¿Es cierto que las personas a veces eligen no ver lo que no les conviene (o algo que simplemente no quieren ver? Se dice que pueden estar en ‘negación’, pero ¿qué implica ello, dar completamente la espalda a la verdad o sólo saberla pero no reconocerla, por temor, incertidumbre, duda o falta de conocimiento y reflexión?
Sin lugar a dudas existe una diferencia entre si un individuo cree que las cosas, por decirlo así, ‘mágicamente’ se resolverán (esclarecerán o ajustarán), actitud que responde a una visión metafísica, o religiosa, a si decide hacer algo por sí mismo al respecto, confiando en que el conocimiento racional del fenómeno o proceso le permitirá incidir en él. Buscar ‘señales’ y resguardarse en el pensamiento mágico es una forma de ver y entender la vida. Tal vez no ‘correcta’ para la base científica (pues se sustenta en ideales de pensamiento y fe) pero que al menos resulta viable y funcional para aquellos que la encuentran como fuerza o motor que les permita dar entendimiento, a su manera, a los hechos a su alrededor. En cualquier escenario, no obstante, nada puede resolverse, avanzar o cambiar a menos que una persona haga algo activamente al respecto.
Seguir esas ‘señales’ es el camino más factible para Claire Spencer, la protagonista de Revelaciones (EUA, 2000), película escrita por Clark Gregg, dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Michelle Pfeiffer y Harrison Ford. Trata de una mujer que, luego de que su hija deja su casa para ir a la universidad, a un año de que ella misma estuvo involucrada en un accidente automovilístico y marcada, además, por la muerte del padre de su hija, sucedida años atrás, comienza a escuchar ruidos extraños y notar cosas que se mueven de la nada en su casa, donde la mayoría del tiempo está sola ya que su esposo se la pasa en la oficina. Claire primero se hace a la idea de que el vecino de al lado mató a su esposa, a quienes constantemente, y sin nada más que hacer, se la pasa espiando, hasta que se esclarece que la mujer está viva. Sin embargo, la presencia que la sigue se mantiene constante y Claire se decide resolver la verdad detrás del misterio.
Su razonamiento no está sustentado en una investigación, reflexión o análisis basado en una lógica científica, pero al menos duda, ya que se encuentra estancada en su propia vida, marcada por traumas o crisis personales que podrían estar confundiendo su mente, si bien la cinta nunca juega mucho con este punto tan importante de la historia: ¿Claire está perdiendo la razón o es que de verdad ve fantasmas? ¿Imagina e inventa cosas porque su mente está confundida?, confusión producto de sus conflictos y angustias personales que podrían haber dejado estragos en su cerebro, ya sea el síndrome del nido vacío, o por el golpe y crisis que sufrió un año atrás en un accidente, o por la culpa y remordimiento del fallecimiento del padre de su hija. Todos factores que configuran una situación de estrés permanente, inseguridad y aislamiento, máxime que no encuentra apoyo en su pareja sentimental, quien se mantiene distante, preocupado más bien en su propia proyección profesional.
Las preguntas derivadas son interesantes, pero la historia no ahonda en ellas, lo que no deja de ser, al menos narrativamente hablando, una temática y cuestionamiento importantes para el perfil del personaje y la forma como se conduce ante la situación que se le presenta.
Norman, el esposo, es un exitoso científico que dirige el departamento de investigación genética en la universidad. Es exactamente lo opuesto a Claire, así que cuando le pide que vaya a terapia, en realidad está delegando la problemática a alguien más, pero también desestimando a su esposa, porque, en su mundo de reconocimiento, premios y lo que para él es un modo de vida ‘normal’ (sin fantasmas ni supersticiones sino una realidad inalterable, controlada, que para él debe ser así, ‘perfecta’), le es más fácil alinearse con lo que sabe. Norman es directo, claro y busca la solución más sencilla, que no es exactamente una forma muy perceptiva para con el mundo. A raíz de ello, su falta de flexibilidad lo hace tajante y, por ende, también manipulador a su conveniencia.
El terapista de Claire le dice que necesita tomar acción en lugar de una posición pasiva (de otra forma no encontrará respuestas), así que cuando ella le pregunta qué hacer si cree que hay un ser que se intenta comunicar con ella, él no pretende convencerla de si la presencia existe o no, sino dice que le pregunte al fantasma qué es lo que quiere de ella. La idea tiene sentido; si Claire está convencida que un fantasma la sigue, entonces, para entender qué sucede (exista o no el fantasma, sea o no producto de su imaginación), es vital conocer qué quiere y qué relación tiene con ella. ¿Por qué pedir su ayuda y no la de alguien más? La lógica es: indaga, busca respuestas, encuentra la razón o el sentido en eso que parece no tener lógica, incluso si al final la explicación parece improbable, pues, tal vez no sea imposible.
Claire decide que creer en su necesidad de transmitir algo, específicamente a ella, es la forma de encontrar la información que no puede esclarecer de otra forma. No es tampoco que busque muchas otras explicaciones, porque la película no explora la diferencia entre razonamiento científico frente a pensamiento mágico, que es creer en una fuerza externa y divina como motor o justificación de lo que sucede en el mundo, pero al menos así la narrativa permite a la protagonista seguir el camino hacia la búsqueda de respuestas. La película, eso sí, se disfruta más cuando el espectador, como el personaje principal, dudan de si lo que ve es real o no, pues luego pierde ritmo cuando aterriza en que el fantasma de mujer busca de venganza y Claire es quien puede ayudarle a hacer justicia, ya que es su esposo quien la mató.
Es sólo cuando Claire intenta comunicarse que su mente trabaja para dar explicación a su mundo. Primero recordando lo que sucedió un año antes, cuando tuvo un accidente la noche que encontró a su esposo con otra joven, aquella cuyo espíritu se le presenta en su casa. Luego deduciendo las señales que el espíritu le deja, ya sea en una fotografía, un reflejo o un texto escrito, hasta unir la información que vagaba en su cabeza sin sentido, o que su memoria había retenido y bloqueado, para entonces descubrir la culpabilidad de su esposo y confrontarlo.
E un fantasma en busca de justicia, que exige que el nombre del responsable por su muerte sea denunciado, algo que sólo logrará guiando a Claire para forzar una confesión, pero en realidad y/o desde otro punto de vista, también es la historia de una mujer que necesita abrir los ojos, más simbólica que literalmente hablando. Su vida es simple y monótona, sin que se haya dado cuenta, y se la ha pasado huyendo de los problemas en lugar de enfrentarlos, hasta que llega el punto en que ya no puede hacerlo más, en este caso a raíz de un asesinato perpetuado por su esposo, con quien se casó apenas meses después de conocer y por quien abandonó su carrera en la música clásica.
La cinta, claro, es un relato de suspenso sobrenatural, pero aún así, la reflexión importante sigue presente: Claire volteó la mirada y se dejó llevar por la inercia hasta que no hubo nada ni nadie que llenara ese vacío; entonces fue su mente y sus propios pensamientos los que tuvieron que tomar el control, primero en el imaginativo, convencerse de que su vecino había matado a alguien sin que realmente sucediera, es decir, ella misma urdía la trama malinterpretando las señales o indicios; luego en la realidad, el asesinato que sí sucedió de una mujer y la evidencia que tiene que conectar y que estuvo frente a sus ojos pero que eligió por mucho tiempo no ver, negar incluso, ya sea por miedo, incertidumbre, comodidad o hasta falta de carácter y habilidad para el análisis, o tal vez todas las anteriores como consecuencia de los efectos traumáticos que habían marcado su vida reciente y que la mantenían sumida en una vida carente de emociones, perspectivas, incluso de placer.
¿Qué queda entonces cuando no hay fundamentos para entender con lógica el mundo? La fantasía, la imaginación, el fantasma y la solución ‘mágica’. ¿Ofrece esta forma de pensamiento, resultados, crecimiento, entendimiento del mundo y de las personas? O, más bien, ¿esta manera de entender el mundo es un reflejo de la educación enajenante escolarizada y la que proporcionan los medios masivos de comunicación? Al parecer en pleno siglo XXI el mundo llega a seguir inmerso en una existencia entre la barbarie y el miedo, de ahí la persistencia del pensamiento mágico. Aunque, por eso mismo, el tema sigue abierto al debate.
Ficha técnica: Revelaciones - What Lies Beneath