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La llegada

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

El tiempo es la duración de las cosas; es la medida que ordena secuencias, de un principio a un fin; es el espacio entre dos puntos y todo lo que sucede en el intermedio. Para entenderlo se necesitan unidades de seguimiento que determinen los parámetros de ‘medición’. No sólo son horas, días y años, es también un pasado, un presente y un futuro y el entendimiento ‘lineal’ de la sucesión de hechos para llegar de un punto a otro. El tiempo, como lo conocemos y vivimos siempre es percibido en forma lineal. Pero el tiempo también es un concepto abstracto, no tangible, vuelto ‘cuantificable’ por el hombre bajo sus propios parámetros de comprensión de su mundo. ¿Qué sucedería si el tiempo se entendiera de otra manera, desde un punto de vista circular, o fluctuante?; ¿podría imaginarse un tiempo atemporal? ¿Cómo cambiaría o afectaría al hombre, en su evolución, desarrollo, relaciones y forma de ver y vivir la vida, al reconocer su pasado, presente y futuro simultáneamente y no de manera lineal? ¿Será posible hacerlo?

“La memoria es algo extraño. Estamos atados al tiempo. A su orden”, dice la lingüista Louise Banks, la protagonista de la película La llegada (EUA, 2016). “Ya no sé si sigo creyendo en principios y finales”, reflexiona, hablando sobre esa importancia de entender que el tiempo es más que el mero instante ocurrido en el momento en que se percibe. Caminar por la playa, crear historias, conocer gente, todo evoca recuerdos y sensaciones pasadas, pero también activa la imaginación e invita a crear, a imaginar algo que no existe, o a reconocer un presente que, en cuanto se repasa, ya es pasado. El tiempo lo es todo, el ayer, el hoy y el mañana; el ahora pero también lo que fue y lo que será, existiendo en un mismo espacio, sea o no siempre percibido como tal.

Dirigida por Denis Villeneuve y escrita por Eric Heisserer, cuyo guión se basa en la novela corta titulada ‘La historia de tu vida’, de Ted Chiang; la cinta es protagonizada por Amy Adams, Jeremy Renner, Forest Whitaker y Michael Stuhlbarg. Estuvo nominada a 8 premios Oscar, incluyendo mejor película, director y guión adaptado, pero ganó en sólo una de las ocho categorías, en la de mejor edición de sonido. La historia inicia cuando 12 naves alienígenas de más de 500 metros de altura llegan a la Tierra y se posicionan sobre diferentes puntos alrededor del mundo, sin un aparente patrón en sus coordenadas. En Estados Unidos, el gobierno reúne a un equipo de especialistas integrado entre ellos por Banks y el científico Ian Donnelly, para establecer comunicación con la especie extraterrestre. Cuando eventualmente logran hacer contacto, comienzan a trabajar en descifrar el lenguaje de estas criaturas, a fin de entender la principal preocupación en la Tierra: ¿qué quieren o cuál es el objetivo de su visita?

La aproximación para establecer comunicación es clave, porque cada especie tiene su propio lenguaje y en ello, entendimiento del mundo, de la vida, de la presencia del otro y de la visita misma, o de la ‘llegada’. El qué quieren los alienígenas es más una interrogante basada en un instinto a la defensiva que en la curiosidad, aunque ambas características sean parte innata de la naturaleza del hombre (observación, indagación análisis de riesgos, protección, seguridad y sobrevivencia). La predisposición general entre gobiernos es asumir una ‘invasión’ y por tanto engloba ideas relacionadas con la violencia, la destrucción y la enemistad, sin embargo, la mera presencia de los extraterrestres no presenta inicialmente ningún riesgo, ni para el humano ni para el planeta; no hay, por ejemplo, altos niveles de radioactividad, no se presentan ataques de su parte, ni causan algún tipo de destrucción.

Los gobiernos desean que el contacto tenga como fin último un acuerdo de colaboración y paz, pero no saben cómo ‘comunicar’ esto, por el contrario, reaccionan instintivamente como si no fuera así, como si lo desconocido significara peligro. La respuesta de la ciudadanía en general no es muy diferente; la gente teme a lo que desconoce y de paso desconfía de la información y de su gobierno, o de la información proporcionada por su gobierno, por lo que comienzan a tomar sus propias conclusiones, fatalistas algunas, confundidas en su mayoría, y excluyentes o a la defensiva como patrón recurrente.

No tarda mucho para que reine el caos, con discrepancias entre los que exigen respuestas y los que creen tenerlas. El miedo, la ansiedad, la duda o la ignorancia provocan todo tipo de reacciones, la comunidad se repliega o protesta, comienzan las compras de pánico, la adquisición de armas y el colapso de la economía; la fuerza militar es enviada a reforzar el cumplimiento del orden y surgen las falsas teorías de la conspiración. Se cierran las fronteras, todo ‘experto’ tiende a compartir su propia opinión, algunos aprovechan para inventar profecías y promover suicidios masivos, las personas caen presa de la desesperanza y los que exigen respuestas las demandan de forma violenta y reclamando que sean al instante. En cualquier caso se insinúa la ineptitud del gobierno. El resultado es una sociedad que colapsa y opta por su lado más individualista, catastrófico e inestable, que reacciona y se mueve por el salvajismo o la impulsividad, más que por la lógica, el razonamiento, el orden o el autocontrol.

“La lengua es el pilar de cualquier civilización”, insiste Louise, bajo la idea que implica un razonamiento y reconocimiento propio, del ser en relación a otros y de la necesidad de entablar relaciones para poder organizarse y evolucionar. Los animales tienen su propia forma de comunicación; no es una comunicación humana, pero es una que distinguen entre ellos y que les permite, hasta cierto nivel, una forma organizacional que rige su vida, un interactuar con seres de su misma especie. Pero su lenguaje es básico, comparado con el humano. Si ‘comunicar’ significa un código común entre emisor y receptor, ¿no las plantas también tiene su propia forma de comunicarse, de ‘hablarse entre sí’, no literal pero sí simbólicamente? Visto así, en efecto, la comunicación es la forma como las cosas suceden, como el mundo y la vida se ponen en movimiento. El lenguaje se convierte en el mecanismo para crear acción común, para colaborar.

Para Louise, el reto es tanto reconocer cómo entablar una comunicación con los alienígenas, como encontrar el terreno común que los ponga en un mismo canal de comunicación, descifrando su lenguaje o creando uno nuevo para entenderse mutuamente. Es reconocer el lenguaje del otro y luego entender qué es lo que quiere decir con él, para poder contestar acorde. Ian por su parte se aproxima al reto de una manera un tanto diferente, dada su profesión, que le obliga a buscar soluciones a través de las ciencias duras; de los números, las ecuaciones matemáticas, los patrones, la probabilidad y la estadística. Su propuesta e iniciativa son válidas y aportan el enfoque ‘concreto’ a la idea de Louise, ‘hablar’, quien efectivamente entiende que el diálogo debe comenzar a partir de un básico que poco a poco se haga complejo, de un lenguaje, antes que nada, útil y funcional.

Para Louise ‘hablar y comunicarse’ es abrir un canal que tenga como base la intención de entender al otro, de ser receptivo ante su presencia, para invitarlo al ‘diálogo’. Lo primero, una vez que los extraterrestres comparten los símbolos con que se comunican, es construir un vocabulario a partir del cual expresar ideas, primero sencillas, luego complejas. Como el niño que aprende la palabra ‘casa’ y luego el verbo ‘estar’, para poder decir que ‘está en casa’. Palabras, expresiones, preguntas, verbos, sustantivos; si se habla en primera persona o en qué tiempo se conjuga el verbo; todo parte de palabras ‘esenciales’ que al unirse se convierten en conceptos, o frases, por así decirlo. Con un avance apenas rayando en la comunicación más básica, como la de una persona que está comenzando a aprender un lenguaje extranjero, el gobierno presiona a Louise para encontrar respuestas claras y pronto, dado que otros países, que tienen sus propias líneas de comunicación con las naves cercanas a ellos, declaran una guerra contra la especie, pues están seguros que han llegado para aniquilar a la especie humana.

El problema en todo tipo de comunicación y canal es el margen de error abierto a la malinterpretación, especialmente a partir de herramientas del lenguaje humano, como metáforas, significados diversos de una misma palabra, expresiones propias de una región y demás. Cuando los alienígenas exponen la palabra ‘arma’, Louise dice que pueden estar refiriéndose a una ‘herramienta’. ¿No las lanzas de las antiguas civilizaciones, usadas para cazar animales, también son catalogadas como herramientas? ¿No existe la creencia de que el conocimiento o la información pueden ser un arma, no en el sentido literal, sino como herramienta para usarse, a favor o en contra, simbólicamente hablando? Qué quiere decir el extraterrestre cuando dice ‘arma’ y qué interpreta el hombre de la palabra según su contexto histórico, antropológico, político y social, son cosas muy diferentes.

“El idioma que hablas determina cómo piensas y afecta cómo ves la vida”, dicen en algún punto de la historia, porque el idioma va cargado también de simbolismos y contenido ideológico. El lenguaje es parte de cómo se asume y conoce el mundo, porque es a través de él que se vive y se aprende. Es también a través de él como las personas se expresan, se relacionan e inventan. Hay palabras en algunos idiomas que no tienen traducción a ciertas otras lenguas. Hay también palabras únicas en ciertos dialectos, que engloban ideas que no tienen un relativo exacto en otro idioma. Hay expresiones y argot muy específicos, propios de regiones particulares que en otras partes no se entienden ni conocen, o que incluso pueden tener significado contrario. Y todo ello está plasmado en el mundo que rodea a las personas de una u otra zona geográfica, porque su lenguaje es su forma de vida; está en las noticias que consumen, el contenido de entretenimiento que les rodea, en los comerciales, los discursos políticos, las narraciones o las películas que miran, la forma como dialogan unos con otros o el cómo se expresan.

En la película, el gobierno de Estados Unidos está seguro que la nación de China se está comunicando con la nave extraterrestre arriba de su territorio, a través de un juego de ajedrez. El problema que ven es que en el ajedrez no hay puntos medios; hay estrategias y sacrificios, dinámicas y funciones, pero no puede expresarse a través de este juego de mesa todo lo que el humano es. Por tanto, según Louise, la comunicación así sólo tiene dos posibilidades de avanzar, ‘alguien que gana’ y ‘alguien que pierde’. Sin poder estar seguros de cómo se está dando la relación con el resto de las naves, pues ante la amenaza de guerra, declarada por varias naciones, ha habido un cese de colaboración entre gobiernos, el tiempo, de nuevo, comienza a convertirse en un factor de constante presión, ante la urgencia de resolver qué quieren y a qué se refieren los extraterrestres con la palabra ‘arma’.

El lenguaje de los alienígenas tiene como base una serie de círculos con variantes en su trazo que significan diferentes ideas, no palabras como tal, sino algo así como frases completas, concretas dentro de sí mismas. Como explican los científicos, este lenguaje no es lineal, su ortografía no es lineal, porque las ideas, y/o la forma de pensar del extraterrestre, tampoco lo son. Ejemplifican señalando que es como escribir una frase con las dos manos al mismo tiempo, cada una comenzando en el extremo de la oración, para completarla en un solo movimiento, o escritura. Ésta es la idea que regresa una y otra vez, la no linealidad, lo atemporal, el pasado, presente y futuro juntos, el todo en uno solo, conviviendo en el mismo tiempo y espacio. Un círculo, una circunferencia, que al ser cerrada y equidistante, guarda en sí relaciones entre sus partes. Una idea circular no es lo mismo que una lineal, porque el círculo implica un ciclo, algo envuelto en sí mismo e incluyendo todo lo que significa y representa dentro de sí. No hay principio ni fin, porque éstos suceden al mismo tiempo.

Es entonces que Louise se da cuenta, gracias a la ayuda ocasional e insistencia de los extraterrestres, que debe dejar de pensar ‘humanamente’, linealmente, bajo aquellos parámetros ‘concretos’ de tiempo; razona que el arma de la que hablan es el lenguaje mismo que les han enseñado y todo lo que representa. El círculo no es aislarse, es englobarlo y unirlo todo, en este caso, la unión de todas las naciones, de todos los humanos, para trabajar en equipo y colaborar, con la información que cada una de las 12 naves ha dado a las personas que se comunicaron con ellas.

La herramienta es esa invitación a entender que el pasado y el futuro están presentes en el ‘presente’. A partir de su interacción con los extraterrestres, Louise puede ver, visionar, partes de su propio futuro a corto, mediano y largo plazo. Lo que tiene que hacer es entender lo que significa estar en contacto con un tiempo que no es el ahora, y cómo esto afecta, y afectará, su vida, sus decisiones, su hoy y lo que puede hacer para ayudar a evitar la guerra e invitar a la colaboración, que es lo que los alienígenas están esperando que suceda, a sabiendas que en un futuro, dentro de miles de años, ellos necesitarán de los humanos, por lo tanto, ahora, su misión es ayudar a la humanidad, para que el gesto sea eventualmente recíproco en cuanto se presente la necesidad.

En la película esto permite, narrativamente hablando, resolver el principal problema de tensión que crea la historia, evitar una guerra, porque si Louise sabe lo que sucede en el futuro, puede tomar acción en el presente, para asegurarse de que las cosas se realicen como deben suceder: entonces le dice al representante chino a punto de lanzar un ataque, las palabras que meses adelante él le repetirá a ella, para, al recordar ese futuro, en el presente, conocer cómo convencer al hombre de frenar la acción bélica. La cinta flaquea un tanto en su ritmo para este punto, entretejiendo de una manera algo forzada y poco dinámica, frenando con ello varios puntos de reflexión hasta entonces mejor plantados; pero la idea tiene al mismo tiempo, en su resolución narrativa, un efecto importante que invita a preguntarse, ¿puede el hombre dejar de pensar linealmente, al menos en ciertos aspectos de su vida? Lo hace, instintivamente; sólo hace falta, quizá, que se dé cuenta que lo ha hecho. Sucede por ejemplo al recordar un pasado en el que imaginaba cómo sería el futuro. La persona entonces, en su presente, viaja a un tiempo que fue, en que contempló cómo sería su futuro; luego analiza si sucedió o no, hasta progresivamente llegar de nuevo a su presente, donde está rememorando ese tiempo pasado. La idea es sencilla, pero compleja; sucede cuando alguien recuerda, cuando recuerda sueños, cuando escribe o habla conjugando verbos en diferentes tiempos, cuando imagina y traza metas o estrategias a seguir, cuando, inventa, cambia y se adapta, por mencionar sólo algunos ejemplos.

El conocimiento es un arma (herramienta) y esa arma es el lenguaje, por lo que el lenguaje es y se construye a partir del conocimiento. En efecto la idea es redonda, cíclica, que se retroalimenta y no existe una sin la otra. Parece obvio, pero no siempre es fácil de entender, porque aunque la mente lo repite, el hombre llega a darlo por sentado, y por tanto, deja de razonarlo. Si aísla su mente se aísla del mundo. El resultado es no sólo una falta de comunicación, sino una atropellada fluidez en la información, las relaciones humanas, el aprendizaje, el proceso de razonamiento y, por ende, del avance social; del individuo lo mismo que de la sociedad.

“Necesitamos hablar entre nosotros”, dice Louise cuando entiende que lo que los alienígenas quieren significa invitar a los humanos a aprender de nuevo a hablarse, y comunicarse, consigo mismos, con su realidad y con otros: relacionarse, dialogar, colaborar y escuchar, convivir y comprender, empatizar y respetar.

“Si pudieras ver toda tu vida de principio a fin, ¿cambiarías algo?”, pregunta y se pregunta Louise. No hay respuesta única, ni correcta, pero es importante recordar que parte de “ser humano” es vivir la incertidumbre, que invita a imaginar, arriesgar, cambiar, experimentar o equivocarse, porque cuando el resultado no se conoce, éste puede ser todo lo que la persona desea que sea, o todo lo contrario. Si el principio y el fin están simbólicamente entrelazados, en un círculo, la vida y la muerte o el ciclo de la vida, lo importante es, finalmente, todo lo que sucede en medio, y que es, en esencia, el tiempo.

Ficha técnica: La Llegada - Arrival

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