La adaptación implica buscar soluciones; es sobrevivir a los cambios y adecuarse a la nueva realidad de vida que dichos cambios generan, pero, también es encontrar la mejor manera de responder a los retos que la incertidumbre, los imprevistos, los accidentes y otras variables. Buscar soluciones tiene que ver con observar, analizar, deducir, dar respuestas y hacerse preguntas, por eso va ligado al cambio, a la transformación persistente aunque sea invisible, porque cuando la persona o su contexto se modifican, cuando se presentan los grandes acontecimientos históricos (desastres naturales, descubrimientos científicos o tecnológicos, hambrunas, enfermedades inéditas o, como en tiempos de pandemia, el surgimiento o mutación de virus mortales) el individuo y la sociedad en su conjunto necesitan reconocer esas variantes.
De esto se trata la supervivencia, de saber o aprender a transitar de un ambiente ya conocido a uno desconocido; pero también de esto se trata la evolución, de adaptarse, de enfrentar el riesgo de extinción, de superar barreras naturales o impedimentos creados por el propio hombre como especie, crecer como persona, como sociedad, o, en su caso, como especie. Las reflexiones están presentes en la película Guerra Mundial Z (Reino Unido-Estados Unidos, 2013), cinta que se basa en el libro homónimo de Max Brooks. Dirigida por Marc Forster y protagonizada por Brad Pitt, Mireille Enos, Fana Mokoena y Daniella Kertesz, la historia se centra en Gerry Lane, un exempleado investigador de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), que, tras esparcirse un virus que vuelve a las personas violentas a un grado de salvajismo asesino, es enviado a investigar el origen de la enfermedad con la esperanza de, encontrando al paciente cero, crear una vacuna.
Las pistas lo llevan inicialmente a Corea del Sur, a una base militar donde se originó uno de los primeros reportes del virus. Ahí descubre que, aparentemente, el primer infectado fue un soldado que salió en una misión de reconocimiento, regresó enfermo y el virus se contagió a todos los que con él trataron, conteniéndolo sólo hasta que todos los afectados fueron incinerados. Sin más información sobre cómo poder encontrar el origen de la enfermedad, lo que Gerry descubre, gracias a un agente de la CIA, es que el país de Israel supo combatir y contener a tiempo el virus, preparándose desde que interceptaron un informe proveniente de la India, que detallaba que estaban peleando contra ‘muertos vivientes’. Israel decidió aislar a su población construyendo un muro y evitando así que el virus entrara a ciudades como Jerusalén. Se refiere aquí justo la idea del aislamiento social, la política de exclusión del resto del mundo, con la esperanza, vana, de que el virus y los infectados no podrán saltar barreras creadas artificialmente. Medida funcional en el corto plazo. La duda, ¿hasta cuándo y a qué costo socio-económico un individuo o una comunidad puede vivir en aislamiento total y absoluto?
Persiguiendo esta nueva pista, Gerry escucha de un agente del Mossad (Instituto de inteligencia y operaciones especiales, de Israel) que lo que hicieron se decidió a partir de una búsqueda por respuestas a prueba de dudas. Cuando la mayoría de un comité especial dijo que la mención de los zombis se trataba de una imposible, o muy improbable, existencia verdadera, un individuo en específico (el décimo contrario, según una teoría de análisis de caso) se aboca a estudiar las variantes para refutar las conclusiones existentes; la misión de este hombre consiste en dudar de lo que la mayoría afirma e investigar, pensando que la postura contraria puede ser la verdadera. Con esto en mente dedujo que la presencia de ‘muertos vivientes’ no era una aseveración tan alejada de un escenario posible y se ordenó al país prepararse para una epidemia de zombis.
El acercamiento ante la información, o el cómo enfrentaron el reto, es la parte más interesante que aquí se expone. Las personas recibieron una información que parecía descabellada, que desdibujaba un escenario implausible, pero no desecharon la idea sin antes considerarla con la suficiente seriedad, lo que los llevó a investigar, prevenir y a trazar posibles soluciones. Para cuando el virus tocó a su puerta, ya estaban preparados, porque se adelantaron a los hechos, planearon soluciones y acomodaron sus piezas en el tablero. Entendían que el reporte podía ser un rumor, que no podía ser aceptado ciegamente como verdadero, pero que tampoco debía ser inmediatamente desechado como insignificante. En lugar de dejarse llevar por las emociones y la impulsividad, o seguir adelante guiados por la inercia de lo que opinaba la mayoría, lo que se dispuso fue sopesar, buscando la suficiente información que refutara por completo la posibilidad de la presencia de zombis o determinara que el escenario no era tan improbable como podía esperarse. Entonces actuaron en consecuencia, no antes, no después, sino hasta estar convencidos de lo que sabían, no de lo que no sabían. Medida que, no obstante, fue insuficiente a la larga ante la magnitud del problema.
Tras un ataque a Jerusalén, una vez que los zombis logran romper las barreras de contención y la ciudad queda expuesta, Gerry se da cuenta de un detalle en medio del ataque, un detalle que ha observado en ocasiones anteriores, pero sólo ahora comprende su importancia: los infectados no atacan a las personas enfermas o débiles, físicamente hablando. Gerry se pregunta si ésta es la clave para sobrevivir y para salvar a la especie humana; no la creación de una cura como tal o de una vacuna preventiva, que sin duda habrá que seguir buscando, pero sí el camino para evitar que los zombis sigan atacando y matando personas, para lograr que algunas personas no sean contagiadas, dando con ello oportunidad a los gobiernos para salvar a los sobrevivientes, continuar la investigación en otras condiciones y, eventualmente, terminar con los infectados.
La clave está ahí, escondida entre la evidencia, pero no evidente entre la información. Son los ojos de una mente atenta y con la suficiente capacidad para analizar, los que encuentran una solución probable a un problema que aqueja a muchos. Ese es el verdadero desafío, saber aproximarse a una problemática, no con inseguridad, duda o incertidumbre, sino con el objetivo de encontrar una solución, entendiendo, sopesando, dimensionando y, especialmente, explorando y valorando alternativas. Suena fácil pero no lo es, porque dar ese paso implica no sólo decisión, sino asertividad, confianza, entendimiento, disciplina y educación. Gerry conecta lo que ve con lo que sabe, para formarse una teoría, que luego tiene que poner en práctica, en su búsqueda por una salida en un mundo que parece resignarse a que no la hay. No es que no tenga miedo y no es que no tenga dudas, pero se centra en las respuestas, no en el temor, la duda o la angustia ante la posibilidad de no conseguir encontrar una solución a su problema.
Reconoce la importancia de esos pequeños detalles y se pregunta qué pueden significar; así mismo, Gerry es capaz de plantear respuestas a sus preguntas, incluso si a veces eso que razona es incorrecto, pues sabe que quizá no haya respuestas, pero indagando de todas maneras los posibles los caminos a seguir, sabiendo que uno de ellos debe ser más factible y viable que los otros.
“El movimiento es vida”, reconoce él en un punto de la historia. Específicamente habla de mantenerse con vida en una situación de peligro, en un mundo (ficticio) en el que un virus convierte en las personas en la versión más llena de ira y rabia que pueda haber de ellos; pero la frase es cierta y constante para la vida en general, hablando de que el hombre no puede permanecer estático, no hablando forzosamente en el sentido literal, sino más bien en el metafórico.
Si hay un bache, la solución no es detenerse para no caer en él, sino hacer algo para resolver, por seguir adelante, ya sea tapar el bache, rodearlo, brincarlo o algo similar. Si hay un problema, debe resolverse, no darle la espalda y quedarse inerte a él. Si se quiere sobrevivir, hay que hacer algo por sobrevivir; moverse en el sentido de ayudar, avanzar, evolucionar, adaptarse y cambiar, en lugar de sólo quedarse esperando, pues esto nunca traerá resultados, o por lo menos, no el resultado que se espera.
Cuando Gerry llega a un centro de investigación médico, para probar su teoría de que enfermar a propósito el cuerpo humano evitará que el virus vea ese cuerpo como viable para convertirlo en su anfitrión, su idea es una propuesta que resulta lógica, peo que necesita ponerse a prueba. Persiguiéndola, termina encerrado y rodeado de zombis, por lo que no tiene más que experimentar consigo mismo, inyectarse un patógeno y esperar a ver qué sucede. Gerry actúa y, haciéndolo, invita a los demás para hacer lo mismo, en el sentido de querer hacer algo por ayudar. La historia dramatiza ese momento en que tiene que sacrificarse para descubrir si su teoría tiene éxito, pero lo importante tras esta idea es la motivación por perseguir soluciones y tomar acción, o de otra forma, nadie hará nada y las cosas nunca cambiarían, no en el sentido de protección de la especie humana. La vieja idea de predicar con el ejemplo y pedir a otros lo que se está dispuesto a hacer uno mismo.
La cinta de paso, hablando de un virus y su propagación, aborda temas relacionados con la naturaleza humana y la capacidad del hombre para enfrentar una problemática de esta índole. El virus en la historia descrita despierta la violencia, la irritación y el enojo, o lo que es lo mismo, la respuesta violenta o de molestia de las personas por encima de valores como la solidaridad, la humildad y la paciencia; ese virus convierte a las personas en zombis y, por tanto, su reacción al infectarse es agredir a los demás, dañar físicamente, para usarlos como alimento o en seres de su misma especie. Pero alrededor de ello, la cinta pregunta: ¿qué hace el hombre en situaciones de peligro?, ¿actúa con calma, ayuda y dialoga, o se desespera, arremete y pelea, viendo siempre al otro no como un aliado, sino como alguien que le arrastra?
Pregunta pertinente justo porque con motivo de la pandemia provocada por el covid-19, se compite por encontrar culpables en lugar de soluciones, especulando con la producción y venta de curas o vacunas aún inexistentes; en tanto los individuos reaccionan irracionalmente, negando la inexistencia del virus letal, minimizando sus efectos, agrediendo al personal de la salud, o invocando al pensamiento mágico y/o religioso como escudo protector. La película sugiere que dentro de la irracionalidad mundial y el egoísmo prevaleciente en gobiernos y ciudadanos, hay alguien (algunos) que pueden actuar con generosidad, bondad y pensamiento crítico-científico para encontrar un camino que permita superar la crisis.
¿Qué hace el mundo ante esta situación (un virus que se esparce sin control) en la película? Se repliega, confundido, individualista y renuente; sin estar preparado para ajustarse a esta nueva realidad que no conoce. Ese es el instinto natural del hombre, el problema es afianzarse a él en lugar de entender que quien tiene que adecuarse a las nuevas circunstancias, es el ser humano, no el virus (el virus quizá lo haga o haría, también por naturaleza propia). Quizá su incorporación como huésped del humano es su forma natural de adaptación.
¿No es más importante dar posibles soluciones que criticar lo que no está funcionando? ¿No es vital adaptarse y entender cómo ha cambiado el contexto, en lugar de negarse a darse cuenta de la realidad? Puede haber respuestas, mientras haya alguien que las busque. Siempre habrá supervivencia, pero no siempre de toda la especie, sino de aquellos que se adapten, resistan y no se queden atrás en los tiempos de cambio.
Ficha técnica: Guerra mundial Z - World War Z