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Un Cuento Desde el Encierro

Armando Castil Rosell
Armando Castil Rosell

PARA EMPEZAR

UN CUENTO DESDE EL ENCIERRO

El coraje y frustración invadieron a Miguel Gory. Cacique pueblerino venido a más. Ha sido presidente municipal, diputado, senador y candidato a gobernador, últimamente dueño de equipos de futbol, supo con sus habilidades de perfecta sabandija, atraer dinero público de gobernantes y amigos oscuros a cambio de pan y circo para el pueblo más promoción de imagen política y benefactora para sus mafiosos amigos. Acostumbrado a resolver los problemas pistola en mano, Gory no embonó del todo bien en el ambiente futbolero de primer nivel, cometió muchos errores, golpeó árbitros, amenazó a sus pares y por si fuera poco, el azar político le dejó de sonreír y se quedó sin dinero. Eso provocó que empezara a tener a sus empleados en el abandono total. Su negocio deportivo se volvió insostenible y sus equipos fueron finalmente, después de prórrogas y promesas incumplidas, descalificados.

Miguel Gory, acostumbrado a hacer su regalada gana tuvo esta vez que aguantarse y replegarse, quedó fuera del fútbol de alta gama, no pudo por más que quiso, hacer ninguna jugarreta legal para quedarse, vaya que las agotó todas en los últimos años. Aunque al futbol de nuestro país le hacen falta muchas cosas, algo se empezaba a hacer bien y Gory ya estaba muy mal visto por otros dueños de equipos a los cuales ya les estorbaba un “socio” que no cumplía ninguna de sus obligaciones, ni económicas, ni disciplinarias, ni de lealtad. Gory representaba todo lo que una liga de élite debe evitar: Dineros oscuros, árbitros golpeados, periodistas pagados, jugadores sin sueldo puntual y familias enteras desempleadas a su paso. A Gory solo le quedaba empezar de nuevo y conocía bien el camino: adquirir una franquicia en desgracia en una división inferior, convencer a sus amigotes de dineros públicos o sucios de entrarle al bussines y ¡venga! Estar otra vez en el juego y esperar a que la pelotita entre, total no hay prisa, la venganza es un plato que sabe mejor frío.

Gory no era ni por mucho el primer personaje oscuro que terminaba como indeseable en la liga Premier de este país la cual hacía intentos por depurar la calidad económica y moral de los propietarios de franquicias. Dichos intentos por más lógicos y necesarios que parecieran encontraban siempre un freno entre algunos socios que eran como Gory pero a gran escala y ya con la cara moral lavada pero sobre todo el freno en la opinión pública. Aquí como buena República tropical bananera, el cambio se grita, se exige y se espera pero cuando está a punto de darse da pánico y surgen las voces estilo Edad Media que lamentablemente aún tienen muchos adeptos. Nada pudo cambiar, al nuevo equipo de Gory le llevó dos años estar en el partido final para volver a acceder a la Premier.

El penal fue dudoso, más bien inexistente pero por la cara del árbitro creo suponer que sabía cómo le podría ir si no daba esa pena máxima al equipo de Gory. El penal lo cobró su capitán, un jugador de 39 años, palo y gol. Se cayó el pequeño estadio, tenían futbol de primera por fin. Los festejos no pararon en toda la noche, los periodistas empleados de Gory acudieron a felicitarlo y hasta espacios estelares en programas deportivos nacionales le dieron. Gory estaba de regreso. El reglamento se lo permitía, no había nada qué hacer para evitarlo.

Tres años después Gory sigue en la Premier, algunos socios antagónicos prefirieron retirarse del futbol y dedicarse a otros negocios. El equipo de Gory nunca jugó Premier en la ciudad donde ascendió, sigue amenazando árbitros y pagando los sueldos cuando quiere, su capitán aquel de 39 años que le dio ese gol histórico ahora tiene 42, sigue jugando en un equipo de segunda en ese estadio y en ese equipo de la gesta heroica que jamás tuvo su premio. Aquí en nuestro hermoso país no ha cambiado nada, todo sigue igual, nuestra vida, nuestro futbol y nuestra mediocridad. Así nos gusta.


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