son contratados para implantar una idea, un proceso llamado ‘originación’, en el hijo de un empresario que dirige un imperio de negocios, competidor en el mercado de la persona que hace el contrato, cuyo plan es que el heredero de esa empresa decida disolver los negocios de su padre una vez que éste muera. En el fondo el presupuesto es que las creencias son las ideas profundas arraigadas en el cerebro que condicionan en gran medida nuestras acciones. La tarea tiene sus retos, no sólo porque prácticamente nunca se ha llevado a cabo antes, sino porque, adentrarse al subconsciente de alguien puede ser un proceso muy peligroso y resultar en que la idea no quede bien plantada, porque la mente, el subconsciente, podría detectar el ‘engaño’.

“Dormidos la gente puede hacer lo que sea”, explica Cobb, el protagonista de la historia, cuyo subconsciente, al conectarse con la mente del ‘cliente’, también pone en peligro la misión, ya que, atormentado por el pasado con su esposa, quien perdió la percepción entre lo que era real e imaginario y terminó suicidándose, convencida de que su mundo no era el real, sino uno de los sueños a los que ella y Cobb solían adentrarse, se manifiesta en su subconsciente, amenazando su cordura y su estado de salud mental, y por tanto también el plan de ‘originación’.

La aseveración de su frase, cabe recalcar, explica una realidad importante, que el poder de la mente es infinito. Al soñar una persona crea e imagina, procesa la información que tiene en la cabeza y combina todos los elementos a su alrededor para crear una nueva ‘realidad’, el sueño. Plantar una idea, en este caso, no significa modificar el sueño a conveniencia, sino que parezca que la concepción de ella viene del propio subconsciente de la persona. Algo así como que la idea ‘crezca’ y no sólo aparezca de la nada.

Pero ¿qué son los sueños en realidad? ¿Representaciones de deseos, anhelos o temores; formas de enfrentar la vida o el cómo una persona lidia con la madurez? No hay una respuesta exacta; el hombre no ha sabido responder la pregunta a través de la ciencia y sólo ha encontrado formas de interpretar el funcionamiento del cerebro, del proceso como trabajan y se organizan las neuronas en diferentes estados, en este caso, durante la función del sueño. La respuesta más acertada, si bien, es que todas esas opciones son formas viables de explicar lo sueños, como procesos creativos de cómo una persona asimila su realidad, lo que piensa, lo que siente, lo que aprende y lo que desea. El subconsciente trabajando la información que el cerebro adquiere por cualquiera de los sentidos.

El plan trazado por Cobb y su equipo es trabajar a partir de los estados del sueño, el sueño dentro del sueño, y dentro de ese sueño otro sueño, sucesivamente hasta terminar el ciclo. Para ello idean tres fases a partir de un concepto básico que apela a las emociones más que a la razón: cómo es la relación entre este hombre y su padre, de quien heredará el negocio, y cómo puede construirse a partir de ello la idea de la separación de la propiedad, es decir, la separación padre-hijo, pero no vista como dueño y heredero de una empresa, sino como una unión familiar desgastada y fracturada; una separación, más que como distanciamiento o desapego, como ruptura de dependencia del otro. “Al subconsciente lo motiva la emoción, no la razón”, explica sobre ello Cobb.

En el nivel del sueño superior el equipo trabajará una primera idea: ‘No seguiré los pasos de mi padre’. En el siguiente: ‘Voy a crear algo mío’. Y en el tercer nivel, el nivel de fondo: ‘Mi padre no quiere que sea como él’.

El contexto para esta ‘originación’ es clave para que funcione; dado que el fin último es disolver el negocio del padre, el equipo tiene que atacar el deseo, o no deseo, del sujeto para proseguir con el legado familiar (de ahí la importancia de la relación dinámica entre ambos). ¿Cómo es mejor atacar el problema? No haciendo que el odio tome fuerza, porque una emoción negativa como esa puede resultar en el efecto contrario, pero tampoco enfrentando directamente el objetivo, la disolución del imperio, sino dándole a Robert Fischer, el heredero, una nueva meta propia: que vea algo como suyo, que lo quiera o lo desee como tal. El deseo como pulsión de vida. Apelar por su instinto de autonomía, autosuficiencia y supervivencia; algo un poco irónico tomando en cuenta que esta idea que debe pasar como suya en realidad será plantada.

¿Pero, por qué hacerlo?, se preguntará Fischer si la idea no está bien colocada. El objetivo es que esto no suceda, que la respuesta a la pregunta sea natural y casi orgánica: lo hace porque él mismo toma las decisiones sobre su futuro, no lo que dice un testamento que debe hacer. Ese es, finalmente, el fin último de la misión, y de la idea de la ‘originación’; no es decirle a Fischer qué hacer (disolver el imperio) sino empujarlo a hacer algo diferente, algo que parezca se le ha ocurrido a él mismo.

Muchos obstáculos juegan un papel importante para lograr que el plan tenga éxito, el propio sistema de defensa de Fischer (su mente trabajando en autonomía), pero también la propia naturaleza de los sueños. No sólo hay que hacer que el sueño parezca un sueño, y al mismo tiempo no lo parezca, sino que se necesita que el equipo pueda trabajar dentro del sueño, es decir, se deben poner límites para que la mente no salte de un escenario a otro, como potencialmente lo hace un sueño cualquiera, sin que se tenga control sobre ello, porque en lo sueños no hay estructura, secuencia, principio o fin. La película, hay que señalarlo, logra crear estos límites brincando directamente de un nivel de sueño a otro, cuando en la realidad esa mezcla de sueños y cómo trabaja el cerebro durante este proceso biológico es mucho más difuso en sí mismo; menos literal y más complejo, por así decirlo.

Toda esta construcción de historia y de la trama es como la película explica el funcionamiento del cerebro. La mente trabaja, la mente construye y la mente sigue creando, conociendo y percibiendo el entorno, incluso durante la fase de descanso. ¿Podría en la vida real manipularse de esta manera la mente de una persona? La mente es como un laberinto y durante el sueño este laberinto se alimenta y se reproduce a sí mismo. Por ejemplo, como sucede en la película, sí en el primer nivel de sueño está lloviendo, ese elemento, el agua, tiene que tener un papel dentro del resto de los niveles de sueño, porque el elemento se va traspasando e incorporando en los demás niveles, debido a que las barreras que los dividen no son lineales, sino que se entrelazan y difuminan la una con el otra.

El verdadero reto para una persona es saber distinguir entre el sueño y la realidad. ¿Cómo sabe alguien que está dormido, o que no lo está? ¿Cómo es que a veces una persona dormida sabe que lo que ‘vive’ no es la realidad, sino un sueño? La mente es tan hábil que aprende a razonar que lo que ‘sucede’ en el sueño no es real, sino que se está dentro de su cabeza. Cómo sucede esto en realidad es un misterio, pero que suceda demuestra la habilidad de la mente para procesar la información que tiene a la mano y cómo esa información es asimilada, utilizada y reinventada. La esencia no es en sí la verosimilitud del escenario que se sueña cuando se sueña, o su viabilidad, en todo caso, es entender que ese contexto, esa información que las células cerebrales están procesando es, en efecto, un conjunto de datos que, una vez juntos, han creado lo que se vive, el sueño en sí.

Es así como se podría explicar, en parte, la noción o sensación que tiene alguna persona de haber vivido algo que ya había soñado, porque las variables en el sueño se han acomodado de una forma muy parecida a la realidad. Si los sueños recurrentes son preocupaciones específicas que afectan a la persona, o si alguien sueña con algo o alguien que su mente acaba de percibir, ver una película de zombis y esa noche soñar con zombis, por ejemplo, son sólo algunas de las formas como la mente procesa toda esa información dentro de su cerebro. Ese todo implica desde los recuerdos, el aprendizaje, el conocimiento, la realidad, la imaginación y hasta la persona misma en su autoconsciencia y auto reconociéndose.

“En el estado de sueño se bajan las defensas”, explica uno de los miembros del equipo de Cobb. Y es que la mente no es libre de vulnerabilidades. Durante el descanso, con muchas de las funciones ‘desactivadas’ en ese momento, el hombre se vuelve más susceptible. El cuerpo y la mente están alertas, pero sin recibir tanta información de parte de los sentidos, se da luz verde al cerebro para comenzar el procesamiento y asimilación de la información, de toda la información; un proceso que acapara toda la atención y energía de la persona y que es al mismo tiempo una de las funciones más importantes del cerebro y de la mente. La información y cómo se organiza es tan importante que sólo puede hacerse cuando el cerebro pone a ‘descansar’ el resto del cuerpo, así de crucial y elaborado es este proceso.

La película no sólo juega con la idea de poder adentrarse en los sueños de una persona, sino que plantea también la posibilidad de indagar más adentro de su subconsciente para profundizar progresivamente en las fases del sueño en una especie de consciencia colectiva, en la que cada participante ‘conectado’ aporta algo, donde cada persona es activa y por lo tanto cada fase se construye también a partir de las particularidades, por lo menos en algún nivel, que hace a esa persona ser quien es.

La inquietud sobre este tema no es algo nuevo ni en el cine, ni en la televisión, ni en la literatura u otra forma de expresión cultural. Ya había con anterioridad propuestas similares, como en el mundo de las historietas con ‘The Dream of a Lifetime’, de 2002, protagonizada por el personaje Rico McPato y cuya narración cuenta una trama similar sobre entrar en los sueños, de McPato, para robarle información sobre su bóveda de dinero. Otro ejemplo se encuentra en el anime, específicamente en Paprika, película de animación japonesa de 2006, basada a su vez en la novela homónima de 1993 de Yasutaka Tsutsui, que habla sobre la habilidad de adentrarse a los sueños de las personas para conocerlas más a fondo y tratar así sus trastornos psicológicos.

Lo que tanto aquellas como esta historia proponen es una exploración de cómo miedos, temores, sueños, anhelos o realidades convergen en un mismo punto, el subconsciente, y plantean cómo estos le ‘hablan’ a la persona de una forma no directa, pero codificada, representando esas mismas inquietudes, deseos, pensamientos y conocimiento en espejismos o escenarios, es decir, los sueños. En la película, plantar la idea no puede hacerse de manera literal, tiene que crecer a partir de otro concepto, un sentimiento convertido en realidad. Así mismo, en otro ejemplo, la esposa de Cobb no es más que la representación del dolor y culpa del personaje; ella no está ahí como tal, pero es a través de ella como se vuelven ‘reales’ los miedos dentro de la mente de Cobb, que a su vez se convierten en una amenaza para el colectivo, dentro del sueño.

El subconsciente es todo aquello que está por debajo de la conciencia, del entendimiento de la información o del mundo exterior (que después la persona interioriza). En el subconsciente se realizan todos aquellos procesos de decodificación de la información, que ayudan a la persona a entender, pensar, sentir, hablar, comunicar y expresarse. ¿Cómo es que el cerebro usa y reutiliza esa información? ¿Cuándo y cómo es que ese uso se vuelve un abuso, si proviene de un tercero exterior que lo manipula? ¿Cómo es que el hombre ordena toda esa información, incluso sin saberlo? El problema es que, como apunta la película, existen ya trabajos científicos que indagan sobre los procesos cerebrales para la motivación del deseo, la importancia de las emociones y la formación de creencias y opiniones, desarrollos científicos que son puestos al servicio de los intereses económicos de los grandes propietarios dominantes en el mercado mundial.

Todo este vaivén de actividades cerebrales es, en la realidad, mucho más complejo de lo que la película presenta en su ficción. Cada acción tiene una reacción y, como efecto mariposa, un simple detalle que parece insignificante puede causar toda una revolución. Así es como funciona la mente, así de complicada, maravillosa y misteriosamente, donde una pieza de dominó, una imagen, un sonido, una idea o un sentimiento, tienen su eco en rincones inimaginables, no siempre perceptibles dentro del cerebro, pero con repercusiones en el hombre, en su modo de ver la vida, en su modo de expresarse, de sentir, de pensar y, principalmente, de tomar decisiones.

Ficha técnica: El origen - Inception

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