Una persona oportunista es aquella que saca provecho de las circunstancias a su alrededor, viendo el mayor beneficio que puede obtener, muchas veces a expensas de otros. La actitud no sólo se empapa de cinismo, sino también haciendo uso de la manipulación, el espejismo, mentiras y engaño. Es característico de las personas inmersas en el mundo consumista y altamente competitivo que enseña, desde la infancia, a sobresalir a expensas del otro, a pasar por encima de quienes se ven como un obstáculo y a aprovecharse de aquellos a quienes se ubica, o supone, en un escalón social superior, recurriendo a la zalamería, el elogio desmedido o el servilismo hipócrita, para, a sus espaldas, obtener beneficios personales. El oportunista, mediocre en esencia, no es leal con nadie más que consigo mismo.
Este y otros temas, como la vida artística en el mundo del escenario teatral, la competencia para lograr la atención de quienes dirigen y deciden en el medio del espectáculo o el papel de las relaciones sociales a la hora de definir políticas, proyectos y empleos, se hacen presentes en La Malvada (EUA, 1950), título original ‘All about Eve’ (Todo sobre Eve), película que escribe y dirige Joseph L. Mankiewicz. Protagonizada por Bette Davis, Anne Baxter, George Sanders, Celeste Holm, Gary Merrill, Hugh Marlowe y Thelma Ritter, la cinta estuvo nominada a 14 premios Oscar y ganó 6, entre ellos mejor guión, director y película. Cuenta la historia de Margo Channing, una actriz de teatro en Broadway, reconocida en el medio pero que comienza a sentir presión a su alrededor por su edad (tiene 40 años); que es idolatrada por Eve Harringont, una joven aficionada con aspiraciones a convertirse en estrella, quien hace amistad con Margo, se convierte en su asistente y poco a poco va insertándose en la vida de la actriz, haciéndose parecer imprescindible, esforzándose en ganar la amistad e interés de todas las personas cercanas a Margo, aprendiendo de su conducta y manera de ser, imitando sus gustos, con la finalidad de traicionarla para tomar su lugar.
Las ambiciones de Eve están bien disfrazadas, gracias a un juego manipulador que esconde su verdadera personalidad oportunista. Eve miente cínicamente, se presenta como servicial y devota de la que dice es su actriz favorita, todo con tal de lograr la aceptación y el favor del prójimo. Eve sabe decir lo que la gente quiere oír y se encarga de parecer indispensable para todos. Esa actitud aparentemente amable y humilde es asumida por las personas como agradecimiento por la oportunidad de ser útil, pero en realidad sus planes son desplazar a Margo y quedarse con todo lo que ella tiene, incluyendo su trabajo, su fama, sus amigos y hasta su pareja, el director de teatro Bill Sampson.
Su estrategia de convencimiento funciona mientras su halo de supuesta humildad sea verosímil y eso es algo en lo que Eve tiene maestría, en elogiar al de enfrente para que éste no repare en prestarle atención a ella, o adornando sus propias mentiras, interpretando su papel con dedicada devoción, para ganarse credibilidad y aprecio. Los amigos de Margo, el escritor de teatro Lloyd Richards y su esposa Karen, así lo reconocen y piensan que la trágica historia de vida de Eve es justificante para ayudarla. No saben, sin embargo, que Eve se ha inventado la historia de que sus padres han muerto y su esposo desapareció en la guerra, relatos que construyó meticulosamente empáticos para que los otros le sientan lástima, la acepten, no cuestionen y, en cambio, opten por una actitud solidaria.
La única que duda de Eve es Birdie, la asistente de Margo, quien nota la conveniente y bien estructurada historia de vida de la otra, así como la forma en que la joven va tomando el control de la rutina y carrera de la actriz, una vez que Margo misma, bajo la sensación o percepción de que Eve es inocente e inofensiva, la invita a vivir en su casa. Margo erra no sólo en dar por sentado una primera impresión sin investigar más a fondo a la persona que deja entrar, pero es peor que le dé tanto poder sobre sus asuntos, personales y profesionales. “Te estudia como si fueras una obra o un proyecto”, le dice Birdie a Margo, hablando sobre el actuar, aparentemente desinteresado de Eve, pero que muchas veces hace para después cobrarse el favor.
Para cuando Margo se da cuenta que Eve ha estado aprovechando para agraciarse ante los ojos de las personas a su alrededor, parece que es demasiado tarde. Le reclama a Bill por poner tanta atención en la joven, pero no se da cuenta que Eve ha sabido encontrar el punto débil del director, su ego, mostrando interés en su trabajo porque sabe que así lo atraerá y, al mismo tiempo, evitará que Bill se centre en las necesidades de Margo.
Dadas sus propias dudas sobre sí misma, sobre su carrera y la presión para mantenerse vigente en un mundo competitivo como el del espectáculo, en donde oportunidades, trabajo y éxito van, penosamente, ligados a su imagen pública, glamorosa, moderna, actual y obligadamente vigente, Margo resiente la falta de atención, pero sobre todo, se llena de ira al descubrir que nadie se da cuenta de la telaraña que Eve ha comenzado a entretejer, pidiendo ayuda para conseguir una audición con la que comience a escalar en el medio o haciéndose la víctima para ganar la preferencia; algo que funciona por la estrategia astuta de Eve, pero que también lo hace por los errores de juicio de los otros, sus propias debilidades y hasta sus agendas personales, que también pueden y llegan a caer en el oportunismo, la venganza y la mentira. La lealtad parece ausente entre este grupo social, o bien, al amparo de supuestas buenas intenciones toman decisiones que dañan a Margo al mismo tiempo que desestiman las acciones de Eve considerándolas producto de su “ingenuidad”.
La mayoría adjudica las dudas de Margo a dos cosas; una, celos, específicamente cuando de Sampson se trata. Dos, su carácter testarudo que la enfurece cuando no se hace lo que ella quiere. Margo, no obstante, aunque es dura y orgullosa (en realidad para recalcar un carácter decidido y evitar que, en efecto, otros intenten pisotearla, y en parte porque también tiene que crearse una barrera contra las críticas, tan comunes en el medio en el que se mueve), no está equivocada en cuestionar la sospechosa disposición de Eve por hacer todo y apilar favores, que en el fondo tienen un interés propio. Margo sin embargo, en lugar de apelar a la capacidad de análisis de la situación de sus amigos, exponiendo su teoría, reclama, no con argumentos convincentes, sino dejando que sus emociones exploten y, por ende, aleja a las personas.
En el fondo la actriz no es sino víctima en muchas maneras de las circunstancias que la rodean; sí, de sus decisiones y ocasionales errores de prudencia, pero también de la falta de tino de otros por descubrir la manipulación escondida entre las sombras, seducidos por alguien que sabe usar sus virtudes e imagen a su favor. Karen, la amiga más cercana a Margo, se encarga de que Eve consiga una audición, creyendo que así hace una buena, solidaria y desinteresada acción, pero ese es el plan de Eve, engañar con una persuasión que apele a la personalidad de Karen y parezca que la idea está sustentada en la abnegación, algo que esta mujer, sin mucho carácter, es o aspira a ser.
Es Addison DeWitt, un crítico de teatro, el único que logra ver más allá de las mentiras y la falsedad, en parte por causalidad, cuando escucha la plática entre Eve y Bill, en que ella le propone una relación y él la rechaza, dado que está enamorado de Margo, pero en parte porque Addison mismo ha perfeccionado su propio rasgo oportunista. Su posición en el mundo del espectáculo le permite valorar las actitudes de los actores más allá del escenario, en tanto simultáneamente ha construido una red de relaciones que hacen que su opinión sea reconocida en los medios especializados. El crítico, al ver cómo Eve modifica su actuar, hablar y discurso conforme a la persona que tiene enfrente, entiende que la joven no es sino alguien aprovechando la debilidad del otro, moviéndose entre apariencias para llegar a su meta. Addison es el único que pregunta y cuestiona a Eve sobre su pasado y descubre las mentiras que contradicen su historia. El crítico, no obstante, no la delata, sino que con maña y sagacidad aprovecha para sacar de ello su propio beneficio, ayudándola a hacerse de una carrera y conseguir un protagónico en la siguiente gran obra de teatro de Lloyd, elogiando a Eve y criticando negativamente a Margo, para influir así una opinión con peso en la percepción social, entre el público, pero sobre todo, en el tras bambalinas del teatro, para después él poder manejar a Eve conforme a sus intereses.
El papel del crítico, el medio de comunicación en que trabaja y la forma como él mismo dirige la percepción social a su antojo es el empuje que Eve sabe juega a su favor, pero que Addison entiende y construye a expensas de ella, pues pretende más adelante controlarla conforme a sus deseos. La elige por su ambición y por su actitud despiadada para mover las piezas en el tablero, pero la apoya porque sabe que ella tiene todo lo necesario para destacar en un mundo tan competitivo como el artístico, en que sobresale no sólo el talento, sino la capacidad para presentarse ante el público y adaptarse al tipo de audiencia que se tenga enfrente, ya sea un director, un periodista, un productor u otros, que es lo que Eve ha estado haciendo todo este tiempo, actuando acorde a la personalidad de aquel de quien necesita algo; seductora, servicial, eficiente y con agallas para asumir cualquier reto, según la situación demande de ella. Lo hace con Margo al adularla, que es lo que Margo espera dado el orgullo con que carga; lo hace con Bill al presionar sobre sus prioridades; igual con Karen y su esposo Richard, a quienes convence de su capacidad actoral y buenas intenciones, aunque al final también traiciona a ambos seduciendo al marido; y lo hace incluso con Addison, creyendo que lo usa como escalón hacia el éxito.
Margo teme el futuro que le depara personal y artísticamente, sabiendo que está en un medio que no dudará en reemplazarla, más tarde que temprano (y la llegada de Eve lo demuestra). Eve es más joven, bonita y camaleónica, como actriz y como persona, herramienta que Addison distingue útil en un mundo de espejismos como lo puede llegar a ser el espectáculo, en que la dinámica consiste en interpretar convincentemente a alguien más frente a las masas. ¿Y no es esto lo que hace Eve todo el tiempo, siendo el espectador todo el que le rodea?
Al final Margo prioriza su vida y relaciones personales sobre las profesionales, y cambia eligiendo su felicidad al lado de Bill por sobre sus propias ambiciones actorales, retirando su participación en la siguiente gran obra de Lloyd para asumir el rol de esposa, algo que puede ser visto como sumisión, pero que también puede asumirse como el trazo de nuevos retos en este punto de su vida en que ya no necesita demostrarle nada a nadie.
Eve así consigue lo que quiere, el papel soñado, el aplauso en el escenario, el reconocimiento en forma de premios y la puerta abierta a nuevas oportunidades. La pregunta es, ¿todo esto realmente la hará feliz? ¿Hacía totalmente feliz a Margo cuando ella lo tenía? ¿Son la fama y el reconocimiento social la forma de éxito que hace al ser humano plenamente feliz? ¿O son simple ilusión para encubrir la falta de sentido en su existencia y la miseria de su condición humana?
¿Quién controla en el fondo los hilos en esta historia? ¿Qué papel juega el que engaña, el que cae en el engaño y el que es sólo un punto intermedio entre ambos? Eve llega a la cima, pasando sobre los demás, pero sólo hay un punto hacia dónde ir cuando se alcanza el punto más alto de la pirámide. La joven al final queda atrapada casi sin darse cuenta, a expensas de cualquier capricho que a Addison se le ocurra, quien la chantajea con revelar la verdad sobre su pasado. Pero Eve además también se convierte simbólicamente en el punto de partida de un nuevo ciclo, en el que otra chica, más joven, más ambiciosa y más manipuladora, tomará el papel que ella deja vacante como aspirante a actriz. Eve pasa de ser ‘depredador’ a ‘presa’, en un círculo en que las piezas se mueven según, en efecto, la conveniencia de los participantes o implicados.
Ambas, Eve y Margo aprenden a abrirse camino a contracorriente, en un mundo competitivo que de entrada las pone una contra la otra, peleando por los mismos papeles, las mismas oportunidades y la misma atención. Su contexto es así promotor de alguna forma del engaño y el oportunismo; pero aunque las dos se esconden tras un escudo protector contra las durezas arrojadas en su contra, Margo dimensiona y elige valorando qué gana, qué pierde y qué vale o no la pena sacrificar, según la experiencia de vida le ha enseñado. Eve al contrario se lanza, en directo, casi esperando ver si tiene o no suerte en lo que hace y ello mismo la hace ganadora a medias de lo que espera alcanzar. Qué dice esto de ellas es importante, pero lo es aún más qué dice esto del medio del espectáculo en el que se mueven y de la naturaleza misma del hombre, de la manipulación, el cinismo y la cotidianeidad, en donde mentir, pisotear y chantajear se asume como la rutina diaria para avanzar.
Ficha técnica: La malvada - All About Eve