La verdad no sólo es una aseveración o algo que ha sido comprobado, es también la aceptación de que eso que se dice es cierto. Que no haya una verdad absoluta implica que cada persona entiende y acepta las cosas según lo considera en función a sus creencias, cultura, conocimiento y formación intelectual y moral, entre otras. ¿Entonces, es la verdad relativa según cada persona la interprete? No exactamente, mejor dicho, a veces una persona se acerca a la verdad, a algo cierto, comprobado, que ha sido documentado o confrontado en la práctica, para adecuarlo a sus propias necesidades y forma de entender su mundo, lo que, en efecto, no siempre arroja resultados positivos, porque nuevas aseveraciones pueden contradecir la verdad.
Sobre ello habla la película Se dice de mí (EUA, 2010), escrita por Bert V. Royal, dirigida por Will Gluck, y protagonizada por Emma Stone, Penn Badgley, Amanda Bynes, Dan Byrd, Thomas Haden Church, Patricia Clarkson, Stanley Tucci, Lisa Kudrow, Cam Gigandet y Aly Michalka. La historia trata de una joven preparatoriana, Olive, quien acepta mentir sobre haber tenido una relación sexual con un joven que es homosexual, todo para que a él lo dejen de molestar debido a sus preferencias sexuales. Esta mentira, convertida en rumor, crece, creándole a Olive una fama de promiscua, que otras personas aprovechan a su favor, pidiéndole entonces, o favores sexuales, o bien, que también mienta por ellos, algo que les interesa particularmente dadas las presiones sociales relacionadas con las relaciones de pareja propias de su edad y contexto social.
El guión está ligeramente basado en La letra escarlata, de Nathaniel Hawthorne, una novela publicada en 1850, ambientada en la puritana Nueva Inglaterra (hoy parte de los Estados Unidos de América) a principios del siglo XVII, y que trata sobre una mujer acusada de adulterio, quien es segregada por una sociedad que la tacha de pecadora, por lo que es obligada a llevar en su pecho una letra “A”, de adúltera. Prejuicios y malinterpretaciones que terminan hiriendo directamente a una persona que en realidad no tiene malas intenciones; ideas y conceptos que en este caso la historia también retoma. No es casual que la misma protagonista está realizando un trabajo escolar sobre esa novela, lo que permite entender algunas de sus decisiones posteriores.
Destaca la forma como la cinta retrata temas alrededor de ideas como la religión o la culpa, que son criticados en un análisis social que señala cómo el fanatismo, las relaciones sociales y personales, o las presiones del entorno, que pretenden dictar lo socialmente correcto o aceptado, entran en juego en la ecuación. Son los prejuicios y el intento deliberado de entrometerse en la vida íntima de los demás lo que ocasiona esta moderna “cacería de brujas” que termina afectando la reputación de una persona, de un miembro de la propia comunidad estudiantil. Olive siente pena en parte por el trato desdeñoso que comienza a recibir de parte de mucha gente que decía apoyarla o ser su amiga, pero en parte también porque los demás se han aprovechado de su persona, de su reputación y de su infortunio, que en gran medida ellos mismos han provocado. No es tanto el arrepentimiento de Olive el que importa, en especial porque ella elige hacer lo que hace, de alguna forma e inicialmente, por solidaridad, compasión, o amistad, sino la rapidez con que el resto de sus compañeros la acusan, la descalifican y la marginan por la simple inercia del rumor, una verdad a medias, confusa y difuminada, sustentada en prejuicios. Es el no arrepentimiento y el abuso de los otros la verdadera falla en la interacción social.
“Esta es mi versión. La correcta.”, dice Olive al iniciar su recuento de los hechos. La frase resulta destacable porque resuena en diferentes sentidos. Evidentemente, su versión debería ser la más acercada a lo que realmente pasó porque es su historia, ella la vivió y, por tanto, no habría por qué creer otra palabra por encima de la suya, sin embargo, la gente lo hace, los estudiantes se dejan llevar por el rumor, lo siguen y lo reproducen, sin detenerse a indagar los hechos. Olive debe recalcar que esta es su historia y de nadie más, y, aunque parecería evidente, al menos en este caso (y sucede lo mismo en muchos otras realidades de la vida cotidiana), las persona tienden a creer más en lo que parece o en lo que dice la mayoría que en lo que es real y objetivamente. En la práctica cotidiana nadie se detiene a preguntarle con mente abierta lo que sucedió, la mayoría se ha dejado llevar por lo que los muchos dicen, creen y repiten, porque es más sencillo, porque tal vez, en el fondo, no quieren saber la verdad, sólo quieren entretenerse con la palabrería.
Olive misma eventualmente acepta la situación, cosiendo una letra A en su ropa, en alusión a La letra escarlata, y recibiendo dinero y cupones a cambio de favores, todo como una forma de continuar un relato inventado al que es más fácil seguirle la corriente que contradecir o aclarar, porque pareciera una historia inocente que sólo juega con la percepción de las personas, hasta que crece de una forma en la que comienza a afectar realmente a la gente y sus relaciones personales o familiares.
Un rumor es un ruido a voces, o voces que hacen ruido; y el ruido es un sonido desagradable. La definición tiene un sentido poético, pues se refiere a palabras, ideas o historias que se esparcen pero que son incómodas, o molestas, porque no sólo no son ciertas, sino que también crean conflictos, problemas, confrontaciones y disconformidad. ¿Por qué? Porque ese ruido, ese rumor, no es la verdad.
La mentira es la negación de la verdad, pero también es ir en contra de aquello que se sabe. ¿Pero, cómo es que ese algo se sabe? Si la verdad es algo cierto e irrefutable, porque se puede comprobar, ¿cómo es que los compañeros de Olive creen tanto en el rumor, si lo único verdadero que saben es que esa información es sólo algo que la gente dice? Con que muchos digan o repitan algo no lo hace una verdad; aunque, desafortunadamente, sí lo hace creíble, por la simple fuerza de la repetición. Repite algo mil veces en voz alta y la gente creerá que es cierto, es un viejo principio de la política de propaganda fascista.
“Sé lo que la gente dice. No quiere decir que les crea”, afirma uno de los pocos de estos jóvenes que sabe no dejarse llevar por ideas carentes de certeza. Uno de entre todo un cuerpo estudiantil es una realidad inquietante. “Me está preocupado cómo circula la información en esta escuela”, bromea Olive, pero tiene razón. En esta isla de la sociedad, parece que no importa lo que es, sino lo que se rumora; y no es que los estudiantes no quieran en su conciencia saber la verdad, es que es más cómodo y morboso aceptar el rumor como cierto, porque la historia inventada resulta más escandalosa y polémica que lo que realmente sucedió. Y entonces ya no sólo implica inventar el rumor, o esparcirlo, sino alimentarlo, hacer que crezca, cambiarlo y amañarlo. Y cuando la mentira se ha vuelto más grande que la verdad, quién querría contradecirla.
Nadie está dispuesto a revelar que todo fue un rumor, y que Olive no les hacía favores sexuales a sus compañeros a cambio de un pago, sino que sólo decía que lo hacía, porque el eco de esa verdad sí les afecta directamente a ellos, y nadie quiere exponerse (aunque no tienen ningún problema con que Olive se exponga a sí misma). La situación se vuelve entonces más que una lucha entre verdad y mentira, se vuelve una dinámica ética, un conflicto moral, donde las personas deben cuestionar sus propios valores. Qué hacer sino enfrentar las consecuencias de las decisiones equivocadas. No todos lo hacen, sólo los dispuestos a aprender de la situación.
Pecar es quebrantar las reglas morales, pero el concepto va mucho más allá de los lineamientos religiosos, y que la película critica hábilmente convirtiendo a los estudiantes cristianos que se van en contra de Olive en personas que desdoblan sus creencias cuando les conviene, puritanos de palabra y no en acción, porque juzgan a través de las ideas que profesan, en lugar de seguir aquello mismo que promulgan; no ayudan al otro, lo etiquetan.
En general, se comete un pecado cuando se hace algo que no es debido. Y si bien Olive se pudo equivocar, después lucha por rectificar lo hecho, no sólo diciendo toda la verdad y aceptando la forma como ello pudo, y puede, afectar a otros directa e indirectamente, sino además, explicándose a si misma, no al otro, porque, finalmente, la culpa no sólo la involucra a ella, sino que Olive es simplemente una pieza de toda la red de mentiras y engaños, quien responde por sus acciones, no por las de los demás. ¿Cuántos de los que hicieron algo incorrecto, hicieron algo por hacerlo correcto? Y al final, después de buscar hacerlo, lo aún más relevante es analizar, o preguntarse, si la gente está dispuesta a escuchar, a comprender al otro.
Ficha técnica: Easy A - Se dice de mí