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Copycat

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Todas las personas tienen características específicas que los identifican y los hacen únicos. Su forma de pensar, vivir, ver la vida y tomar decisiones, pero también su forma de hablar, caminar, reaccionar y actuar. No hay dos personas iguales o idénticas, lo que sí puede existir es un parecido en acciones y actitudes en las que las personas pueden coincidir, dando pie a los patrones de conducta, es decir, similitudes en aspectos específicos de su manera particular de ser.

La información que arrojan las mediciones estadísticas de estas repeticiones crean moldes o modelos muestra, que sirven para investigaciones y análisis sociales. Un ejemplo aplicado puede verse en la mercadotecnia, cuando una marca quiere conocer las características que comparte su público meta, para enfocar su producto y publicidad hacia aquello ‘único’, o especial, que los diferencia de otros nichos. Este tipo de datos sistematizados también son útiles en casos de investigación policiaca, que es en donde entra el papel del perfilador criminal: aquella persona que hace un análisis del sospechoso o delincuente, para trazar las características que los define y a partir del cual es posible prever su posible comportamiento.

Se estudian su pensamiento, sus motivaciones, su rasgos de comportamiento, sus experiencias de vida, sus relaciones personales, su historia familiar y hasta su modo de cometer el crimen, para determinar, entre otras cosas, porqué hacen lo que hacen, qué los ha llevado ahí, hacia dónde quieren ir, qué buscan lograr o cuál será su posible siguiente paso. Conocer la historia de vida del supuesto criminal, comprender su lógica de razonamiento y percibir sus reacciones emocionales ante determinados estímulos coadyuva a desentrañar los hechos delictivos objeto de investigación. Todo esto se aborda en la película Copycat (EUA, 1995), escrita por Ann Biderman y David Madsen, dirigida por Jon Amiel, y protagonizada por Sigourney Weaver, Holly Hunter, Dermot Mulroney, Harry Connick Jr., William McNamara, J. E. Freeman y Will Patton.

Helen Hudson es una doctora experta en psicología criminal que se convierte por ello mismo en blanco de un asesino serial que intenta matarla tras una conferencia. Cuando tiempo después otros casos de asesinato llaman su atención, la experta logra deducir, basándose en la información a la que tiene acceso por los periódicos, la relación específica que hay entre los crímenes cometidos y qué dicen de la persona que los comete. Pese a su agorafobia, que es el miedo a los espacios abiertos, por lo que nunca sale de casa, Helen acepta colaborar con M.J. Monahan, la detective líder en la investigación policiaca.

Cada nuevo crimen permite a Helen entender más a fondo qué hay detrás de los asesinatos cometidos y no tarda en darse cuenta que el responsable está copiando otros casos conocidos de asesinos seriales de épocas pasadas. Su patrón de conducta, sin embargo, para hacerse casi indetectable, es que periódicamente cambia su modelo de asesinato, es decir, que imita a un asesino cierto tiempo y luego a otro, y ese es su patrón, que a primera vista todo parezca al azar y/o no relacionado entre sí.

El problema específico para Helen es que el criminal que intentó matarla a ella está en la lista de estos hombres a quien el asesino serial que M.J. persigue, tiene en su lista. La psicóloga logra darse cuenta gracias a su capacidad de análisis de la información, pues conoce cada caso mejor que la palma de su mano, porque esa es su área de trabajo. Pero también porque reconoce esos pequeños detalles que delatan al criminal. Nota, por ejemplo, la manera como un cuerpo es colocado en la escena del crimen, o el lugar en donde es abandonada la víctima, con lo que descifra que este asesino emula a otros, precisamente porque copia el modus operandi de los demás.

Esos detalles alejan cada caso nuevo de asesinato, con los que se encuentran los policías, de cualquier otro crimen aislado, precisamente porque la repetición de acciones dice algo del asesino. Helen explica que para este tipo de personas, matar es como un ritual. Y específicamente sobre el hombre que M.J. busca, es una persona meticulosa y organizada, que está auto-convencido que asesinar es un arte y el arte está en los detalles.

Sus observaciones se basan en que, por ejemplo, para que el asesino conozca los detalles de cada caso criminal pasado, esto implica que la persona se documentó bien e investigó hasta el más mínimo elemento para conocer a fondo la mente del (otro) asesino. Después, tuvo que repetir cada crimen hasta la exacta copia calca posible. Entonces, sus acciones no son un ‘juego’ al azar, ni implican un deseo de poder por sobre sus víctimas, más bien, el asesino encuentra su motivador y su placer en el proceso de imitación, la documentación, planeación y proceso para llevar a cabo cada crimen. Su habilidad para recrear cada asesinato es, en su entendimiento, su manera de, digamos, ‘honrar’ la obra de otros como él.

Este hombre entonces no matan sólo por la violencia, sino por todo lo demás que rodea el acto, específicamente, la acción para matar y para construir escenarios de una manera específicamente trazada y planeada, por sus asesinos originales. Pretende, al mismo tiempo, rendir homenaje a los asesinos pero superando su capacidad operativa al recrear si bien sin sufrir las consecuencias de un arresto.

El asesino no se ve como alguien superior a la persona que mata, sino que el poder que ejerce lo hace sobre el conocimiento y aparente poder de control sobre la policía, es decir, logra demostrar con sus acciones, mientras no sea detenido, que sabe más que el otro, el supuesto experto en el área criminal. Para ello también se ha adelantado a la investigación; no deja huellas ni otro tipo de evidencia, precisamente porque lo que espera es que sólo una mente ‘digna de él, que pueda ser considerada igual de ágil, pueda darse cuenta del patrón que sigue.

Específicamente para este individuo, esa mente es Helen, de ahí que ella sea el blanco de su último crimen. Finalmente Helen lo entiende así, con ayuda de la detective Monahan, cuando descubren de dónde está sacando el asesino la secuencia de su trayectoria criminal: las propias conferencias de Helen sobre asesinos seriales.

Para entender su motivación y acciones entonces hay que adelantarse, en este caso, yendo a la mente original detrás del crimen, o lo que es lo mismo, al hombre que intentó matar a Helen en primer lugar. Aquel hombre confiesa que en efecto tiene varios seguidores que buscan continuar con lo que hacía, como si ese fuera, de alguna manera, su legado.

De los muchos seguidores, sólo algunas de las mentes más cercanas a su propio perfil podrán repetir realmente algo cercano a los crímenes que él realizó, y ese alguien es Peter Foley, un joven con sus propias fijaciones y obsesiones, que ha estudiado, basándose en los trabajos de Helen, el camino para debilitar a su víctima y acercarse a ella casi sin ser visto.

Durante la conferencia que la doctora imparte, previo al ataque contra ella, Helen habla de varios ejemplos de cómo operan los asesinos seriales, que no necesitan más que jugar con la percepción y los prejuicios, las apariencias y el engaño. Poniendo como ejemplo, entre otros, a Ted Bundy, un asesino serial de la vida real que mató a varias mujeres en la década de 1970, Helen deja ver que lo hacen que muchos asesinos es personificar un papel que incline a sus víctimas a bajar la guardia. Hombres bien parecidos, jóvenes, bien vestidos, con apariencia de profesionistas exitosos y respetados, es la carta de presentación específica que usan a su favor para acercarse a sus posibles víctimas.

En la película, el asesino, una vez que va por Helen, quien aún desconoce la verdadera identidad del otro, se disfraza de policía para hacer que sea ella quien le deje entrar a su casa. El sujeto no necesita irrumpir en el departamento, en cambio, opta por otro camino más seguro, el de engañar a la mente. Helen, que piensa que se trata de uno de los oficiales colocados fuera de su departamento para cuidarla; no duda, porque ¿por qué desconfiaría de un policía, como figura representativa de la autoridad?

De esto se vale al cazador cuando acecha a su presa, de la debilidad del otro cuando baja sus defensas, pensando en la imposibilidad de un ataque, de manos de alguien cuyo perfil no parezca nada amenazante; por lo menos así sucede hablando en este terreno de asesinos seriales, ejemplificado en la película, lo cual encuentra sustento en múltiples referencias sociológicas sobre la conducta humana y sobre el comportamiento de ‘animales en búsqueda de alimentos para subsistir’.

Ficha técnica: Copycat

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