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Erin Brockovich

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Hay personas que merecen ser reconocidas, más que por ser quienes son, por lo que hacen, por sus acciones. No son perfectas, nadie lo es, pero actúan correctamente en el momento adecuado, en busca del beneficio de la sociedad, y defienden lo que es importante cuando el resto del mundo parece ignorarlo o desconocerlo; son entonces así ejemplo a seguir, por el cambio que logran a favor de la comunidad.

Erin Brockovich es una mujer que demostró con su conducta que no se requieren títulos universitarios, ni grados académicos, o una posición social privilegiada, por mencionar algunos parámetros reconocidos socialmente como sinónimo de capacidad y éxito, sino la determinación y convicción para pelear a contracorriente, para enfrentar obstáculos si la causa lo justifica y hay valor para hacerlo, para dejar una huella importante de cambio social.

La película Erin Brocvokich (EUA, 2000) aborda su historia de vida, con énfasis en su papel en la demanda civil contra ‘Pacific Gas and Electric Company’, una compañía de gas y electricidad que conscientemente contaminó por años el agua con cromo en los espacios geográficos en donde operaba, envenenando a los pobladores de áreas aledañas, a quienes les mentía sobre los riesgos hacia su salud. Dirigida por Steven Soderbergh y escrita por Susannah Grant, la película está protagonizada por Julia Roberts, Albert Finney y Aaron Eckhart. Estuvo nominada a 5 premios Oscar, mejor película, director, guión original, actriz principal y actor de reparto, ganando sólo un galardón, para Roberts como protagonista.

En la película, luego de perder una demanda por un accidente automovilístico, en que se le niega a Brockovich una indemnización a pesar de ser ella la afectada y no la responsable, Erin, madre soltera con tres hijos y apenas dinero para sobrevivir y cuidar de su familia, consigue un empleo (lo exige, técnicamente hablando) en la firma de abogados que llevó su caso. Trabajando ahí como archivista para el abogado Edward L. Masry, encuentra los documentos de un caso relacionado con transacciones de bienes raíces, donde Pacific Gas & Electric Company (PG&E) quiere comprar varias propiedades de la localidad de Hickley, en California, ofreciendo lo que la empresa promete es un ‘precio justo’.

Brockovich se da cuenta que el caso tiene un trasfondo más allá de la simple compra-venta, ya que el interés por la adquisición de las propiedades tiene que ver con otro motivo muy diferente al que se menciona (la supuesta construcción de una carretera). Erin se acerca a los vecinos y con agilidad de palabra y una gran capacidad para relacionarse creando vínculos con empatía, se entera que los residentes padecen en su mayoría de algún problema de salud grave, más recurrentemente un tipo de cáncer, cuyas cuentas médicas son cubiertas por PG&E, quizá no por el acto solidario con su sociedad como pareciera, sino para encubrir su responsabilidad. El reporte en la comisión del agua revela además que la empresa mintió a los residentes sobre los niveles de contaminación y les dijo que el cromo existente era benéfico para su salud, cuando en realidad este elemento químico, sobre todo en altas cantidades, es causante de las enfermedades que padecen, algo que Erin descubre tras preguntar a expertos en el área.

PG&E se escuda y se sabe a salvo mientras administre la narrativa; por eso contrata al personal médico que atiende a los enfermos, pero también con ese fin reparten panfletos supuestamente informativos, que aseguran una verdad distorsionada, que la gente se cree bajo la promesa de que la empresa está velando por su bienestar. El engaño no sólo es ético, sino también legal: si pasa un año y no hay reclamos, el periodo para exigir reparación de daños o cumplimiento de obligaciones de la empresa, el problema, desde el margen reglamentario, caduca. La empresa sabe que el cromo es dañino y que se está filtrando al subsuelo, pero en lugar de resolver, encubre, y luego, mientras nadie se dé cuenta y nadie reclame, actúa como si el problema no existiera.

Sin los conocimientos legales que rodean el caso, porque no es abogada de formación, lo que Erin ve no es una potencial demanda con mucho espacio para reclamar por la vía legal los abusos de la empresa, sino ejemplos de injusticia y desinterés, donde las víctimas, presas del sistema, son personas comunes y corrientes, como ella. Esto es lo que la distingue: reconocer lo que está mal y querer hacer algo al respecto para corregirlo, incluso cuando no sabe bien cómo ayudar. Es ahí por donde comienza a investigar, por el lado humano de la ecuación, por exigir medidas que ayuden a detener o compensar el daño a la salud de los habitantes, más allá de las acciones legales o ilegales que la empresa utilice, pues cuenta con poder y recursos para cubrir sus espaldas.

Cuando Erin pregunta por información, no lo hace como abogada indagando datos, o cuestionando casi juiciosamente, como muchas veces hacen los abogados, en su afán por encontrar respuestas; Erin procede con cautela, como una igual, madre, amiga o vecina, preocupada por lo mismo que aquellos a quienes se les acerca, su familia, su presente y su futuro; es directa pero accesible y decidida, abierta y solidaria, lo que hace que la perciban comprometida y confiable, y es fácil relacionarse con ella porque es posible identificarse con ella, alguien transitando por el mundo y esperando lo mejor, como haría cualquier ciudadano promedio.

Su impulsividad puede nublar su juicio, pues es tan apasionada que llega a ser inestable, y se compromete tanto que su insistencia puede llegar a convertirse en una terquedad chocante y hasta grosera. En efecto, salir a investigar e involucrarse tanto con el caso, la deja en más de una ocasión mal parada con Masry, su jefe, para quien su empleada simplemente desaparece una semana del trabajo, sin informar qué iba a hacer o qué caso está atendiendo; pero sus motivaciones están en el espectro adecuado: saber reconocer cuando el sistema se está aprovechando del más débil y no tomarlo como una cotidianeidad que hay que aceptar sin decir nada. Está abierta a escuchar, lo que la diferencia de las personas a su lado, que, observa, se acercan al cliente usualmente con distanciamiento, porque la relación es de trabajo, más que de mutuo apoyo.

El problema es que Erin desconoce muchas cosas, específicamente hablando del aspecto legal, aunado a que está acostumbrada a hacer sus propias reglas y reniega de la autoridad porque siempre ha sido víctima de ella, cuyo ejemplo más reciente es haber perdido el caso del accidente automovilístico porque el abogado contrario la dibujó como una ‘cazarrecompensas’, cuestionando su reputación frente a la del responsable del accidente, un profesionista ‘respetado’; todo esto la hace difícil de tratar, más aún porque ella no es la que lleva la batuta de la interacción, pues es, a fin de cuentas, sólo una empleada. Pero la experiencia también le hace aprender que en cuanto a demandas y juicios se trate, la lucha debe ser arriesgada, audaz, porque a veces la verdad no importa, mientras haya el dinero y la percepción social para mover la balanza en la dirección que una de las partes desee y que pueda poner a su favor con dinero, favores, sobornos, o cualquier otro medio de poder. Pero si la clave es no dejarse intimidar, ¿hasta dónde llegar para conseguirlo?

Los métodos de Erin no están libres de culpa, o de ser cuestionables. Ejemplo de ello es cuando consigue los documentos en la comisión del agua, con una táctica de coqueteo que aprovecha para convencer al encargado de que le deje ver los archivos (algo que, según la verdadera Brockovich, está exagerado en la trama de la película, porque no fue así de descarado en la vida real). Hay quien diría que la mujer se conoce, acepta y aprovecha sus atributos físicos cuando puede usarlos para su ventaja, pero, ¿cuándo la persuasión se convierte en manipulación? ¿Es que el fin siempre justifica los medios?

Erin constantemente se ve atacada por su forma de actuar y vestir, provocando el prejuicio de la gente, que automáticamente la cataloga como ignorante. Esto le afecta y es por ello que tanto anhela el respeto, porque ganar es más que ganar, es también un impulso a su autoestima; lo que explica su interés por el caso, que se vuelve estandarte de varias causas, es la justicia, pero también la posibilidad para ella de demostrar su valía; mostrar que sabe y que puede, que quizá no haya asistido a una escuela de prestigio y el mundo no le reconozca más logros que los alcanzados por su belleza física (Erin es una ex reina de belleza), pero eso no significa que no haya más en ella, que no tenga atributos como inteligencia, astucia y tacto humano, los cuales posee, lo que sobrepasa el envoltorio simplificado de su persona.

Aunque no habría que aprender la actitud necia e irrespetuosa con que a veces responde, resultado de la pasión con que se vuelca a la causa, de la que desespera porque no entiende que las respuestas necesitan pasar por un proceso burocrático que toma tiempo; sí hay que hacerlo en ese actuar que se preocupa por las cosas que trascienden más allá de ella misma, cuando se compromete e involucra, ofreciendo ayuda antes que intentar aprovecharse del infortunio y la desgracia de los otros, como PG&E hace. Si Erin sabe reconocer a personas que están siendo víctimas del sistema, es porque ella misma lo ha vivido en carne propia y esto le ayuda a entender la realidad, no sólo verla como un escrito en papel (una demanda escrita).

Su sello característico es ser insistente, no claudicar, incluso si el mundo a su alrededor tiende a subestimarla. Ganar la motiva y le anima a seguir adelante, porque significa ayudar a gente que, como ella ha experimentado, puede perderlo todo en sólo un parpadeo. Logra grandes cosas, acierta en mucho y se ha encargado de toda la investigación desde sus inicios, con orden y ojo astuto, como para merecer, incluso sin ser abogada, crédito por su trabajo. Pero todo esto no le da el derecho de pisotear a otros cuando no se le reconoce, porque, por una parte, aquellos tienen habilidades en las que ella flaquea, y por otra, el respeto se gana, no se exige, y las habilidades se demuestran, no se presumen.

Cuando Erin llega al extremo de aprovecharse de George, su vecino y con el tiempo novio, a quien deja a cargo de sus hijos, o cuando se burla de Theresa, la otra abogada encargada del papeleo legal, por su inhabilidad para conectar con la gente, dado que falla en tratar a los demandantes como personas antes que como clientes, Erin llega a caer en aquello de lo que reniega. Ser irrespetuoso en un intento por demandar respeto no es algo que suene lógico, pero sucede. La inteligencia y la sagacidad no van peleadas con la humildad, porque si la actitud de presionar por lo correcto es más convenenciera que sincera, parece que se invalida a sí misma.

La persona audaz es aquella osada y atrevida pero con iniciativa, que presiona no por molestar o insistiendo sin razón, sino con respaldo en un argumento lógico y propositivo. No es sencillo actuar con juicio y prudencia, en parte porque requiere conocimiento, disciplina y ética; en parte también porque la persona decidida puede por su ímpetu llegar a perderse en sus emociones, si pierde de vista la razón que le respalda. Cuando Erin alza la voz y señala la injusticia, corrupción, indiferencia y dejadez, hace lo correcto, sólo que a veces exige tanto al de enfrente que no le da opción de razonar la situación y decidir lo correcto; ella se equivoca con su actuar despectivo, presionando para tomar la decisión adecuada, en lugar de dar al otro las herramientas para entenderla.

El audaz se compromete pero no debe imponer, por mucho que la causa sea adecuada y los resultados positivos. Esto es lo que sucede, al menos en la película, en cuanto a Erin se refiere, cuando le reclama a su jefe, sin verlo desde el punto de vista del otro, por haberse asociado con una firma de abogados para respaldarse, una vez que Masry reconoce que el trabajo legal y administrativo es demasiada carga para su pequeño negocio, especialmente ahora que PG&E planea defenderse y no hay espacio para cometer errores de papeleo. La actitud de Erin también flaquea y demuestra necedad con los abogados que se suman al caso, que sin el tacto que Erin tiene para tratar gente, abordan fría y burocráticamente, recolectando información sin diplomacia, pero cuyo trabajo es necesario para poner orden a la demanda. El caso es ambas caras de la moneda, lo emocional y lo legal; la madre con una hija enferma en casa, que se suma a la demanda con el sueño de dejar algo a su familia, pero también la colección de demandantes convertidos en documentos que se presentan ante un juez, para registrarse, archivarse y procesarse sistemáticamente.

Triunfar a pesar de los obstáculos propios de la vida, en un ambiente socioeconómico inestable, en parte creados por la sociedad inequitativa en que se vive, es un ejemplo de coraje y valor, alguien dispuesto a derrumbar barreras que frenan el progreso. El cambio social puede existir, no sólo si se juega igual de sucio que el sistema, y los resultados, cuando se pelea por una causa justa, pueden lograrse, no sólo a través de aprovecharse y pisotear a alguien más. Sin embargo, si la actitud con que se enfrentan las cosas es también clave, es importante aquí también notar las fallas de Erin Brockovich, el personaje, que muchas veces se mueve motivada por una necesidad de aceptación y validación, que llega a ser soberbia y arrogante. Qué tan bueno o malo es esto, o cuándo la determinación llega a convertirse en terquedad, es la línea que tiene que reflexionarse con honestidad. ¿Es acaso que cualquier lucha por la justicia encuentra mejores resultados si la causa tiene un interés personal, pues hace que la persona se involucre más y pelee con mayor intrepidez?

Saber ser astuto no habla sólo de saber esquivar la bala (problema, conflicto u lo que sea), sino de hacer algo al respecto; algo en positivo, que es lo que Brockovich hace aquí, con sus tropiezos en cuanto a actitud y personalidad, pero con constancia y coherencia con lo importante: ayudar a aquellos en medio de una injusticia que quiere ser enterrada; escenario que se observa, sucede constantemente en muchos rincones de lo cotidiano.

Ficha técnica: Erin Brockovich - Erin Brockovich: Una mujer audaz

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