Y TÚ, ¿ENTIENDES QUE TODO LO QUE PASA ES POR ALGO?
Por Gerardo de la Garza Ortega
Conferencista, Motivador Profesional y Director de MOTTIVARE
¡…con la fuerza de la palabra!
Una historia que te sorprenderá el final. 100 aportaciones. Una lección en vacaciones. Y uno de los mejores chistoretes de la red…, espero hallarlo.
¡Hola! ¿Cómo te va? Mi amigo y distinguido lector. Espero que tengas un día excelente y maravilloso.
¡Cuántas veces nos lamentamos de lo que nos pasa, de nuestra “suerte”, sin embargo, no caemos en la cuenta que todo sucede por algo. Así funciona el destino. No lo entiendes el por qué así, pero el destino es muy caprichoso, y nos juega cada circunstancia, que en el momento no entendemos el por qué las cosas se sucedieron de esa manera. Lee la siguiente historia, y entenderás el por qué.
Hete aquí que un barco se hunde en alta mar, y no sobrevive nadie, a excepción de un solo hombre que logra llegar a una isla desierta, en la que él era el único ser humano. Desde que llegó se puso a orar al buen Dios, pidiéndole que por favor lo rescatara alguien, porque quería estar con su familia.
Como no encontraba respuesta a su petición decidió construir una simple cabaña, con ramas secas y troncos que encontraba tirados, y poco a poco edificó un lugar capaz de cobijarlo en las noches de bajas temperaturas y del implacable sol por el día. Explorando la isla, se iba encontrando por el camino algunos desechos de los barcos que le iban resultando útiles para sobrevivir en aquellos parajes solitarios.
Lo que iba encontrando, lo acumulaba dentro de su cabaña. Todo lo iba clasificando en varios conceptos, porque eso le facilitaba encontrar lo que necesitaba en algún momento dado. Herramientas, alimentos, recipientes, así, iba guardando cosas en su cabaña, recién construida.
Una tarde, salió a buscar algo qué cazar para comer, para mitigar su hambre, logrando matar a una víbora que se encontró por el camino, arriba de un árbol. Regresaba a su cabaña muy contento, pensando en cómo haría fuego para cocinar a la víbora, cuando se encuentra en su cabaña algo que lo deprimió mucho: su cabaña se estaba incendiando…
¿Por qué? ¿Por qué a mí? ¿Porque me tenía que suceder esto? ¿Qué hice para merecer esto? ¿En qué me porté mal? ¿Por qué el universo tiene esta represalia en contra mía? Yo no le hice nada al universo. Entonces, ¿por qué se está incendiando mi casita? Amigo lector, ¿te acuerdas cuando te sucedió aquel hecho que te dolió tanto, y que tus preguntas eran las mismas de este náufrago?
Bueno, pues desquiciado por su mal infortunio, se puso a trabajar, para rehacer su casita, y aprovechando uno de los troncos que estaba todavía ardiendo por el incendio de su cabaña, hizo una fogata, y después de haberle quitado la piel y los intestinos, se dispuso a comer a la víbora que había cazado, disfrutando mucho su manjar, pero sufriendo su desventura.
Al terminar su comilona, le dio mucho sueño, y se dispuso a tomar una siesta, para reposar la comida. Estaba profundamente dormido, cuando el pito de un buque lo despertó. Cuando se da cuenta de lo que estaba pasando, se incorpora, y dando de brincos y saltos de alegría, se dirige a la playa, para subirse a la lancha que había ido por él, para rescatarlo.
Al subir al barco, abrazando a todos en señal de agradecimiento por haberlo rescatado, le preguntó al capitán, ¿que por qué habían ido a rescatarlo a la isla, cómo se enteraron que estaba ahí? Y el capitán le contestó, vimos tus señales de humo… Amigo lector, como para quedarse pensando…
Y tú, ¿entiendes que todo lo que pasa es por algo?
¡100 editoriales! Es el número que llevamos. Agradeciendo a esta maravillosa publicación por la oportunidad que nos ha ofrecido de compartir nuestras historias por más de dos años, para que alguien en este bendito mundo se sienta motivado para seguir adelante, y seguir pataleando…, ¡porque no hay de otra! Gracias, Siglo de Torreón, gracias lector, gracias, gracias, gracias, ¡y seguiremos adelante!
Hace unos días, andando de vacaciones con mi esposa, en una playa mexicana, nos encontramos con un ser humano especial que nos dio una lección de vida. A pesar de su condición menguada, al requerir de un bastón para poder caminar, siendo joven, nos hizo ver que su vida es como la de cualquier persona, y que no le reclama a nadie el uso del bastón, porque más que una molestia, es una ayuda y un soporte para estar bien. Su actitud nos pegó, ¡cuánto quisiera tener esta actitud ante la vida!, le comenté a mi esposa.
Ok, ya, aquí va el chistorete que me encontré, de los mejores de la red, espero que sea de tu agrado, amigo lector. Resulta que dos monjitas andaban en su carrito, ya de modelo antigüito, cuando de pronto se les para el carrito, indicando que ya no había gasolina… ¡No se habían dado cuenta que ya no tenía...! Pues ni modo, a echarle gasolina, le dijo la monja que no venía manejando. Total, buscan un recipiente para echar la gasolina, y lo único que encuentran es una bacinica. Va la monja que manejaba, a la gasolinera, y le pide al despachador que le eche gasolina en su refinado recipiente… Una vez llena, con mucho cuidado para no tirar la gasolina, llega a su carrito, abre el tapón, y comienza a echar la gasolina que traía en la bacinica. En ese preciso momento pasa un trailero, y le grita a la monja: ”¿no le parece demasiada fe, madre?” ¡¡Jejejejejejejeje…!!
Cierro como siempre, “y a seguir pataleando…, ¡porque no hay de otra!
Bibliografía consultada:
Más de 90 Lecciones para Elevar tu Autoestima. Colección Literatura de Superación. Corporación Gráfica Chirre. (Adaptación realizada por Gerardo de la Garza Ortega)
Las imágenes se obtuvieron de los siguientes sitios de internet:
Si gustas hacerme algún comentario acerca de este artículo, puedes hacerlo mandándome un correo a: [email protected]