Advertencia: El siguiente texto habla sobre libertad de expresión y generaciones "de cristal"; fue escrito con soltura y es posible que contenga lenguaje explícito. El mismo escrito es lenguaje explícito. Comenzamos:
Hace algunos años, vino a mi mente un disco de la mocedad, de esos que disfruté cuando andaba “de fiesta” y novedad. Me aboqué a buscarlo, porque vaya que cuando se me mete una idea en la cabeza, no hay descanso, sobre todo si se trata de algo que tenga que ver con música o de conseguir un disco. ¿Dónde jugarán las niñas? tenía que pasar a formar parte de mi colección, casi 20 años después.
A mis dulces y sabrosos 17, el Brian pasaba por mí en su Golf seductor. Era color vino. A bordo, cervezas, pachanga y Molotov (eran otros tiempos). Hoy, una extraña generación de personas que aún no logro ubicar en el tiempo quiere “cancelar” a la banda por la portada ofensiva de su ópera prima y por sus letras soeces - altaneras. ¿Cancelar? ¿Es eso posible?
Dícese que el término remite a dejar de apoyar a determinado artista o personaje famoso a través de las redes sociales, principalmente. Algo así como “me caías bien pero la regaste y dijo mi mamá que siempre no”. En esta misma época, en que todo parece ofender y la libertad de expresión mantiene una constante lucha contra el exceso de lo que representa caer en la frontera del irrespeto, coincide Benito Antonio Martínez Ocasio, “Bad Bunny” pa’ la banda, un “cantante” rapero y trapero conocido por frases como “si tu novio no te mama el culo” y otras más románticas.
Molotov explotó como bomba en 1997 con su álbum debut y 23 años después, hay gente que pide que “se cancele”, mientras el criticado benemérito del reguetón reina hoy en el mundo musical de Latinoamérica y más… ¿Es Bad Bunny el Molotov de la actualidad? Quizá la comparación parezca desproporcionada, pero ambos irrumpieron en su tiempo con letras irreverentes y lenguaje florido, y tampoco es que hayan sido los primeros. En el rock, la protesta y el libre albedrío han existido desde su origen, los mismos paisanos de Molotov, Cuca, utilizaron letras infestadas de “malas palabras” unos años antes.
En las redes sociales, tampoco hay punto de…; Benito tiene más de 26 millones y medio de seguidores en su canal de YouTube mientras que Molotov apenas rebasa los 800 mil (cifra menor al número de copias vendidas de su primer y polémico álbum), ¿tendrán que ver esos números con la edad de cada público? En Twitter, Molotov tiene más de un millón de seguidores; Benito dobla la cifra. Queda claro que ambos, en su estilo y a su modo, son populares.
En el grupo mexicano todos cantan, todos tocan todo y sus letras, más allá del lenguaje explícito, retoman temas variados, desde la sátira, la crítica política, el sexo, la protesta, vicios, prejuicios, arquetipos y paradigmas sociales. Y dentro de lo más destacado de su carrera musical podemos mencionar una importante gira por Europa en 2012, pasando por países como Eslovenia e Hungría (donde participaron en el festival Sziget) y que finalmente desembocó en la grabación de su disco Desde Rusia con amor, totalmente en directo. Además, su primer trabajo de estudio fue producido por el aclamado argentino Gustavo Santaolalla, músico, compositor y productor musical, ganador del Oscar en dos ocasiones.
Resulta casi evidente que ninguno de sus integrantes parece provenir de barrio, en algunos casos pertenecen a familia de músicos o bien acomodadas que encontraron la forma de divertirse, divertir a los demás, hacerse de su lanita, girar por el globo, ser populares y subir al escenario a decenas de muchachas a bailar con ellos en sus presentaciones. Y el mundo aún habla de ellos.
El referido disco ¿Dónde jugarán las niñas? presenta en su sugestiva caratula a una supuesta joven estudiante de secundaria, con el uniforme puesto y los calzones a las rodillas (sin mostrar el rostro) y contiene emblemáticos temas como: Que no te haga bobo Jacobo, Voto latino, Gimme tha Power, Puto y Cerdo. Quiero aclarar en este punto que mi extenuante búsqueda tuvo resultado positivo y conseguí mi copia del CD por la módica cantidad de 120 pesos, más 50 de envío… usado. Semanas después, vi una reedición a 100 pesos en mi tienda de música preferida (a la fecha, el disco sigue disponible en el aparador).
He presenciado un par de conciertos de Molotov, por ninguno tuve que pagar y tengo claro que es la única forma en que podría asistir a una de sus presentaciones. Me consta, además, que saben cómo alborotar a los asistentes y registrar grandes entradas. En lo personal, luego de adquirir (muchos años después) mi copia del hoy “censurado” disco, debo decir que lo he puesto unas tres veces. La primera, intenté escucharlo completo evocando esos tiempos de juerga juvenil. La segunda, en el auto, salté la mayoría de los cortes. Y la tercera fue por estos días, cuando el tema resurge 23 años después para, de nueva cuenta, generar polémica.
Canciones trascendentes: Voto latino y Gimme tha Power, aunque la de Jacobo y la última, Quítate que ma’sturbas, me parece que tienen buen ritmo.
Sobre la calidad musical o lírica de los artistas y el aporte que hacen en cada generación, no me queda más que contemplar de lejitos a las multitudes y a sus ídolos de barro. De lo que sí estoy claro es que hay que reconocerle a Molotov que aun tirándole trancazos en sus letras a gobernantes, comunicadores y demás (prácticamente a todo lo que se mueva) han logrado permanecer en el gusto de sus seguidores durante constantes más de dos décadas. Y no solo eso, sino que los mismos gobiernos a los que critican son los que en ocasiones pagan para darle show a su pueblo.
Una vez repasado, guardaré mi disco unos años más y seguiré con lo que estaba haciendo, esperando que más allá de querer cancelar el pasado, la raza hoy se ponga creativa y a chambear; música hay demasiada como para detenerse en algo que ya pasó hace mucho y se digirió antes del Fin del Mundo, y lejos de borrar lo que ya se hizo, lo que hacen las nuevas generaciones es revivir la discusión y de paso, mi fiesta de los 17.
*Pvto el que no salte*.
*Tomado del Muy Nuevo Libro de las Revelaciones según el Dihablo.