“Ser o no ser, Ser querido Shakespeare. Siempre Ser.”
Guillermo Arriaga.
Naciste en el norte de México, rodeado de cerros pelones y gente trabajadora, pueblo que a decir de algunos “venció al desierto”, a ti te gusta pensar que aprendimos a convivir con él, a trabajar en armonía, en consonancia, asimilándolo, si, gran maestro.
La montaña sin embargo siempre te ha cautivado, te gusta sentirla, respirarla, te gusta caminar y mantener tus sentidos en alerta, dispuestos a descubrir el ligero susurro, movimiento o cambio de luz, el frío es también un atractivo, amigo de los largos senderos, te gusta como al final te acaricia el rostro y el torso desnudo hasta que su contacto te parece imperceptible, es ahí, cuando te cubres de nuevo.
Las imágenes y lecturas de montañas nevadas te han hecho muchas veces visualizarte como alguno de los personajes, uno menor, de esos que no se mueren en la travesía, que disfrutan en silencio las poderosas obras de quienes algunos llaman Dios. Así pues, de un tiempo a la fecha decides vivir esa experiencia, el escalar; grandes picos hay muchos, decides hacerlo en el más legendario, por tus limitaciones técnicas, piensas que la llegada al campamento base número uno del Everest te será suficiente, sin duda.
Realizas algunas búsquedas en internet, testimonios, presupuestos, es ahí cuando conoces en tu pueblo a una chica que es guía de montaña, una del sur de América, poderosa también, el Aconcagua de los Andes, al platicarle tu proyecto, se entusiasma y dice que te ayudará a realizarlo, contactos, entrenamiento, acompañamiento, si, sientes que el haberla conocido te acerca a la montaña, se despiden y te regala un sobre, te dice que te ayudará en tu travesía, agradeces y lo guardas como una señal.
Llegas a casa, el sobre contiene una bandera de plegaria hecha a mano en Nepal, se trata de trozos de tela de cinco colores que simbolizan los elementos naturales, el azul que representa el cielo, el rojo que simboliza el fuego, el verde el aire, el amarillo que corresponde a la tierra y el blanco que al agua. Todas las antiguas culturas encontraron esos elementos como los primordiales para la vida, a ellos les dedicaron templos, plegarias, de ahí surgieron los primeros Dioses que tenían el poder de decidir el destino de los hombres.
Cada trozo de tela tiene en el centro el caballo del viento (mi amigo) Lung Ta, que carga en la espalda tres joyas en llamas simbolizando a Buda, el Dharma y la Sangha.
Cuelgas la bandera en el lugar mas apreciado de tu casa, el librero, de manera que la puedas ver todos los días, además, guardas una estampa que venía con la misma, que contiene el caballo del viento, esa la pones en tu teléfono móvil, en la parte trasera sostenida ahí por una funda transparente, digamos que la idea es mantener cercano a ti, cómo línea de enfoque, ese caballo, esa bandera, ese proyecto.
Te toca participar en una limpieza de playa, es una tarea que realizas desde hace algunos años y que seguramente seguirás haciendo hasta que tu cuerpo lo permita, sabes que nunca terminarán de limpiar una playa en la que todos los días recala basura plástica, es un tema de educación, de consumo responsable, de conciencia, de respeto a la naturaleza, al cielo, al mar, a la tierra, a sus habitantes.
Regresas a casa, cansado, como siempre te das una ducha para sacarte la arena que traes hasta en los calzones, te sirves un café mientras te sientas a descansar, es ahí cuando te das cuenta que perdiste el móvil, blasfemas, otro más, la paradoja es que vas a limpiar una playa y terminas dejando basura en la misma, piensas que tendrás que viajar a la ciudad para adquirir otro celular, recuperar tus contactos, aplicaciones y toda esa monserga que algunos creemos necesaria para alimentar nuestro sentido de pertenencia a un grupo, a los amigos, a la familia. Lamentas, sobre todo, la pérdida de la estampa, esa que estaba ahí, sostenida por una funda transparente, una de tus líneas de enfoque.
La pérdida del teléfono literalmente te desconecta, dejas de recibir mensajes de buenos días, de buenas noches, noticias, videos, fotos, memes, casi todo lo que te llega es reenviado, pareciera que la capacidad creativa y de comunicación de las personas con las que te relacionas estuviera menguada, el 90 por ciento de lo que te llega es de una fuente desconocida, alguien produce o escribe algo, medianamente interesante y ya es suficiente para que las personas lo distribuyan indiscriminadamente, avalándolo, dándole fuerza y respaldo con su nombre, aunque muchas veces se trate de una tendenciosa y burda mentira. El costo es alto, tu tiempo.
El proyecto para el que trabajas te requiere en el proceso de triturado así que dejas de ir a las limpiezas de playa por más de un mes, tienes tus días ocupados, pero hay una invitación donde solicitan tu ayuda para transportar con tu vehículo a unos voluntarios, revisas tu agenda y confirmas tu asistencia. Llega el día, te preparas con una camisa de manga larga, un sombrero y un recipiente con agua, una hora bajo el sol del caribe limpiando una playa puede ser agotadora.
Llegan a Punta Herradura y comienzan las actividades, algunos recogen Pet, otros chanclas, vidrio y así, tratamos de llevar los residuos separados para su posterior lavado y trituración, en esta ocasión, al ser varios los voluntarios terminamos el tramo planeado antes de tiempo. Gregorio, el capitán del equipo te consulta si continúan limpiando el tramo planeado o le avanzan al siguiente, levantas la mirada hacia uno y otro lado, ves a Gregorio que espera tu decisión, si, tu decisión, si o no, ser o no ser, izquierda o derecha, en cada momento tomamos decisiones que habrán de convertirnos en las personas que decidimos ser.
Decides que limpiemos el nuevo tramo y avanzamos, te encuentras un tapabocas, de esos que hizo famosos el COVID, está bastante deteriorado, te lo pones pensando en quién lo usaría y te preguntas, no como llegó al mar, sino cómo un producto tan frágil pudo soportar la erosión del mismo para llegar hasta la playa en un estado reconocible. Si, los desechos COVID han incrementado la carga de basura marina. Está por terminar la actividad cuando un reflejo en la arena llama tu atención, enfocas y descubres al caballo del viento sobre un fondo amarillo, te da un vuelco el corazón y los pensamientos se agolpan en tu cerebro, es mi estampa, la de Nepal, la que me regaló Lorena, escarbas, si, es tu teléfono, lo encuentras intacto después de 40 días, sin carga por supuesto, sin aplicaciones que le funcionen, pero trae un mensaje muy claro, la montaña te espera.