Nos hallamos en una situación en la que, de modo constante, se nos incentiva y predispone a actuar de manera egocéntrica y materialista.
Zygmunt Bauman
Desde hace un año estás trabajando con un grupo de voluntarios para limpiar la playa de Punta Herradura, se encuentra como a 16 Km al sur de Mahahual, Quintana Roo, México; recuerdas la primera vez que llegaste, sin haber asentamientos cercanos, te sorprendió la cantidad de basura que hay en sus costas, toda ella, mayormente de plástico, la deposita ahí el mar, el hermoso mar.
Esta playa, según te cuentan, siempre ha sido sitio de anidación de tortugas, llega la tortuga Blanca y la Caguama principalmente, hace algunos años se registró también la de Carey, estas especies ponen entre 100 y 120 huevos por nido y su porcentaje de eclosión natural es como del 80%. Hace un año, en el espacio de playa que estamos limpiando se encontró solamente un nido, no todos los seres pueden anidar en los basureros.
Hay muchísimos desechos, más allá de cualquier cantidad que hubiera podido imaginar, identificamos basura principalmente de Estados Unidos, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Guatemala, Colombia, y de todo el archipiélago caribeño, posteriormente, en menor medida, de Chile, Brasil, Indonesia, Dubái, Sudáfrica, sí, una locura.
¿Cómo es esto posible?, podemos imaginar cómo los desechos de los pueblos y ciudades llegan al mar a través de los ríos, también podemos pensar en la probable irresponsabilidad de las compañías de cruceros y todo tipo de navíos que no hacen un adecuado manejo de sus desechos y cómo las corrientes marinas se encargan de distribuirlos; si, todo eso puede ser, en un análisis causa-raíz, probablemente encontraríamos, que el uso desmedido de plástico por una raza egoísta donde el consumo y el confort son los motores de su comportamiento es el origen de todo.
Los plásticos ligeros tardan 150 años en degradarse, esto ya de por si es grave, ahora que la degradación es relativa, ¿acaso las cosas no existen solo porque no las podemos ver?, la degradación paulatina del plástico lo lleva a romperse en dos, mil, diez mil pequeñas y casi invisibles partes, es decir, no lo vemos, pero existe. Podemos afirmar entonces que desde su explotación masiva y comercial a mediados del siglo pasado todo el plástico que se ha fabricado aún está con nosotros, en algún lado, en algún lugar, en algún ser.
El egoísmo de nuestra raza ha vuelto al plástico omnipresente, invisible a nuestro sentido de la vista en lo que se conoce como microplástico, investigaciones recientes lo han encontrado en muestras de nieve de los alpes suizos, en el agua de lluvia de las montañas rocallosas en USA, en los pirineos franceses, en el 2018 un equipo alemán encontró en diversas muestra de hielo del ártico hasta 12,000 partículas por litro, todo un récord para estas latitudes.
¿Qué hacemos para cambiar esta realidad?, cada quien tendrá su respuesta, hoy algunos estamos aquí, en punta herradura, en una mañana del agosto caribeño, levantando basura, clasificándola, pesándola, documentando, recolectando muestras para realizar posteriormente los estudios de microplástico, somos muchos, no sabes los demás pero tú estás empapado en sudor, tus glándulas sudoríparas siempre han trabajado correctamente ante los estímulos del medio ambiente, lo cual a veces es una soberana molestia, el pañuelo que te amarras a la cabeza impide que el torrente de agua que genera tu cráneo escurra hacia tus ojos y no te permita trabajar, hace un año encontramos en esta misma playa vestigios de un solo nido, esta mañana, en un descanso que aprovechamos para comer alguna fruta, Roberto, nuestro biólogo, nos informa que encontró diez nidos en el espacio en que hemos estado trabajando, diez nidos contra uno de hace un año, apenas mil huevos, tal vez de ochocientas tortugas. El esfuerzo parece marginal pero nosotros estamos contentos.