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Depredador

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

La cacería implica una actividad de persecución; requiere conocimiento y destreza, dado que se trata de una dinámica de perseguir y atrapar, o matar. Ya sea que el cazador lo haga por oficio o diversión, éste mide siempre a su rival en función a sus propias aptitudes, conocimientos y habilidades, para lograr su objetivo final, superar al otro. Si hay un cazador, hay una presa; un dominante frente a un dominado. Determinar cuál es cuál no siempre es fácil, pues se mide fuerza pero también otras capacidades, como destreza, deducción, adaptación, instinto o agilidad, entre otras. Además, en la dinámica el cazador inicial puede terminar siendo víctima; el cazador, cazado.

Cazar es dar muerte al otro, perseguirlo hasta atraparlo, o superarlo, por el mero logro de poder hacerlo, de estar por encima de él; no es posible lograrlo si no hay estrategia, si no hay la pericia para completar la tarea, especialmente cuando el otro es su igual en más de un sentido. Esto no implica tampoco que el ‘ganador’ sea más listo o más fuerte, sino simplemente más astuto. Incluso en el reino animal el cazador acecha a su posible presa, lo vigila, ubica su debilidad, o entre varias opciones selecciona al que considera más débil. Esto es lo que sucede en la película Depredador (EUA, 1987), una historia sobre un grupo de militares en una misión en la jungla, que son acechados, inicialmente sin darse cuenta, por un ente extraterrestre que los caza a fin de, al ganar, demostrar su superioridad. Dirigida por John McTiernan y escrita por Jim y John Thomas, la película está protagonizada por Arnold Schwarzenegger, Carl Weathers, Elpidia Carrillo, Sonny Landham, Bill Duke, Richard Chaves, Jesse Ventura y Shane Black.

Durante la primera mitad, el relato no parece más que una película estándar de guerra, presentando a un comando de las fuerzas del ejército estadounidense inmerso en una operación encubierta de rescate en un país de Centroamérica, enfrentando a una guerrilla local. Dutch, el líder del equipo, confía en la información proporcionada por su antiguo compañero, Dillon, quien le asegura que la misión consiste en recuperar a un ministro que ha caído cautivo a manos de los insurgentes locales, pero, luego de encontrar al escuadrón enviado antes que ellos asesinado, la piel de su cuerpo arrancada y colgados en un árbol, indicativo de que el enemigo fue superior, ante un equipo militar de élite bien entrenado, Dutch deduce que Dillon le oculta algo. No se equivoca, Dillon es una operativo de la CIA (la agencia de inteligencia de Estados Unidos) y el objetivo no es rescatar a nadie, sino enfrentar una guerra insurgente aparentemente promovida por los rusos. El equipo al que envió para completar la misión desapareció sin dejar rastro, así que llamó a Dutch y a su gente, con engaños, a sabiendas que su fama de ser los mejores en lo que hacen los antecede.

El comando militar está en efecto suficientemente bien preparado para tomar el control de la situación, y la película aprovecha para una dosis de acción llena de peleas, explosiones y secuencias que cubren el género de cine que promete; pero más allá de eso, la idea de una intervención externa, de un gobierno intercediendo en otro, envolviéndose en los conflictos de un país que no es el suyo, pero en función de intereses de dominio colonial o imperialista, es un importante punto de partida para establecer hacia dónde va la historia desde aquí. El escenario es más que acción con balazos y explosiones, pues propone un contexto abierto a la reflexión, en temas como la violencia, el poder, el control y la destrucción; la mano dura y voraz, dictadora además, de aquel que se cree el más fuerte por sobre el que busca someter para fines propios, (aquí políticos) según perfila, decidiendo y castigando, doblegando y acabando con todo aquello que mide inferior a sí mismo y, por tanto, débil y dominable, en la idea de superioridad. Es lo que hacen los militares en un país que no es el suyo, lo mismo que el extraterrestre en un mundo al que llega como depredador. La reflexión es importante: el cazador se disfraza, a veces de presa, a veces de aliado, en otras ocasiones, de algo más.

Luego de rescatar a la única superviviente en el ataque que realizan al campamento en donde se suponía estaba el ministro, una insurgente llamada Ana, el equipo presiente la amenaza latente que parece observarlos y, por ende, analizarlos, perfilarlos. En efecto un criatura de origen extraterrestre hace eso, mirar y estudiar lo suficiente hasta conocer y reconocer los pequeños detalles que le darán ventaja, ya sea saber la posición, organización, fortaleza y debilidad del otro, el armamento con que cuentan, sus capacidades y habilidades de combate y hasta su forma de comunicación y respuesta ante amenazas. Determina fortalezas y debilidades del grupo militar y se dispone al ataque en función de ello.

Es entonces cuando la historia da su giro, dejando ver que este grupo elite está a punto de pasar de ser el cazador a convertirse en la presa. El extraterrestre se mantiene camuflado, imperceptible al ojo humano gracias a la tecnología en su armadura que le permite perderse entre la jungla. Responsable de la muerte del escuadrón enviado antes que el de Dutch, este ser se aprovecha de los errores y puntos débiles de sus presas para entonces atacar, lo que hace con saña, extrema violencia y, al parecer, sin dejarse detectar. De hecho el escuadrón de Dutch no logra encontrar una explicación al asesinato del equipo previo, pues suponen un actuar errático antes de morir toda vez que no encuentran huellas que rastrear y parece que dispararon sin sentido y en diferentes direcciones en el enfrentamiento que suponen existió. Mientras, el cazador-depredador los acecha y espera a que se separen o que la distracción y el miedo los haga blanco fácil; los confunde, los hiere y los cansa, física y mentalmente con su presencia, y aprovecha la incertidumbre con que los otros se mueven ante lo desconocido, para consolidar su ventaja.

Los militares, entrenados pare reparar en todo, especialmente su guía y scout, advierten la presencia que los mira, en las hojas y las ramas que se mueven, en el cambio que se nota en el ambiente, en el aire y en el movimiento, pero no pueden hacer mucho para combatir mientras no sepan a qué se enfrentan. No tardan en deducir que el enemigo no es ninguna guerrilla, militares o insurgentes, sino algo más peligroso, por precavido, calculador y letal; mata sin dudarlo, pero espera el momento y el lugar idóneos, lo que indica inteligencia, paciencia de cazador, frialdad de asesino, astucia de estratega, y si coloca a sus víctimas como trofeos, no pretende tomar rehenes ni espera ninguna tregua; su objetivo es aniquilar.

Asumen que es un ente no humano, meticuloso, que no espera más que el gusto o la satisfacción de matarlos. Cuando Dutch y su equipo se dan cuenta que si no atacó a Ana es porque ella no tenía un arma, entienden que lo más probable es que el cazador actúe por placer, no por hambre o cualquier otra necesidad. La conclusión es que huir no es la salida, porque el otro tiene una meta clara, que no dejará ir sólo porque sí. En lugar de correr, insiste Dutch, la respuesta es combatir, pelear y contraatacar; dejar de ser la presa y demostrar al otro que su enemigo es también un cazador, un igual en cuanto a aptitudes, fuerza y astucia. Las primeras trampas no obstante no funcionan, porque el equipo procede sin conocer al enemigo y sin saber que los supera en tecnología, información y conocimiento de su oponente, por lo cual carecen de un plan para proceder de manera más efectiva y mortal.

Luego de matar a todo el equipo de Dutch, alguno porque claudica, otros porque cometen errores y subestiman al enemigo, otros más porque se dejan llevar por la impulsividad y descuidan su guardia, y otros por simple falta de táctica y destreza (demostrando así que no toda figura aparentemente fuerte, imponente o superior <en este caso los militares>, realmente lo es), el cazador encuentra al oponente que finalmente considera ‘digno contrincante’: Dutch. Alguien con fuerza física pero también poder de deducción, alguien capaz de improvisar, que ataca en lugar de dejarse vencer, que se mueve sigilosamente hasta que reconoce el momento de embestir. Un luchador, un cazador o un peleador igual a él.

Dutch descubre el punto débil del extraterrestre, o característica por dónde aprovecharse de su propia fortaleza, apenas por casualidad, cuando envuelto en lodo se da cuenta que el otro no puede verlo; él no es testigo, como si lo es el espectador, pero lo infiere, que el cazador puede percibir a los humanos por señal termodinámica, algo que empata con lo que ya había contado Ana, que hay historias que han pasado de generación en generación, que hablan de una figura que mata en la jungla, en los años en que el clima es particularmente caluroso. Dutch también tiene suerte cuando al calor del combate al otro se le descompone su traje para camuflarse, y así, en un terreno más ‘equitativo’, sin ventaja clara que no sea su propia fuerza, la criatura propone ‘medirse’ mano a mano, puño a puño, ‘hombre a hombre’, donde ya no hay ni cazador ni presa, sino dos fuerzas iguales viendo hasta dónde puede llegar su fortaleza para imponer su dominio, o para matar al otro.

¿Cómo enfrentar a un enemigo que no se conoce, o no se reconoce su fuerza? ¿Cómo hacer de los puntos débiles, una fortaleza? ¿Son la fuerza, la violencia y el combate, la única salida o solución, cuando la amenaza que se enfrenta es letal? La, quizá demasiado, concreta narrativa aquí, vistosa pero sencilla, no ahonda más, al menos no en esta entrega, si bien la franquicia explora más adelante en sus secuelas la motivación del Depredador (cazador). Lo interesante que sí expone en todo caso es la idea de matar por matar, de matar para conquistar, de hacerlo para mostrar superioridad, y si éste instinto asesino es innato, y/o qué tanto, de la esencia del ser, humano o no. ¿Salvajismo, instinto, barbarie, naturaleza congénita? Si Dutch está entrenado para matar y la criatura también, ¿cuál es el punto de combatir y ganar? Al final se vislumbran la sobrevivencia, la superioridad y el deseo de destrucción.

La historia mira atinadamente la perspectiva de cómo es sentirse acechado y expuesto ante un ser que parece más inteligente y poderoso, lo sea o no, proponiendo como respuesta la habilidad [del hombre] para cambiar de la defensiva a la ofensiva, como táctica para la supervivencia. Porque cazar no es sólo atrapar y matar, es todo el camino que se recorre para que esto se logre, que envuelve observación, adaptación y convertir debilidades en fortalezas y fortalezas en debilidades; sobrevivir. No se resuelven problemas sólo siguiendo órdenes o por los procedimientos establecidos, como al parecer actúan los militares, tampoco reaccionando con ira o temor como algunos del equipo de rescate lo hacen, sino observando, captando detalles, buscando pistas para inducir comportamientos o formular hipótesis. Así sobrevivieron los primitivos cazadores; así se debe actuar para sobrevivir en el amenazante mundo competitivo actual, en donde siempre hay alguien que quiere imponer su voluntad sobre los demás.

Ficha técnica: Depredador - Predator

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